CAPÍTULO TREINTA Y NUEVE Emily estaba sentada en la sala de espera, que apenas vio a Aiden, corrió a su encuentro. —¿Esta todo bien, cariño? Él al escuchar aquel mote cariñoso, que hace tiempo su esposa no se lo decía, el corazón se le aceleró como la primera vez que la vio. Contempló su rostro que a pesar de que lucía agotada, estaba más hermosa que nunca. Sin embargo, Emily no era capaz de disimular la preocupación y la ansiedad que se irradiaba en todo su pequeño cuerpo. Los silencios de Aiden nunca eran buenos que solo la ponían más inquieta. Emily pensaba que todo estaba mal, contrario a su esposo que la contemplaba con el afán de comprender que era lo que estaba sintiendo en ese momento. «¿Felicidad?» «¿amargura?» «¿Quizás esperanza?» Era una confusión de sentimientos que no lograba descifrar, por eso los ojos verdes de Aiden se entrelazaron a los ojos oscuros de su esposa buscando las respuestas a sus inquietudes. Respuesta que encontró más clara que el agua un manantial.
CAPÍTULO CUARENTA Las siguientes semanas trascurrieron en completa normalidad. Tanto Aiden como Emily, comenzaron hacerse los distintos exámenes que el ginecólogo y el urólogo les pidieron, cumpliendo la rigurosidad y la preparación que cada uno de ellos necesitaba. Además, hace ocho días que la menstruación de Emily había cesado, por lo que el único examen que le faltaba era someterse a la histerosalpingografia. Por eso salió del departamento con el tiempo justo y se subió al vehículo de su marido, pero en el camino se encontró con una hilera de vehículos, que andaban peor que un caracol, ya que, como día lunes, medio mundo decidió salir tarde a sus quehaceres. Ella tan solo se impacientó y comenzó a tamborilear los dedos en el manubrio mientras esperaba con una falsa ilusión que todos esos autos avanzaran, pero en el fondo sabía que no ocurrirían. Emily amaba ser puntual, pero hoy la ducha había estado mejor que nunca. Aiden había sido el responsable absoluto de su retraso, ya
CAPÍTULO CUARENTA Y UNOEmily seguía sentada con la cabeza apoyada en la pared y sus manos cubriendo su vientre. El dolor aun no mermaba ni tampoco las náuseas que subían y bajaban por su tráquea.Aiden llegó al segundo piso por las escaleras y se internó a pasos apresurados en el pasillo buscando a su esposa, que cuando la vio con los ojos cerrados, todo en él ardió.—¿Que te hicieron Em? —Aiden se encuclilló afirmándose de las rodillas de Em.Su esposa abrió los ojos y enderezó su espalda, pero cuando se incorporó hacia delante, Emily no pudo evitar hacer una mueca de dolor. El rostro de la joven estaba pálido y tenía grandes ojeras oscuras bajo sus ojos brillosos. —Sabía que el examen podía ser molesto —expresó ella—. Igual debe ser porque no he comido nada.Aiden frunció su ceño, se puso de pie y luego se sentó al lado de su esposa. Tomó una de sus manos, mientras acariciaba en círculos su piel tersa.—¿Estás segura que tan solo es el examen?—¿Qué quieres decir?—¡Joder! Estas
CAPÍTULO CUARENTA Y DOSEl jueves en la mañana, mientras Emily trabajaba en terreno verificando el proceso logístico que la exportación de porotos negros necesitaba para que fuera cargada en el buque, recibió una llamada inesperada.Manila se le acercó y le informó que una tal Leah Bach estaba al teléfono.Emily se disculpó con el jefe de sección y le tendió la tabla de madera en donde estaban suspendidas las guías de inventario y de despacho.Ella dejo que el hombre hiciera su trabajo, quien siguió dándole órdenes a los trabajadores que manejaban las carretillas elevadoras con las cajas de madera que dentro contenían la mercancía. Estos se desplazaban hasta una cinta trasportadora, dejaban en aquella banda la caja y esta se deslizaban automáticamente hasta el container azul que ya estaba posicionado en el buque, mientras los trabajadores descargaban al final de aquella cinta. Se alejó complacida de ver que su trabajo cada día era más próspero y que sus trabajadores se sentían a gus
CAPÍTULO CUARENTA Y TRES —¡Joder! —exclamó Aiden dando vueltas por la sala. Tiraba de su cabello azabache despeinado con una de sus manos, mientras que con la otra mantenía el teléfono apretado, casi a reventar. Parecía un león acorralado, enjaulado, que en cualquier momento destrozaría a su víctima y también así mismo. Estaba cansado, frustrado y no tenía idea de cómo iba a confesarle la verdad a Emily. La vergüenza lo corroía como ácido en la piel y el remordimiento lo acribillaba, porque sabía que esto significaba más problemas. En tanto, Emily se estaba duchando para comenzar una nueva jornada laboral. Estaba nerviosa por los resultados de los exámenes, pero intentó no pensar en ello. Se lavó los dientes con pasta dental y se maquilló suave. Luego salió del baño y se sorprendió al no encontrar a Aiden en la cama durmiendo, ya que, por lo general, Emily siempre se iba primero a trabajar, en fin, pensó que quizás le estaba preparando el desayuno. Em amaba ese gran detalle que sie
CAPÍTULO CUARENTA Y CUATRO Aiden llegó al hotel a la hora indicada. La recepcionista le había dejado la tarjeta con la cual tenía que abrir la puerta, por lo que deslizó aquel plástico por la placa y la puerta se abrió en un ruidoso clic. Un olor dulce lo noqueó al entrar en la suite. Era tan fuerte que hasta náuseas le dieron. Caminó hacia el dormitorio con vista a la ciudad y se encontró con su cuñada, que vestía tan solo con una bata de seda, sentada en la cama de piernas cruzadas y con una copa de champagne en una de sus manos delgadas. —Viniste… —dijo Daphne gratamente sorprendida cuando lo vio frente suyo—. Lucca tenía razón. —¿En qué? Aiden se cruzó de brazos y la contempló de forma despectiva. Era guapa, pero no como su Emily —En qué harías lo que fuera por cuidar a mi adorada hermana —respondió—. Al parecer ella es tu mayor debilidad. —Emily es mi vida y la amo. Aiden bajó sus brazos, agachó su rostro y se quedó pensativo mirando la alfombra roja de la habitación. Odi
CAPÍTULO CUARENTA Y CINCOEl sábado en la noche llegó.En la entrada de la mansión Preston, dos autos lujosos llegaban a la misma hora para la esperada cena organizada por Marie Cox. Todos estaban ansiosos por conocer aquel anuncio, ya que las expectativas que había creado la Señora Preston, habían sido colosales.El auto azul descapotable fue el primero en detenerse fuera de aquel inmueble, dejando a la vista a un italiano que lucía a la moda un traje negro Armani junto a una bonita, pero plástica mujer que lo acompañaba.Lucca y Daphne se bajaron al mismo tiempo y cruzaron la calle. Ella usaba un vestido corto de color plateado, por lo que desentonaba entre tanta elegancia, pero eso no le importó, ya que hoy solo queria brillar.Ambos se detuvieron en la entrada de aquella reja alta de color blanco, cuando vieron el vehículo negro que se estacionaba detrás del auto azul.Emily fijó a través del vidrio polarizado su vista en la pareja, y las tripas de sus sistema se le revolvieron, q
CAPÍTULO CUARENTA Y SEIS Marie corrió al encuentro de su nuera y le dio un gran abrazó delante de todos, mostrando cuanto la apreciaba. —¡Querida! —exclamó alegre dándole dos besos en la mejilla—. ¡Pero mira lo bella que estas! ¿Como que irradias un brillo especial no? Por favor cuéntame el secreto. —¿Que le sucede? —Emily susurró bajito, mientras fingía sonreír—. Me comienza a dar torticolis sus cambios de humor tan repentinos. Ya entiendo de donde salió Aiden. —Eres tan agradable —dijo en tono sarcástico y la volvió abrazar, que en el mismo abrazo le susurró al oído—: Esta noche sígueme la corriente en todo. La soltó y Emily se quedó en medio del salón, mirando como Marie se arrimaba a un nuevo grupo de personas para dar la bienvenida. En la antesala del comedor se realizaba un pequeño cóctel con bocadillos y canapés gourmet. Camareros, vestidos de pantalón negro y chaqueta roja, iba y venían atendiendo a todos los invitados, mientras una pequeña orquesta de un piano, tres v