CAPÍTULO SESENTA Y NUEVE—Embarazada —repitió Aiden sin poder entenderlo.La borrachera se le espantó tanto, que ahora quedó aturdido por la incertidumbre. Aiden sostuvo de la muñeca a Emily y la levantó del escritorio. Sus rostros estaban a menos de un centímetro de besarse. Ella la boca se le secó y él la miró con un brillo especial a los ojos oscuros buscando si había algo de broma en sus palabras.—¿Estás segura? —cuestionó aun con la duda en su garganta. —Bueno… —Emily dudó mordiéndose los labios y luego suspiró resignada—. Hoy me hice cinco test y salieron positivo. —Ella miró hacia atrás, hacia el reloj de pared que marcaban la una de la madrugada—. Y en unas horas tengo hora con el ginecólogo Thompson.Una lenta, pero perezosa sonrisa se extendió en los labios de Aiden, que, por un breve instante de felicidad, olvidó la rabia, olvidó su ego y olvidó todos los prejuicios.«¿Qué más da como su hijo fue concebido?» Pensó él «Ella está embarazada de mí y lo demás no importa»Aide
CAPÍTULO SETENTALa cena de navidad se realizó en uno de los hoteles más lujos de los Preston.El árbol gigante que estaba en el hall del hotel se iluminó con decena de colores y bolas de distintos tamaños que resaltaban en el verde de sus hojas de aquel pino que simulaba a uno real.Los niños cantaron villancicos navideños de alegría a su alrededor, que fue un espectáculo para emocionarse hasta la médula, que más de un huésped derramó una lagrimilla recordando a los que ya no estaban con nosotros.Muchas tragedias habían ocurrido en el mundo, por eso todos los presentes agradecían un año mas por estar vivos.Marie Cox, Adrián Preston y Alex Preston estaban a la espera del joven matrimonio, impacientes, porque llegaron con una hora de retraso a la cena planeada hace más de un mes.Emily entró al hotel junto a Aiden, con los dedos entrelazados el uno con el otro, muy acaramelados y con la felicidad explotándoles por los poros por aquella noticia que los tenían muy ilusionados hace días
CAPÍTULO SETENTA Y UNOEmily se desplomó en los brazos de Aiden quien la alcanzo a sostener, ante la atenta mirada de todos que veían el espectáculo con horror.Sus ojos verdes se ensancharon y no la pensó dos veces, en llevarla a la clínica de Sídney. Se montó en su bugatti negro y manejó a toda velocidad por las calles de la ciudad que estaban atestadas de vehículos, esquivando a los demás autos, tocando bocinas e incluso transgrediendo el límite de velocidad permitido y pasándose los semáforos rojos.El joven empresario, lo único que pensaba era en llegar a tiempo, para salvar a su esposa e hijo. Necesitaba con todas sus fuerzas que ellos estuvieran bien.Marie, Adrián y Alex venían en al auto de atrás, también con el corazón errático de duda e incertidumbre por el estado de Emily. —¡Ayuda! —gritó desesperado Aiden cuando entró al hospital con su esposa en los brazos cargándola al estilo princesa. Emily se había desmayado y no reaccionaba—. Por favor que alguien me ayude. ¡Necesi
CAPÍTULO SETENTA Y DOSDos días antes de que se celebrara año nuevo.Emily se sentó con su marido a conversar.Le planteó las posibilidades de volver a someterse al tratamiento de fertilidad, pero Aiden se negó a todas las posibilidades que ella expresaba como meta a corto plazo.—Por favor cariño —rogó Emily con los ojos achinados de tanto llorar—. Intentémoslo una segunda vez, pero ahora no le digamos a nadie. Solo nosotros. Que sea un secreto.Aiden sacudió la cabeza en negativa y se pasó los dedos por el cabello dando un largo bufido de resignación. Tenía miedo de que su esposa perdiera la cordura por la obstinación de querer tener un hijo.—Estás débil, te creaste una anemia y tu útero está demasiado dañado como para soportar una segunda implantación —le advirtió Aiden para que tomara conciencia de su propia vida—. Mi respuesta es no, Emily. No dejare que te vuelvas a someter a el tratamiento.—¿Y tú empresa? ¿Qué harás con la fortuna que perderas?—A la mierda con la empresa —Ai
CAPÍTULO SETENTA Y TRESTodos se abrazaron con efusividad deseándose los mejores deseos para el año que venían.Algunos habían cumplido algunos rituales como salir a dar vuelta con una maleta, comer doce uvas y también la cucharada de lenteja para la buena suerte.Pero no era lo mismo para la joven pareja.Emily se mantuvo sentada en el mini bar, tomándose una copa de champagne, mientras escuchaba como los fuegos artificiales reventaban en el hermoso cielo oscuro llenándose de colores. Ya todos sabían que ella había tenido un aborto, pero lo que nadie conocía era que a voluntad propia y aun sabiendo las consecuencias de estar débil y con anemia, igual exigió a la clínica que le hicieran la implantación de los dos embriones que habían vitrificado.No le importaba perderlo, después de todo su matrimonio estaba roto.Lucca bebió un poco de alcohol, se relamió los labios y se acercó a ella, sentándose a un lado. dejo el vaso sobre la barra y contemplo a la esposa de su primo con autenti
CAPÍTULO SETENTA Y CUATROAdele en la desesperación marcó el número de Alex. Su pecho estaba inquieto y tenia un mal presentimiento, agradeció que Alex le contestara casi de inmediato.—¿Me extrañas bombón? —contestó Alex burlón.El menor de los Preston había comenzado a beber licores fuertes en grande, ya que necesitaba apagar sus sentidos y todas las cosas que sabia, después de ver a su cuñada con otro, que no era nada menos que su primo.—Idiota —escupió Adele apretando el celular en la palma de su mano, por lo imprudente, ya que Vicent le lanzo una mirada curiosa—. Necesito la habitación de Lucca. ¡Urgente!—¡Caramba! ¿Ahora quieres ir por mi primo?—Alex no estoy jugando. —advirtió Adele entre dientes—. Esto es de vida o muerte. ¡Dame la maldita dirección ahora!—Bien, está en la suite presidencial, pero no lo vi solo —anunció recordando como Emily se había besado con su primo—. Pero ¿Para qué lo quieres? ¿Quién está en peligro? Lucca es un zorro astuto. Ten cuidado Adele…Adele
CAPÍTULO SETENTA Y CINCO Alex llegó aquella habitación con los pulmones en la boca, apenas leyó el mensaje que Adele le había enviado, avisándole de la tragedia, corrió hacia la habitación en donde estaba su cuñada. Se puso pálido con lo que vio y por un breve instante se quedó estático en el umbral de la habitación, sin saber que hacer ni decir. Lucca estaba amarrado con cuerdas en sus manos y pies, el rostro amoratado y la sangre le escurría de la nariz, boca y cabeza. Estaba botado en el suelo, inconsciente, por la paliza que le había dado Cameron. En tanto Emily estaba en la cama, con la ropa rasgada, pero tapada con una sábana blanca, mientras el paramédico le sacaba sangre. —Lucca drogó a Emily —dijo Adele cuando vio a Alex—. M****a la drogo con alguna sustancia…—repitió nerviosa—. Ese hijo de puta iba aprovecharse de ella en su estado de vulnerabilidad. —Yo los vi besándose —se excusó Alex, mientras se tocaba la nuca, avergonzado. —¡La estaba forzando! —le gritó Adele co
CAPITULO SETENTA Y SEISEmily apenas se recuperó y abrió sus ojos, quiso ir en busca de su marido. Algo le decía que todo se iba a ir al carajo, por eso movió las sábanas y se sacó el suero intravenoso que su piel sangro.—Calma Emi. Debes descansar —le pidió Adele tratando de calmar a su amiga.—No puedo… quiero ver a Aiden. Quiero verlo, Ad.Adele frunció la frente y miró mal a su amiga.—Ese imbécil nunca apareció en toda la noche —espetó la alemana enojada—. Jamás se preocupó por ti ni siquiera contesto las llamadas de nadie. Es hora de que comiences a ponerte de prioridad tu. Mira lo que sucedió en su ausencia.—Adele es mi marido —Em volvió a excusar a Aiden—. Necesito verlo y explicarle todo lo que sucedio. Lo quiero a mi lado—Estas obsesionada con él y no lo quieres ver. Tiene un marido que no se preocupó por tu bienestar, ni siquiera cuando intentaron abusar de ti.La voz de Vicent retumbo en sus oídos, ella contempló al magnate que estaba de brazos cruzados apoyado en la pa