CAPÍTULO SETENTA Y DOSDos días antes de que se celebrara año nuevo.Emily se sentó con su marido a conversar.Le planteó las posibilidades de volver a someterse al tratamiento de fertilidad, pero Aiden se negó a todas las posibilidades que ella expresaba como meta a corto plazo.—Por favor cariño —rogó Emily con los ojos achinados de tanto llorar—. Intentémoslo una segunda vez, pero ahora no le digamos a nadie. Solo nosotros. Que sea un secreto.Aiden sacudió la cabeza en negativa y se pasó los dedos por el cabello dando un largo bufido de resignación. Tenía miedo de que su esposa perdiera la cordura por la obstinación de querer tener un hijo.—Estás débil, te creaste una anemia y tu útero está demasiado dañado como para soportar una segunda implantación —le advirtió Aiden para que tomara conciencia de su propia vida—. Mi respuesta es no, Emily. No dejare que te vuelvas a someter a el tratamiento.—¿Y tú empresa? ¿Qué harás con la fortuna que perderas?—A la mierda con la empresa —Ai
CAPÍTULO SETENTA Y TRESTodos se abrazaron con efusividad deseándose los mejores deseos para el año que venían.Algunos habían cumplido algunos rituales como salir a dar vuelta con una maleta, comer doce uvas y también la cucharada de lenteja para la buena suerte.Pero no era lo mismo para la joven pareja.Emily se mantuvo sentada en el mini bar, tomándose una copa de champagne, mientras escuchaba como los fuegos artificiales reventaban en el hermoso cielo oscuro llenándose de colores. Ya todos sabían que ella había tenido un aborto, pero lo que nadie conocía era que a voluntad propia y aun sabiendo las consecuencias de estar débil y con anemia, igual exigió a la clínica que le hicieran la implantación de los dos embriones que habían vitrificado.No le importaba perderlo, después de todo su matrimonio estaba roto.Lucca bebió un poco de alcohol, se relamió los labios y se acercó a ella, sentándose a un lado. dejo el vaso sobre la barra y contemplo a la esposa de su primo con autenti
CAPÍTULO SETENTA Y CUATROAdele en la desesperación marcó el número de Alex. Su pecho estaba inquieto y tenia un mal presentimiento, agradeció que Alex le contestara casi de inmediato.—¿Me extrañas bombón? —contestó Alex burlón.El menor de los Preston había comenzado a beber licores fuertes en grande, ya que necesitaba apagar sus sentidos y todas las cosas que sabia, después de ver a su cuñada con otro, que no era nada menos que su primo.—Idiota —escupió Adele apretando el celular en la palma de su mano, por lo imprudente, ya que Vicent le lanzo una mirada curiosa—. Necesito la habitación de Lucca. ¡Urgente!—¡Caramba! ¿Ahora quieres ir por mi primo?—Alex no estoy jugando. —advirtió Adele entre dientes—. Esto es de vida o muerte. ¡Dame la maldita dirección ahora!—Bien, está en la suite presidencial, pero no lo vi solo —anunció recordando como Emily se había besado con su primo—. Pero ¿Para qué lo quieres? ¿Quién está en peligro? Lucca es un zorro astuto. Ten cuidado Adele…Adele
CAPÍTULO SETENTA Y CINCO Alex llegó aquella habitación con los pulmones en la boca, apenas leyó el mensaje que Adele le había enviado, avisándole de la tragedia, corrió hacia la habitación en donde estaba su cuñada. Se puso pálido con lo que vio y por un breve instante se quedó estático en el umbral de la habitación, sin saber que hacer ni decir. Lucca estaba amarrado con cuerdas en sus manos y pies, el rostro amoratado y la sangre le escurría de la nariz, boca y cabeza. Estaba botado en el suelo, inconsciente, por la paliza que le había dado Cameron. En tanto Emily estaba en la cama, con la ropa rasgada, pero tapada con una sábana blanca, mientras el paramédico le sacaba sangre. —Lucca drogó a Emily —dijo Adele cuando vio a Alex—. M****a la drogo con alguna sustancia…—repitió nerviosa—. Ese hijo de puta iba aprovecharse de ella en su estado de vulnerabilidad. —Yo los vi besándose —se excusó Alex, mientras se tocaba la nuca, avergonzado. —¡La estaba forzando! —le gritó Adele co
CAPITULO SETENTA Y SEISEmily apenas se recuperó y abrió sus ojos, quiso ir en busca de su marido. Algo le decía que todo se iba a ir al carajo, por eso movió las sábanas y se sacó el suero intravenoso que su piel sangro.—Calma Emi. Debes descansar —le pidió Adele tratando de calmar a su amiga.—No puedo… quiero ver a Aiden. Quiero verlo, Ad.Adele frunció la frente y miró mal a su amiga.—Ese imbécil nunca apareció en toda la noche —espetó la alemana enojada—. Jamás se preocupó por ti ni siquiera contesto las llamadas de nadie. Es hora de que comiences a ponerte de prioridad tu. Mira lo que sucedió en su ausencia.—Adele es mi marido —Em volvió a excusar a Aiden—. Necesito verlo y explicarle todo lo que sucedio. Lo quiero a mi lado—Estas obsesionada con él y no lo quieres ver. Tiene un marido que no se preocupó por tu bienestar, ni siquiera cuando intentaron abusar de ti.La voz de Vicent retumbo en sus oídos, ella contempló al magnate que estaba de brazos cruzados apoyado en la pa
CAPÍTULO SETENTA Y SIETEEl juicio se realizó una semana después y Aiden se enteró de todo el abuso que sufrió su esposa por Alex, ya que el menor de los Preston cuando confirmó la noticia de que su cuñada estaba con Lucca, aun no sabía la verdad de aquel acto barbárico que estaban cometiendo contra su cuñada.A Aiden el sentimiento de culpa lo destruyó, que no hizo otra cosa que acercarse al juzgado para redimirse a los pies de Emily. Ella iba acompañada de Alex, de Vicent y de Adele.A Lucca lo habían sentenciado a siete años a la cárcel por abuso y por provocar un aborto, sin beneficio alguno y con eso Emily pensaba largarse de Australia para comenzar una nueva vida. Bajó las escaleras del juzgado con un poco de alivio, ya que Lucca pagaría su crimen, cuando el hombre que le destruyo el corazón se le cruzó al frente.—Emily —La voz de Aiden retumbo en sus oídos—. ¿Podemos hablar?A Emily el corazón se le acelero, pero trato de endurecer lo poco que le quedaba de buenos sentimientos
CAPÍTULO SETENTA Y OCHOEmily bajó del taxi sintiendo aquel nudo en la garganta que no desaparecía. Frente suyo se encontraba el alto edificio de espejos en el cual se encontraba la persona que más amaba en el mundo.Se limpió un par de lágrimas que rodaron por sus mejillas y respiró profundo. —Estaré bien —se dijo así misma y entró buscando al despacho del abogado que estaba en el sexto piso de aquel inmueble tan lujoso.Sus hombros cabizbajos y su mirada perdida lo decían todo; su matrimonio se estaba rompiendo por una mentira y por una infidelidad que difícilmente podría perdonar algún día.Cada que cerraba sus ojos veía, al que pronto iba a ser su exmarido, con aquella mujer que siempre le hizo la vida imposible desde que ella tenía recuerdos. Pero ya todo estaba dicho y escrito, por eso cuando se abrieron las puertas del ascensor, entró a la oficina con una sola meta fija en su mente y era huir de aquel lugar en el que ya no se sentía amada ni respetaba.No estaba en condicion
CAPÍTULO SETENTA Y NUEVEEmily salió de aquel despacho de abogados con el corazón destrozado por todo el dolor que Aiden le estaba haciendo pasar.Cuando llegó a la acera de la calle principal, hizo parar un taxi con la mano, que tomó en dirección al departamento de su fiel amiga. Mientras el taxi se alejaba de aquel edifico en donde había dejado su alma, las lágrimas en sus ojos volvían aparecer derramándose en sus mejillas y hasta por su cuello.Para Emily ya nada tenía sentido en su vida, había primero perdido a su familia de sangre, y ahora a su familia política. Pero le dolía aún más perder a su marido por una mentira y una traición que él como ingenuo e imbecil habia caido en las trampas del enemigo. Se tocó el vientre plano y un sollozo se le escapó de sus labios partidos y resecos. Pronto su vientre crecería, y si así era la voluntad de Dios y del cielo, tendría dos pequeñitos Preston sanitos entre sus brazos. Dos niños a los cuales darle todo su amorSentía que por fin uno d