CAPÍTULO CIENTO SETENTA Y UNO—Bueno yo no lo soy, —refutó Aiden con mucha calma, ya que él comenzaba asimilar la magnitud de sus acciones y errores, por eso estaba dispuesto a enmendar todo el daño que le había hecho a su esposa—. No soy inocente como ese niño, pero esas son mis condiciones. Tú eliges Emily. Es todo o nada.Emily se dio cuenta que su esposo estaba jugando el mismo juego que ella.«¡Joder!» Em maldijo dentro de sí, ya que ella sentía que para Aiden todo era una competencia en donde él tenía que ganar, que se levantó de la cama con una sensación de frustración en medio de su pecho. Caminó de un lado a otro mordiéndose la uña de su dedo pulgar y sin importarle que su marido le mirara con una atención desmedida.Pensó y pensó, pero no llegaba a ninguna conclusión clara. Luego ella se detuvo y se ancló en los ojos esmeraldas de Aiden, que esperaba pacientemente a que ella asimilara la magnitud de su petición. —Nuevamente me estas condicionando, tus condiciones siempre m
CAPÍTULO CIENTO SETENTA Y DOSDespués de que la familia Preston saliera con los niños a la playa y al parque, y de haber cenado todos juntos, Emily se levantó del living y se fue con Nate en sus brazos para darle una ducha, sin embargo, Aiden nuevamente se le cruzó en el camino.—¿Qué? —espeto Em con el ceño fruncido.Aiden miró a Nate con un poco de lastima, que el pequeño por inercia se abrazó y escondió en el cuello de Emily.—Debería dormir en la pieza de invitados —sugirió él.Emily suspiró y asintió, luego paso por su lado para subir las escaleras, pero Aiden no se rindió, ya que la tomo del brazo deteniéndola una vez más.—¿Y ahora? —preguntó Emily un tanto desconcertada por la actitud de su marido. —Esto es temporal —avisó él—. Mañana llamare a la decoradora de interiores para que acomode la habitación como la de Elian y… —Aiden se rascó la nuca con algo de nerviosismo, ya que no estaba seguro de lo siguiente que diría, pero igual lo dijo—. Creo que deberíamos ir de compras
CAPÍTULO CIENTO SETENTA Y TRESDespués de que la familia Preston saliera con los niños a la playa y al parque, de cenar todos juntos en el comedor y de estar charlando en la sala de estar, Emily se levantó del sillón y le pidió a Nate que la acompañara.El pequeño de ojos azules con una sonrisa en su rostro corrió a sus brazos. Ella lo cargo de inmediato, sin embargo, Elian se levantó del suelo y dejando sus juguetes de lado, también fue a su encuentro.—Cariño —susurró Emily tocándole la carita a Elian que se había abrazado a sus piernas, como si tuviera la intención de detenerle—. Le iré a dar una ducha a tu primo y luego vuelvo por ti ¿de acuerdo? Elian negó con la cabeza e hizo un puchero. Sus ojos con heterocromía se tornaron brillosos, casi a punto de llorar, que ella no tuvo el corazón de dejarlo solo ni de decirle que se quedara en la sala de estar, por eso saco fuerzas y decidió cargar a su hijo también, así aprovechaba de darle una ducha a ambos.—¿Te ayudo Em? —cuestionó s
CAPÍTULO CIENTO SETENTA Y CUATRO—Por el momento tu habitación será esta —le contó Emily, reemplazando la tristeza que ella sentía con una sonrisa sincera, a Nate—. En unos días la decoraremos todo como la habitación de Elian. Tendrás tu propia ropa y tus propios juguetes.Elian puso los ojos en blanco y se metió dentro de las sábanas de la cama blanca, ese gesto a Emily le sorprendió.—¿No dormirás en tu cama? —cuestionó su madre.Elian frunció el ceño y negó, sin dejar de acomodarse la tela de seda sobre su pecho. Emily no pudo evitar reírse y llenarle la cara de besos, ya que Elian se estaba tomando muy en serio eso de ser el protector de Nate.—Te amo —susurró Emily—. Te amo mucho mi amor.—Te amo mami —repitió Elian.Luego Emily se enfocó en Nate que los miraba atentamente.—A ti también cariño —dijo Em y besó su frente.Nate se acomodó al lado de su primo y Emily fue en busca de unos de los cuentos infantiles, que tenía en la habitación de Ada.Ella les contó el cuento de “Peter
CAPÍTULO CIENTO SETENTA Y CINCOLa noche cayó por completo y Emily nuevamente estaba agotada. Recién se había quedado dormida Ada, después de intentar contarle como cinco cuentos infantiles.Ella salió de la habitación de su hija masajeándose los hombros y cruzó a su habitación, pero apenas entro su cuerpo tembló de algo que ella no quería sentir.Aiden estaba de espalda, al lado de la cama de dos plazas, desabrochándose la camisa. —Lo siento —susurró Emily sin dejar de mirarle como Aiden se sacaba la camisa y mostraba la espalda tan tonificada que tenía, era prácticamente una pared de músculos. Aiden la miró por encima del hombro.—Em no tengo nada nuevo que mostrar —dijo Aiden encogiéndose de hombros. Luego volvió a mirar hacia sus pantalones para bajarse el cierre.Emily rodó su anillo de plata que llevaba en su dedo índice y torció los labios al darse cuenta que era pésima idea dormir en una misma cama, pero en la conversación de hace un rato, había sido una emboscada letal la
CAPÍTULO CIENTO SETENTA Y SEISAiden movió las frazadas de la cama matrimonial y se metió en ella, quedando de espaldas en el suave colchón. Un brazo lo tenía bajo de su nuca y la otra mano en su estómago. Su vista estaba fija en el techo blanco, esperando a que saliera Emily del baño.La joven salió media hora después con la ropa del día entre sus manos, Aiden se relamió los labios secos al verla y tragó saliva con fuerza por el camisón rojo que estaba usando. Él había olvidado que también amaba la seda, ya que esa tela en particular a Emily siempre le quedaba bien.Ella cruzó la habitación con un caminar lento y sexual y dejó todo en uno de los banquillos que tenía al pie de la cama. Aiden por un segundo pensó que perdería la cordura ante semejante belleza, ya que, a pesar de los años, Emily seguía siendo la misma mujer de la cual se enamoró perdidamente.Emily sintió el fuego que emana la mirada esmeralda de su ex marido o marido; casi quiso reírse al pensar en Aiden como su marido
CAPÍTULO CIENTO SETENTA Y SIETEAiden se quedó en vela casi toda la noche, pensando en las palabras tan certeras de Emily.«Ninguno de los dos se hace bien para el otro» repitió su mente.Él tenía claro que no era una blanca paloma, y que ambos eran un caos ahora mismo, con decenas de problemas que resolver, pero no estaba dispuesto a perderla, ya que no podía visualizar un futuro sin ella. Aunque hoy ganaría una batalla, ya que Emily finalmente le daría la potestad de llevar su apellido a los mellizos, que supuso que no todo estaba perdido.Él giró su rostro a su lado e intentó moverse al lado de Emily para tenerla más cerca, quería abrazarla y acurrucarse a su lado, pero se lo impidió su pequeña hija que yacía bajo su bíceps. Ada estaba apoyada en su pecho y aferrada a sus costillas, durmiendo con la boca abierta y babeando parte de su mandíbula. Aiden acarició su cabello lacio, que lo tenía negro como la noche y besó la frente de su hija. Luego alzó su mirada hacia Emily que tamb
CAPÍTULO CIENTO SETENTA Y OCHOAiden cortó la llamada cuando el Dr. Bulley le dio todas las indicaciones para retirar el cuerpo de ella. Le explicó que Daphne pasaría a la morgue que estaba en el subterráneo del hospital, por lo que tendría que llenar algunos papeles y documentos para poder sacarle de ese lugar, además de contratar una funeraria para los servicios del sepelio del difunto.Aiden sintió la garganta seca, que tragó saliva con fuerza pensando en todo lo que se vendría con Emily y con Nate.«Ahora si todo va a cambiar» pensó, al mismo tiempo que se sentaba en el sillón de cuero blanco de la sala de estar del segundo piso; esa sala de descanso que estaba en el centro de todas las habitaciones y que daba a las escaleras de vidrio para bajar a la primera planta de la casa.Él dejó el celular a su lado, sobre el sillón, y se pasó las manos por la cara, frustrado con la situación, ya que él quería que Daphne estuviera muy lejos de todos, pero no al nivel de desear su muerte, au