CAPÍTULO CUARENTA Y NUEVE Aiden aun no volvía a la habitación, por eso Emily decidió pasar al baño, retocarse el maquillaje arruinado y volvió al salón principal. Sin embargo, las felicitaciones por estar en cinta, le volvieron a pesar y abrumar, que nuevamente buscó refugio lejos de la familia Preston. Ella tenía un poco de migraña por lo que la brisa nocturna le haría bien. Salió a la terraza y se sentó en un banco de madera de color blanco. Alzó su rostro hacia el cielo. Hoy la noche estaba más estrellada que nunca. Varios puntitos blancos parpadeaban junto a la luna llena que brillaba y que iluminaba aquella oscuridad. Desde donde estaba podía escuchar el rugido del mar, tan caótico y bravo como lo que estaba sintiendo ella. Suspiró resignada. No sabía aun si su suegra en realidad la estaba ayudando o perjudicando con aquella noticia, por eso volvió a mirar el documento en donde decía que ella estaba embarazada de cinco semanas, se mordió los labios con fuerza y la mirada le
CAPÍTULO CINCUENTA Aiden corrió lo más rápido que sus piernas tonificadas le permitieron, para llegar al lado de su esposa, que estaba seguro que necesitaba su ayuda y su apoyo, ya que Emily mantenía la mirada perdida y llorosa en el césped verde. Sus manos empuñaban la tierra del suelo, que sus uñas se llenaron de suciedad, y su cuerpo tembló con notorios espasmos, que Aiden no sabía si era el frío, la pena o la ira que acumulaba a través de esa personalidad bondadosa y comprensiva, ya que le costaba descifrar las emociones que se reflejaban en el rostro apagado y sombrío de su esposa. Emily estaba en un bucle, en donde se cuestionaba, si realmente había tomado una buena decisión con respecto a su madre, pero a pesar de preguntárselo a sí misma, no encontraba aquella respuesta que la podía llenar de paz y tranquilidad. Se había acostumbrado que su alma constantemente llorara. —Em —dijo Aiden y la tomó de los hombros moviéndola con suavidad—. Em ¿estas bien? Emily no respondió, s
CAPÍTULO CINCUENTA Y UNOEmily seguía sentada en la sala de estar de su departamento, observando aquellos documentos que había pasado a retirar a la clínica de fertilidad.El doctor Thomson le había explicado sus resultados y cada uno de los procesos a seguir. Le comentó los distintos métodos de reproducción asistida y cuál era el más óptima para su caso en específico. Pero aún, cuando estaba la posibilidad de quedar embarazada por aquellos métodos, sabía que los resultados dados eran el inicio de que su matrimonio se destruyera.También sabía que Aiden no lo soportaría, ya que cada que leía aquella información, se preguntaba así misma:«¿Cómo se lo iba a decir?»«¿Cómo iba a enfrentar este problema?»«¿Cómo se lo iba a tomar él cuando conociera la verdad?»Entre más lo pensaba, ella sentía que la relación que construyeron se comenzaba a fragmentar al igual que los glaciales que se deterioran con el cambio climático, el hielo tenía fisuras y tarde o temprano las partes se caerían y s
CAPÍTULO CINCUENTA Y DOS—Infértil… —repitió Aiden, pero su voz fue tan solo un débil susurro que sacudió su cuerpo musculoso.Las palabras de Emily se repetían en su cabeza como un disco rayado tortuoso y lento, que por un segundo se sintió mareado y fuera de sitio. Se levantó del sillón y apretó sus puños dándole la espalda a su esposa.«Infértil» «Yo soy infértil» repitió en su mente sin poder creérselo. Sabía que estaba la posibilidad, pero nunca dimensionó que fuera precisamente él, siempre se autoconvenció de que Emily era el problema, y por un instante no le importó, ya que la amaba, pero este resultado cambiabas las fichas del juego.Cambiaba las expectativas que tenía en el futuro.Cambiaba absolutamente todo.Luego se giró y la contempló con verdadera angustia arraigada en el pecho, quiso llorar, maldecir, incluso patear a alguien, pero estaba rígido tratando de procesar aquella noticia que lo hundía en un bucle sin salida.—¿Cómo…?Aiden ni siquiera pudo terminar la pregu
CAPÍTULO CINCUENTA Y TRESLos siguientes días Aiden estuvo con un humor de lo peor.Llegaba tarde a casa y mayormente borracho, que esa noche no fue distinta a las anteriores.La luz de la habitación se encendió, que por un instante la mirada de Emily se encandiló. Tuvo que parpadear varias veces para acostumbrarse a la luz artificial.Luego se movió molesta de la cama, cuando su marido se lanzó sobre el colchón dando un salto como si estuviera en una piscina olímpica.Eran las dos diez de la madrugada y el aliento de Aiden le apestó alcohol cuando intentó besarla mientras deslizaba su palma por el abdomen plano para tocarle la suave y tersa piel, Emily tan solo giró su rostro y frunció la frente, que los labios resecos de su marido impactaron en su mejilla.La deshidratación del alcohol comenzaba a hacer efecto en él.—¡Carajo! —exclamó Aiden furibundo y se alejó de su esposa rodando por la cama hasta que se le acabo el colchón y cayó al suelo en un estruendoso sonido, llevándose con
CAPÍTULO CINCUENTA Y CUATRO Emily tomó el citófono para ponérselo en la oreja y de inmediato el conserje habló con un tinte de nerviosismo en su voz varonil: —Señora Preston ¿es usted? —Si, habla con ella —contestó Emily con aquella voz dulce—. Buenas noches Jack…—Ella reconoció el tono del joven conserje—. ¿A qué debo su llamado? ¿sucedió algo? Jack suspiró pesadamente por la línea. Él estaba detrás del mesón, en el hall del edificio mirando hacia los ventanales de cristales. Abajo había un escándalo de bocinas, que a Emily a penas le dejaban escuchar algo. —Si —respondió el chico que estaba de turno en la consejería—. Señora Preston tenemos un problema con el auto del Señor Aiden. Lo dejo mal estacionado —le explicó un tanto nervioso. —Bien, bajo de inmediato. Emily colgó el citófono y maldijo por quinta vez. Su marido comenzaba a caer en un espiral que se estaba tornando difícil de aguantar. A paso pesado se fue a la habitación a buscar las llaves del bugatti negro. Las enc
CAPÍTULO CINCUENTA Y CINCOJack la ayudó a subir todos los ramos de rosas, que Emily le dio una buena propina por su buena voluntad y una vez que cerró la puerta de su departamento, todo volvió como un bumerang de recuerdos.Una sensación agridulce la invadió, que se fue derrotada a la habitación matrimonial. De uno de los cajones de su tocador blanco sacó aquel cofre de los caballitos de mar y ahí guardó cada una de las tarjetas que Aiden le escribió con tanto amor.Volvió a tocar con la yema de su dedo aquella pintura del cofre, que mostraba su mayor anhelo, y se prometió a sí misma que lo conseguiría.Se desplazó hacia la cama y abrazó con fuerza por la espalda a su marido. Él balbuceó nuevamente algo incoherente y Emily dejo una hilera de besos sobre la piel de sus hombros, aspirando ese olor que emanaba de su colonia masculina. Apoyó su frente en la fuerte espalda de su marido. —¿Por qué te amo tanto? ¿Qué tipo de hechizo me hiciste? —susurró para sí misma con un pesar que envol
CAPÍTULO CINCUENTA Y SEISAiden recogió a Emily a la hora que le indicó, y un silencio atronador fue parte de ellos hasta que se estacionó en su bugatti frente la clínica de fertilidad.Ambos se bajaron y Emily en señal de apoyo entrelazó sus dedos con los de su marido.Él llevaba, en la otra mano vacía, la carpeta con la decena de exámenes que se había realizado hace semanas, y que no había tenido el valor de revisar ni leer, tan solo se había quedado con los dichos de su esposa.Saludaron a Leah avisándole de su llegada y juntos subieron las escaleras hasta el piso cuarto.El Doctor Hall los hizo pasar a la consulta casi de inmediato, que un nerviosismo los invadió a ambos. A Aiden le sudaban las manos y Emily tenía un nudo retorcido en el estómago. Se sentaron uno al lado del otro, frente del escritorio del urólogo.—Mis exámenes —avisó Aiden luego de saludar al médico con un apretón de mano y le dejó la carpeta sobre el escritorio de ébano, pero la voz le salió trémula, que él mis