CAPÍTULO CINCUENTA Y DOS—Infértil… —repitió Aiden, pero su voz fue tan solo un débil susurro que sacudió su cuerpo musculoso.Las palabras de Emily se repetían en su cabeza como un disco rayado tortuoso y lento, que por un segundo se sintió mareado y fuera de sitio. Se levantó del sillón y apretó sus puños dándole la espalda a su esposa.«Infértil» «Yo soy infértil» repitió en su mente sin poder creérselo. Sabía que estaba la posibilidad, pero nunca dimensionó que fuera precisamente él, siempre se autoconvenció de que Emily era el problema, y por un instante no le importó, ya que la amaba, pero este resultado cambiabas las fichas del juego.Cambiaba las expectativas que tenía en el futuro.Cambiaba absolutamente todo.Luego se giró y la contempló con verdadera angustia arraigada en el pecho, quiso llorar, maldecir, incluso patear a alguien, pero estaba rígido tratando de procesar aquella noticia que lo hundía en un bucle sin salida.—¿Cómo…?Aiden ni siquiera pudo terminar la pregu
CAPÍTULO CINCUENTA Y TRESLos siguientes días Aiden estuvo con un humor de lo peor.Llegaba tarde a casa y mayormente borracho, que esa noche no fue distinta a las anteriores.La luz de la habitación se encendió, que por un instante la mirada de Emily se encandiló. Tuvo que parpadear varias veces para acostumbrarse a la luz artificial.Luego se movió molesta de la cama, cuando su marido se lanzó sobre el colchón dando un salto como si estuviera en una piscina olímpica.Eran las dos diez de la madrugada y el aliento de Aiden le apestó alcohol cuando intentó besarla mientras deslizaba su palma por el abdomen plano para tocarle la suave y tersa piel, Emily tan solo giró su rostro y frunció la frente, que los labios resecos de su marido impactaron en su mejilla.La deshidratación del alcohol comenzaba a hacer efecto en él.—¡Carajo! —exclamó Aiden furibundo y se alejó de su esposa rodando por la cama hasta que se le acabo el colchón y cayó al suelo en un estruendoso sonido, llevándose con
CAPÍTULO CINCUENTA Y CUATRO Emily tomó el citófono para ponérselo en la oreja y de inmediato el conserje habló con un tinte de nerviosismo en su voz varonil: —Señora Preston ¿es usted? —Si, habla con ella —contestó Emily con aquella voz dulce—. Buenas noches Jack…—Ella reconoció el tono del joven conserje—. ¿A qué debo su llamado? ¿sucedió algo? Jack suspiró pesadamente por la línea. Él estaba detrás del mesón, en el hall del edificio mirando hacia los ventanales de cristales. Abajo había un escándalo de bocinas, que a Emily a penas le dejaban escuchar algo. —Si —respondió el chico que estaba de turno en la consejería—. Señora Preston tenemos un problema con el auto del Señor Aiden. Lo dejo mal estacionado —le explicó un tanto nervioso. —Bien, bajo de inmediato. Emily colgó el citófono y maldijo por quinta vez. Su marido comenzaba a caer en un espiral que se estaba tornando difícil de aguantar. A paso pesado se fue a la habitación a buscar las llaves del bugatti negro. Las enc
CAPÍTULO CINCUENTA Y CINCOJack la ayudó a subir todos los ramos de rosas, que Emily le dio una buena propina por su buena voluntad y una vez que cerró la puerta de su departamento, todo volvió como un bumerang de recuerdos.Una sensación agridulce la invadió, que se fue derrotada a la habitación matrimonial. De uno de los cajones de su tocador blanco sacó aquel cofre de los caballitos de mar y ahí guardó cada una de las tarjetas que Aiden le escribió con tanto amor.Volvió a tocar con la yema de su dedo aquella pintura del cofre, que mostraba su mayor anhelo, y se prometió a sí misma que lo conseguiría.Se desplazó hacia la cama y abrazó con fuerza por la espalda a su marido. Él balbuceó nuevamente algo incoherente y Emily dejo una hilera de besos sobre la piel de sus hombros, aspirando ese olor que emanaba de su colonia masculina. Apoyó su frente en la fuerte espalda de su marido. —¿Por qué te amo tanto? ¿Qué tipo de hechizo me hiciste? —susurró para sí misma con un pesar que envol
CAPÍTULO CINCUENTA Y SEISAiden recogió a Emily a la hora que le indicó, y un silencio atronador fue parte de ellos hasta que se estacionó en su bugatti frente la clínica de fertilidad.Ambos se bajaron y Emily en señal de apoyo entrelazó sus dedos con los de su marido.Él llevaba, en la otra mano vacía, la carpeta con la decena de exámenes que se había realizado hace semanas, y que no había tenido el valor de revisar ni leer, tan solo se había quedado con los dichos de su esposa.Saludaron a Leah avisándole de su llegada y juntos subieron las escaleras hasta el piso cuarto.El Doctor Hall los hizo pasar a la consulta casi de inmediato, que un nerviosismo los invadió a ambos. A Aiden le sudaban las manos y Emily tenía un nudo retorcido en el estómago. Se sentaron uno al lado del otro, frente del escritorio del urólogo.—Mis exámenes —avisó Aiden luego de saludar al médico con un apretón de mano y le dejó la carpeta sobre el escritorio de ébano, pero la voz le salió trémula, que él mis
CAPÍTULO CINCUENTA Y SIETE—Te dejo esto aquí, por si quieres leerlo —anunció Emily y dejó la carpeta con los documentos de la clínica de fertilidad y la información sobre el proceso de reproducción asistida sobre la mesita de centro—. Ahí están las indicaciones del médico. Avísame, si quieres que esto funcione.El joven matrimonio recién llegaba al departamento. Era hora de almuerzo, pero ninguno quería comer. A ambos el apetito se les había esfumado como arte de magia.Aiden apoyó sus codos en sus rodillas y junto sus manos. Se quedó sentado en el sillón mirando fijamente la carpeta, pensando en cómo este proceso afectaría y cambiaría sus vidas.En tanto Emily se fue a la habitación con los hombros cabizbajos, cerró la puerta de su dormitorio y llamó a su mejor amiga.Ella se puso el celular en la oreja y comenzó a deambular por la habitación, esperando que Adele le contestará. Emily no quería quedarse encerrada llorando, por eso recurrió a la alemana.—Hola Adele —saludó Emily trat
CAPÍTULO CINCUENTA Y OCHOLa música estaba alta, la pista a reventar de gente y el calor era sofocante.Todos bailaban al ritmo de la salsa que mezclaba el Dj en la discoteca “Latín Fest”. La buena onda vibraba al igual que la sangre caliente, pero Emily tan solo se apartó de todo aquel que la invitó a bailar, buscando a su amiga.Se maldijo un par de veces, porque nunca se había sentido cómoda en estos ambientes.Las luces flúor la mareaban al igual que la bola brillosa que giraba y giraba.Aunque con Aiden siempre era la excepción, ya que su marido era un excelente bailarín, a pesar de que lo negaba, por eso en ocasiones se iba de fiesta con él, como el aniversario que celebraron en las Vegas.Sacudió la cabeza disipando los pensamientos que la colocaban triste y por fin vio la cabellera rubia de Adele, que estaba coqueteando con un chico alto y guapo cerca de las escaleras para subir al salón Vip.La amiga de Emily usaba un extravagante vestido celeste y corto, que combinaban con s
CAPÍTULO CINCUENTA Y NUEVE Vicent Cameron, el magnate de los frijoles, estaba abrazando a Em, en un gesto demasiado comprometedor, que Daphne y Lucca que también estaban en el Vip, no desaprovecharon la oportunidad para sacarles una foto. —Aiden enloquecerá —le susurró Daphne al oído al italiano. Ella se mantenía sentada en sus piernas, acurrucada en el fuerte pecho de Lucca. Aún tenía mareos, por lo que decidió no tomar ni comer nada. Lucca le acariciaba las piernas desnudas mientras que sus ojos azules estaban fijos en la esposa de su primo, que la encontraba una gema, entre tanta piedra vacía y hueca. —Envíasela ahora —ordenó Lucca con voz ronca, que mandó al cerebro de Daphne una oleada de excitación—. Quiero ver como arde troya por culpa de Aiden otra vez. —Sabes que vendrá para acá como un loco ¿no? —Otro escándalo más a su repertorio. —Lucca se sobó la barbilla y ancló sus ojos a las pupilas mieles de la chica—. ¿Debería llamar algún medio de farándula? —Yo creo que sí.