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Amar A Muerte
Amar A Muerte
Por: Lady Vivian
Capítulo 1 :Cuatro Años Después

Guadalajara , México 

Observaba serenamente al hombre frente a mi

mientras Rogelio golpeaba su rostro con brutalidad.

Juan, se encontraba a un lado junto a otros dos hombres de Octavio mirando la escena enojado.

— Creo que ya fue demasiado Nuray –Musita a mi lado —. Era que aprendiera lección no matarlo a golpes.

—¿Estás teniendo piedad por la vida de otra persona que no seas tú? —Lo miró fijamente con burla y su mirada se endurece —. Que no se te olvide que las órdenes las doy yo y si no te gusta lo que vez entonces te puedes marchar de una buena vez.

Le hago una seña a Rogelio para que se detenga, levantó su rostro mientras su cuerpo se encuentra suspendido de cadenas que sujetan sus muñecas.

—Aprieta las cadenas.

Hace lo que le pido y continúa apretando las cadenas haciendo que grite de dolor mientras trata de retorcerse.

—Octavio no dio órdenes de esto —Vuelve a musitar a mis espaldas —. Rogelio suéltalo es suficiente.

Me giro, camino hasta quedar parada a centímetros frente a él.

—Me importa un carajo si Octavio no dio estas órdenes, la que está al mando en estos momentos soy yo —Impongo molesta —. Si doy una orden se cumple sin darme contra así que no agotes mi paciencia.

Me giró, vuelvo a prestar atención a el maldito hombre.

—El que seas la putita personal de Octavio no te hace jefa también.

Suelta con burla haciendo mi paciencia llega a su fin.

Me giro desenfundando mi arma de mi cintura, me acerco apuntando en medio de su frente y sin ningún tipo de contemplación jalo el gatillo soltando un disparo y acabar con su vida frente a los demás hombres.

—Mis órdenes no se cuestionan –Susurró enojada —. Desháganse de su maldito cuerpo.

El hombre a mi lado asiente, le pide ayuda a uno de los hombres de la puerta para arrastrar su cuerpo.

Me giró mirando nuevamente hacía adelante y me encuentro con la mirada de desaprobación de Rogelio.

—Era uno de los pocos hombres de confianza de Octavio, cuándo se enteré se enojará —Niega y vuelvo a guardar mi arma —. Es mejor que terminemos pronto aquí, tenemos que abordar el avión ya si queremos llegar a tiempo.

— Suéltalo, que lo lleven a las celdas de abajo y lo encierren —Trato de calmarme —. Ya veremos después que haremos con él.

Rogelio les pide a los hombres en la habitación que lo suelten y se lo lleven, camina a mi lado y salimos de aquel sótano para ir a la casa por nuestras maletas he ir al aeropuerto y abordar el jet lo más pronto.

Habían pasado casi cuatro años desde aquel horroroso día, Octavio acepto mi oferta y con el paso del tiempo me gane su confianza.

Luego de un año ya sabía mucho de sus tantos negocios y como se manejaban, me había convertido su mano derecha en todo inclusive si hasta de matar se trataba siempre y cuando fueran escorias que se lo merecían al explotar mujeres tal y cómo lo hacía antes su padre.

El por alguna razón dejo de prostituir chicas y decidió meterse al negocio del narcotráfico tomando algunas ciudades de México y en otras ganándose enemigos.

Algunas personas lo conocían como un empresario en México sin saber de sus turbios negocios. Esa era su fachada de pretexto para disimular tanto dinero.

Yo me encargaba de llevar los negocios menores, ver que sus hombres acatarán sus órdenes y ver que todo estuviera en orden de acuerdo a la distribución de su mercancía en las calles, pero siempre que daba con algún hijo de puta que fuera proxeneta la rabia podía más que yo y daba la orden de traerlos para torturarlos y matarlos.

Eso le ha traído muchos problemas a Octavio ya que se trataba de jefes de organizaciones y él debía encargarse de las consecuencias, pero siempre sabía cómo manejarlo a mi antojo.

Me había convertido en una maldita asesina, no tenía escrúpulos con nadie que no se lo mereciera.

Tuve que volverme en una maldita perra si quería vengarme de Octavio y cuidar de los seres que más amaba aun cuando no pude evitar perder a Dante.

Cuando ya tenía más libertad y confianza mande a investigar algún indicio que me dijera que Dante vivo, pero no había noticia alguna de él, todo arrojaba que había muerto, aunque los noticieros nunca hablaron de ello.

De John tampoco había rastros y me temía que el estuviera muerto o quizás escondido huyendo de todo esto.

De Mariana y Bruno si pude encontrar información, ellos se habían mudado al poco tiempo a Italia, y aunque muchas veces traté de llamarlos para hacerles saber que estaba bien, Octavio nunca me lo permitió y le dijo que si los quería mantener vivos entonces debía mantenerme lejos de ellos.

Había encontrado la manera de disimular mi desagrado por el de cierta manera y de verme fuerte ante todos, pero en las noches no podía evitar llorar en un rincón de la habitación o debajo de mis sábanas cuándo los recuerdos junto a Dante invadían mi mente.

Mi corazón se estrujaba y mi pecho quemaba   al recordar su voz, su mirada, sus manos recorriendo mi cuerpo. Era sumamente doloroso, pero aún más cuando las imágenes de aquel día se reproducían en mi mente hacían que me quisiera volver loca.

No aceptaba la idea de que el no estuviera ya en este mundo, él no podía haber muerto por mi culpa, menos cuando ya teníamos algo lindo juntos.

Salgo de mis pensamientos antes que las lágrimas salgan de mis ojos.

Llegamos a la mansión, aquel imperio que siempre estaba rodeado de hombres armados y aunque era muy llamativo no todo el mundo lo notaba por la ubicación en la que estaba y mucho más si tienes a parte de lo a gobernantes de la ciudad comprados.

Al entrar los chicos me saludan, subo rápidamente a mi habitación buscando la razón por la cual me he mantenido viva y por la cual me volví fuerte dentro de todo.

Al abrir la puerta me ve, se levanta y corre a mis brazos haciéndome sonreír.

—Mamá —Beso sus mejillas —. ¿Dónde tú estabas?

—Solucionando un pequeño problema mi amor.

Dominic fue mi fuerza en medio de tanto dolor por haber perdido a Dante.

Cuatro meses después de toda la tragedia me enteré que estaba embarazada de Dante, cuando Octavio se enteró su enojo fue más que evidente pero luego aceptó siempre y cuando dejara que mi hijo lo viera como su padre.

Durante el embarazo me dio fuerzas para soportar esta vida y cuando nació se volvió mi ancla y mi razón por la cual debía luchar para sacarlo de esta vida.

—Jinny me dio chocolate mientras jugábamos.

Lo coloco en la cama, Jinny se levanta del suelo donde jugaba con él y le sonríe.

En un principio pensé que Octavio le había hecho algo, pero me lleve la sorpresa de que ella nunca estuvo en sus planes, me entere que ejecutó a todas las chicas menos a ella por petición de Lucy.

La muy maldita la quería tener como su criada, pero arruine sus planes al pedirle a Octavio que me dejara tenerla a mi lado.

El aceptó siempre y cuando ella no se metiera en líos, cosa que Lucy no le gustó, pero no podía protestar porque la mujer de Octavio ahora era yo y ella pasaba a segundo plano.

—Dominic se la pasó toda la mañana preguntando por ti —Se sienta en el borde de la cama —. No sabes la mañana que he tenido tratando de aguantar a la pesada de Lucy.

— ¿Ahora que hizo?

— Estábamos jugando el jardín con agua cuando se acercó y Dominic sin querer el mojo, se enfureció y se acercó a él gritándole y levantándole la mano, me entrometí y me dio una cachetada.

— La voy a matar. —Susurro enojada.

—Nuray, ya pasó por favor no cometas una locura.

Observo a Dominic mientras juega en su tableta electrónica, suspiro tratando de tranquilizarme.

Sacó de mi armario la maleta ya hecha, guardando mi maquillaje.

—¿A dónde vas?

Jinny no estaba de acuerdo en nada de lo que estaba haciendo, pero respetaba mi decisión y más cuando supo que era para proteger a Dominic, de ella y las personas que consideraba mi Familia.

— Debo ir a Los Ángeles acompañar a Octavio a un evento —Me acerco a Dominic dándole un beso —. Regresamos mañana, por favor cuídalo.

—Con mi vida.

—Mi amor te amo mucho —Beso su frente —. Pórtate bien.

—Yo también te amo mami, adiós.

Salgo de la habitación, al bajar me encuentro a uno de los chicos quien toma mi maleta.

—John ¿Has visto a Jinny?

—Acaba de ordenar que subieran a bajar su equipaje señora.

—Gracias.

Subo las escaleras nuevamente, camino hasta llegar a su habitación, abro la puerta sin siquiera tocar y la veo maquillando se.

—¿Por qué diablos entras a mi habitación sin tocar? —ignoro sus palabras y estrelló su maleta contra el suelo —. ¿Pero qué diablos te pasa?

— Que sea la última vez que te atreves a gritarle o alzarle la mano a mi hijo —La tomó por el cuello y la aprieto fuertemente —Si vuelves a meterte con él o con Jinny acabarás con la poca paciencia que te tengo y yo misma te mataré para luego tirar tu cuerpo a un barranco.

— No te atreverías, Octavio no te lo permitiría —Dice con dificultad y sonrío.

—No hay nada que Octavio no me perdone, así que no estés tan segura Lucy y no juegues conmigo porque acabarás muerta, no soy la mista tonta que antes así que no me provoques.

El suelto con brusquedad, caminó hacía la salida dejándola tosiendo con dificultad.

—Recuerda que yo no soy una más del montón —Musita antes que salga y me giró – recuerda que yo soy la que le calienta la cama a Octavio cuando tú le das de digna y lo rechazas.

—Solamente eres su puta Lucy —Digo con burla —. Eres con quien va a desquitar las ganas que me tiene a mí y a mí no me da la gana de satisfacerlo, solo eres una más de sus putas en cambio yo soy la mujer a la que el complace en todo lo que le pida así que no te confíes.

Salgo de la habitación azotando su puerta, bajo las escaleras nuevamente encontrando a Rogelio en la puerta, salimos de la casa para abordar la camioneta.

—Falta Lucy —Mira su reloj —. Está demorando demasiado.

—Que se vaya en otra camioneta —Musito —. Si no quieres que llegue al aeropuerto con un tiro en la cabeza es mejor que se vaya en otra.

Rogelio niega, le pide a uno de los hombres bajarse de la camioneta e irse en otra con ella, salimos rumbo al aeropuerto. Al llegar suben nuestro equipaje y nos acomodamos en unas de las Cabimas.

Le pido a Rogelio que tome el lugar de Lucy y que su lugar con los otros hombres lo tome ella, así lo hace y luego de casi tres horas llegamos a Los Ángeles.

Llegamos al hotel en el que Octavio se está hospedando, él salió antes que nosotros así que debemos cambiarnos y alcanzarlo lo más pronto antes de que se moleste.

Me coloco un vestido largo ajustado a mi cuerpo con un buen escote, una cadenilla de oro gruesa, peino mi cabello azabache totalmente liso y pinto mis labios de color carmesí.

Hago a un lado de mi pierna el pliegue del vestido, me coloco mi ligero en la pierna derecha y acomodo mi arma en el para que no se me caiga.

Por primera vez en tanto tiempo me detengo a verme detenidamente en el espejo y sonrío al verme. No hay rastro de la antigua Nuray insegura o rota. Al contrario, basta con verme un momento para darse cuenta de la frialdad de mi mirada y que en ella no hay rastro alguno de dolor o sufrimiento.

Se ve una mujer poderosa y segura. Y en cierta manera me gusta porque no demuestro mi dolor y eso no me hace débil ante los ojos de nadie ...

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