La hemos pasado increíble, volver como a los inicios, estar de nuevo juntos, aunque Cecilia y Lucas tienen un no sé qué raro. Los tres días transcurridos hemos realizado fogata al frente de la playa, formado parrandas vallenatas, ido a casetas a bailar. Además, he dormido con mi mujer todas las noches, la he amado en el baño, en la playa, en la hamaca e infinitas veces en la cama. Quiero borrar de su cabeza esa inseguridad por su cuerpo, quiero demostrarle lo mucho que me excita con solo verla. A nuestro regreso a Montería, porque mañana nos vamos a la finca, debo decirle a Rafa que incluya en sus exámenes semanales el de embarazo. Confiando en Dios, en cualquier momento podría quedar en cinta, y no quiero que sea pronto, egoístamente quiero disfrutarla, amarla, lograr hacerla confiar de nuevo en mí, porque una vez se embarace tendré que alejarla de nuevo. Todos sabemos, en silencio callamos cada vez que tiene esos arranques en donde nos abraza a todos y a mí me convierte en su oso
Con nosotros viajaban Lucas y Cecilia, mis amigos iban sin camisa porque no soportan tener nada sobre los hombros, también iban blancos por la leche magnesia, Ceci lleva en la mano una camisilla sin mangas para él.En el carro de Betty, Ricky conducía y atrás iban Lucían con Paola. Desde las diez de la mañana habíamos salido, la verdad la pasamos muy rico. Yo ni se diga, esta mañana fue increíble terminar entre las piernas de mi novia después de lo que hizo.El abuelo tenía razón, tener a los tres amores en un solo cuerpo era magnífico y Catalina cada vez se tenía más confianza y seguridad. Por eso lo que me hizo en la mañana lo voy a inmortalizar, en mis días de mujeriego en la escuela he de confesar, no disfrutaba, de hecho, no fui de mucho sexo oral. Sin embargo, con Catalina me daban ganas de deshidratarla por esa vía.Lo mejor, no le había insinuado nada de que me lo hiciera a mí, asumo eran consejos de sus amigas y bien por eso. ¡Fue el mejor despertar de mi vida!, y si sigo pen
Cecilia literal me iba a volver loco, puede decir lo que sea, pero esa mirada la conocía. Solté un suspiro, había dejado el morral en la habitación y me vine al quiosco a meterme en la hamaca. —¿Qué pasa muchacho? —El abuelo Henrry venía con un taburete en la mano y en la otra un pocillo de café—. ¿Puedo ayudarte? —Soy consciente del error que cometí con Cecilia… —Un error garrafal hijo, no fue cualquier plantada a comer helado. Le dijiste en su cara; ya no me importas, le dejaste en claro que su cuerpo no te excitaba y por eso ya no la respetabas, —toma para que aprendas—. Eso es lo que siente quien recibe los cachos. Iba a hablar, pero su mirada fue una advertencia, por lo tanto, afirmé. El tiempo no se puede retroceder. —Catalina heredó su franqueza. —Si en verdad te encuentras arrepentido, si ahora sí quieres todo con ella. Conquístala de nuevo. —Eso es lo que estoy haciendo y quiero todo con ella, abuelo. A los pocos meses de haber terminado comprendí mi gran error. Y no tu
—Por hoy sí. Solo necesitaba eso, seguirá castigándome cada vez que se acuerde, pero me permitirá quedarme a su lado curándola como antes. Mis piernas se movieron, me dirigí con ella en brazos hasta el cuarto, no había puesto resistencia y no hemos dejado de mirarnos. El corazón se me quería salir. Volvió a estar en mis brazos, volví a besar su cuerpo, volvió a temblar en mis manos, volví a fundirme dentro de ella y volví a escucharla gemir. Decir mi nombre, no nos detuvimos hasta que nos absorbió el éxtasis, seguía aún en su interior, no quería salir de su cálido vientre. Todo fue tan rápido que solo pude pensar en el preservativo. —Espero que el segundo raund duremos más. Sonrió, salí de su interior y retiré el preservativo. Lo amarré y lo boté en la caneca de basura, mañana debo botar eso, me acosté y se aferró a mi cuerpo. » Cecilia, no te estás cuidando, ¿cierto? —Mi última vez fue contigo. —Eso se sintió tan condenadamente bien—. ¿Tú has estado con muchas? —Después de Cami
Comenzó a jugar con mi mano, la apretaba, estaba nervioso, lo conozco.—¿Qué pasa?—Nada, me gustaría ir en caballo, pero tú no puedes.—¡Ya me quitaron la incapacidad!—Caballo aún ¡no! —con esa mirada de picardía se me acercó—. No cabalgues sobre esa montura.Le di un puño en el brazo y soltó la carcajada, llegamos hasta mi carro y me abrió la puerta del copiloto. Diez minutos después quitábamos el portillo para ingresar en lo que Dylan dijo que era el área de la finca, pero desde hace unos cinco minutos ya eran tierra de él, aunque utilizó la palabra «nuestras».La casa era grande, hicimos un recorrido por todo el lugar, siete cuartos sin contar con los dos para las trabajadoras de la finca, cinco baños, la habitación principal era inmensa, dos salas una para los muebles y la otra para las mecedoras, el comedor, la cocina inmensa con espacio para meter otro comedor, balcón, a un lado quedaba el lugar de los cuartos para tener todo lo que se necesita en las fincas.Había un lugar do
Catalina anda súper sensible, cree que no me di cuenta, en mañana se encerró en el baño, apenas llegamos y lloró. Lucas estaba con el abuelo y Lucían montando caballo. Ricky estaba jugando con Cadie, hoy era viernes, el domingo se iban mis amigos.Rafael y la señora Samanta llegaron con José Luis, el niño apenas me vio, estiró los brazos para que lo cargara. Le di un beso en el cachete a mi cuñadito.—Hola, hijo. —mi suegra me dio un beso en la frente—. Hoy no nos quedamos aquí, estaremos en la Sabanera, de hecho, vinimos a que pasen la noche hoy allá.—Hay que inaugurarla. —dije.—Eso me gusta yerno.Saludé a Rafael. Desde ayer que escuché el conjunto ellos cantaron una canción que me gustó mucho, no era para la serenata de Lucas, era para la mía. Le diré al abuelo que los llame de nuevo, los contrataré.—¿Parranda Vallenata?—¡Ombe! Eso suena a mi papá. —sonreí, ante el comentario de la señora Samanta.—Quiero dedicarle una canción a mi Bodoque. —A ella le brillaron los ojos.—¿Las
La hacienda de mi mamá era preciosa, Dylan salió con Rafael desde hace rato, fueron a comprar unas cosas para el asado, Betty desde el almuerzo estaba muy pensativa, tanto que estaba a nada de soltar el llanto en cualquier momento. Ricky hablaba con Lucían y Lucas, ese era otro que parece querer salir corriendo.¡Ay Dios!, cada quien maneja sus propios problemas. Los que estaba en su mundo feliz eran José Luis y Cadie, mis pelaítos pelean, se abrazan, se halan el pelo, vuelven a jugar, uno le arrastra la muñeca, la otra le patea el carro, era un espectáculo ver a mi princesa y a mi pingüino. Miré a mi amiga.—¿Algo por contar?—Mucho en realidad.Chila se vino con nosotros a ayudarnos en la Sabanera, habían matado un puerco y ella se adueñó de la preparación de los chicharrones, la señora María se encargó de hacer las salsas, a ella le quedan deliciosas y como ya sabe que a los colombianos no nos gusta tan picante por eso modera el tema.Lo cierto era que le quedaban para chuparse los
Debíamos levantarnos, anoche llegamos a Montería. Ricky, Lucas y Lucían se iban hoy, aún no había salido el sol, pero debía estar a las ocho en el aeropuerto, comencé a besarlo en el pecho, cuello y apenas toqué, sus labios él los devoró. Tenía miedo que se fuera, era como un mal presagio.Pero debía ser el miedo a perderlo, comenzamos a tocarnos y en cuestión de segundos Ricky se fundía en mi interior, en los días no nos bastaron para amarnos, amada por él, me sentía plena, besó mi cuello y lo sentí aspirar mi aroma.—No estés triste, en tres semanas estaré de regreso y ya no nos separaremos más.—¿Me lo prometes? —Se puso a un lado, me abrazó.—Vendré con mis papás, la pasaremos rico, si Rosa se encuentra embarazada, responderé de manera económica y me cercioraré para que se haga una ecografía conmigo presente. —Eso en sí, no es lo que me preocupa.—Nunca la he amado, la quise y en algún momento dejé de hacerlo, nuestros encuentros sexuales disminuyeron desde hace mucho. Te amo a