CAPÍTULO CUARENTA Y UNOEmily seguía sentada con la cabeza apoyada en la pared y sus manos cubriendo su vientre. El dolor aun no mermaba ni tampoco las náuseas que subían y bajaban por su tráquea.Aiden llegó al segundo piso por las escaleras y se internó a pasos apresurados en el pasillo buscando a su esposa, que cuando la vio con los ojos cerrados, todo en él ardió.—¿Que te hicieron Em? —Aiden se encuclilló afirmándose de las rodillas de Em.Su esposa abrió los ojos y enderezó su espalda, pero cuando se incorporó hacia delante, Emily no pudo evitar hacer una mueca de dolor. El rostro de la joven estaba pálido y tenía grandes ojeras oscuras bajo sus ojos brillosos. —Sabía que el examen podía ser molesto —expresó ella—. Igual debe ser porque no he comido nada.Aiden frunció su ceño, se puso de pie y luego se sentó al lado de su esposa. Tomó una de sus manos, mientras acariciaba en círculos su piel tersa.—¿Estás segura que tan solo es el examen?—¿Qué quieres decir?—¡Joder! Estas
CAPÍTULO CUARENTA Y DOSEl jueves en la mañana, mientras Emily trabajaba en terreno verificando el proceso logístico que la exportación de porotos negros necesitaba para que fuera cargada en el buque, recibió una llamada inesperada.Manila se le acercó y le informó que una tal Leah Bach estaba al teléfono.Emily se disculpó con el jefe de sección y le tendió la tabla de madera en donde estaban suspendidas las guías de inventario y de despacho.Ella dejo que el hombre hiciera su trabajo, quien siguió dándole órdenes a los trabajadores que manejaban las carretillas elevadoras con las cajas de madera que dentro contenían la mercancía. Estos se desplazaban hasta una cinta trasportadora, dejaban en aquella banda la caja y esta se deslizaban automáticamente hasta el container azul que ya estaba posicionado en el buque, mientras los trabajadores descargaban al final de aquella cinta. Se alejó complacida de ver que su trabajo cada día era más próspero y que sus trabajadores se sentían a gus
CAPÍTULO CUARENTA Y TRES —¡Joder! —exclamó Aiden dando vueltas por la sala. Tiraba de su cabello azabache despeinado con una de sus manos, mientras que con la otra mantenía el teléfono apretado, casi a reventar. Parecía un león acorralado, enjaulado, que en cualquier momento destrozaría a su víctima y también así mismo. Estaba cansado, frustrado y no tenía idea de cómo iba a confesarle la verdad a Emily. La vergüenza lo corroía como ácido en la piel y el remordimiento lo acribillaba, porque sabía que esto significaba más problemas. En tanto, Emily se estaba duchando para comenzar una nueva jornada laboral. Estaba nerviosa por los resultados de los exámenes, pero intentó no pensar en ello. Se lavó los dientes con pasta dental y se maquilló suave. Luego salió del baño y se sorprendió al no encontrar a Aiden en la cama durmiendo, ya que, por lo general, Emily siempre se iba primero a trabajar, en fin, pensó que quizás le estaba preparando el desayuno. Em amaba ese gran detalle que sie
CAPÍTULO CUARENTA Y CUATRO Aiden llegó al hotel a la hora indicada. La recepcionista le había dejado la tarjeta con la cual tenía que abrir la puerta, por lo que deslizó aquel plástico por la placa y la puerta se abrió en un ruidoso clic. Un olor dulce lo noqueó al entrar en la suite. Era tan fuerte que hasta náuseas le dieron. Caminó hacia el dormitorio con vista a la ciudad y se encontró con su cuñada, que vestía tan solo con una bata de seda, sentada en la cama de piernas cruzadas y con una copa de champagne en una de sus manos delgadas. —Viniste… —dijo Daphne gratamente sorprendida cuando lo vio frente suyo—. Lucca tenía razón. —¿En qué? Aiden se cruzó de brazos y la contempló de forma despectiva. Era guapa, pero no como su Emily —En qué harías lo que fuera por cuidar a mi adorada hermana —respondió—. Al parecer ella es tu mayor debilidad. —Emily es mi vida y la amo. Aiden bajó sus brazos, agachó su rostro y se quedó pensativo mirando la alfombra roja de la habitación. Odi
CAPÍTULO CUARENTA Y CINCOEl sábado en la noche llegó.En la entrada de la mansión Preston, dos autos lujosos llegaban a la misma hora para la esperada cena organizada por Marie Cox. Todos estaban ansiosos por conocer aquel anuncio, ya que las expectativas que había creado la Señora Preston, habían sido colosales.El auto azul descapotable fue el primero en detenerse fuera de aquel inmueble, dejando a la vista a un italiano que lucía a la moda un traje negro Armani junto a una bonita, pero plástica mujer que lo acompañaba.Lucca y Daphne se bajaron al mismo tiempo y cruzaron la calle. Ella usaba un vestido corto de color plateado, por lo que desentonaba entre tanta elegancia, pero eso no le importó, ya que hoy solo queria brillar.Ambos se detuvieron en la entrada de aquella reja alta de color blanco, cuando vieron el vehículo negro que se estacionaba detrás del auto azul.Emily fijó a través del vidrio polarizado su vista en la pareja, y las tripas de sus sistema se le revolvieron, q
CAPÍTULO CUARENTA Y SEIS Marie corrió al encuentro de su nuera y le dio un gran abrazó delante de todos, mostrando cuanto la apreciaba. —¡Querida! —exclamó alegre dándole dos besos en la mejilla—. ¡Pero mira lo bella que estas! ¿Como que irradias un brillo especial no? Por favor cuéntame el secreto. —¿Que le sucede? —Emily susurró bajito, mientras fingía sonreír—. Me comienza a dar torticolis sus cambios de humor tan repentinos. Ya entiendo de donde salió Aiden. —Eres tan agradable —dijo en tono sarcástico y la volvió abrazar, que en el mismo abrazo le susurró al oído—: Esta noche sígueme la corriente en todo. La soltó y Emily se quedó en medio del salón, mirando como Marie se arrimaba a un nuevo grupo de personas para dar la bienvenida. En la antesala del comedor se realizaba un pequeño cóctel con bocadillos y canapés gourmet. Camareros, vestidos de pantalón negro y chaqueta roja, iba y venían atendiendo a todos los invitados, mientras una pequeña orquesta de un piano, tres v
CAPÍTULO CUARENTA Y SIETE—Primeramente, les quiero agradecer su asistencia. Para mi familia y para mí es muy importante que todos ustedes, mis personas más queridas estén reunidas aquí, junto a nosotros. —El discurso de Marie fue elocuente—. Han sido parte fundamental de este proceso que se llama vida, por eso hoy me complace darles una noticia que sé, que les alegrara mucho, tal como la emoción que tengo y que no me cabe en mi pecho.Marie Cox llamó a un camarero con una campanilla que tintineó en medio de aquel silencio expectante, y este trajo una bandeja de plata, que sobre el fondo tenía un documento de color blanco doblado en cuatro partes.Emily rodó los ojos por el escepticismo de su suegra y se dispuso a terminar su carne mechada. No le interesaba en lo más mínimo el anuncio, por eso masticó el bocado impregnándose del jugo de la carne.—Es por eso que debo decir que… —Marie se quedó en silencio creando aún más expectativas y luego miró a Emily casi con una ternura contenida
CAPÍTULO CUARENTA Y OCHOToda la familia y conocidos de la familia Preston, Cox y Rossi, celebraban con copas de champagne en el salón principal de la mansión Preston al ritmo de a música de un Dj. La orquesta de música clásica ya se había retirado. Por eso todos estaban brindando con vasos llenos de alcohol, bailando y riéndose con una alegría que incluso contagiaban al más triste ser, a excepción de Lucca y Daphne que cuchichiaban entre ellos en un rincón de aquel salón.—Te lo dije —sentenció la mayor de las Harper—. Ahora Emily está en la misma gloria, por culpa de ese bastardo que espera en sus entrañas asquerosas. Ojalá lo pierda y llore su muerte.Lucca bebió un trago mientras la escuchaba despotricar contra Emily, pero su atención se esfumó cuando vio como su primo bajaba a toda velocidad las escaleras con cara de pocos amigos. Su humor estaba en el límite, por lo que intuyó que algo muy malo sucedía.—¿Tú lo creíste? —preguntó sin apartar sus ojos azules de Aiden.—¿Creer q