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Capítulo 4 : Esa Voz

 

En mi mente no paraba de dar vueltas miles de preguntas y dudas respecto a Frank o Lucio como se presentó.

La duda que más resonaba es mi cabeza era si Dante estaba al tanto de los negocios de él y si estaba involucrados en ellos.

No puedo dejar de pensar en esa posibilidad desde aquella vez que trato de salvar a mi hermana y mató a Héctor, el padre de Octavio.

Si Dante sabía de sus negocios puede que antes de caer en coma se lo haya dicho y por eso está aquí.

—Señor Ortiz, al unirse tendrá que viajar a Italia ya que allá cerramos todos nuestros negocios —Adriano le extiende su mano al igual que a mí —Espero verlos pronto en Italia.

Cada uno se despide, Octavio los acompaña a la salida al igual que sus hombres quedando solo sus hombres.

—Vayamos a casa —Me toma de la mano —. Tú y yo tenemos mucho que hablar.

Caminamos hacia la salida, subimos a las camionetas y regresamos a casa.

Al llegar Octavio pide reunir parte de sus hombres en el despacho, subo a mi habitación a ver a Dominic y Jinny.

—¿Qué sucede Nuray? —Me pregunta preocupada —. Luces inquieta y preocupada.

—Los nuevos socios de Octavio, uno de ellos lo conocí en un evento que me llevó Dante. —Abre los ojos exageradamente.

—¿Cómo dio contigo? —Tartamudea nerviosa —. Ósea ese hombre pertenece al círculo de él y está metido en estos negocios ¿Qué te dijo?

—No mucho, pero ambos tenemos el mismo interés, vengarnos de Octavio —Me quedo pensativa —. Necesito que cuando termine la reunión traigas aquí a Rogelio, necesito hablar con ambos.

—¿Qué piensas hacer? —Susurra asustada —. ¿No pensarás hacerle algo a Rogelio?

—Se que te gusta, pero eso dependerá de el —Respondo seria y niega —. Es nuestra oportunidad de vengarnos y librarnos de él.

—Nuray escucha...—Unos toques en la puerta la interrumpen.

Se levanta y camina abriendo la puerta, se hace a un lado y entra Rogelio.

—Octavio quiere verte en su despacho.

Me levanto de mi cama, salgo de la habitación dejándolo con Jinny y Dominic.

Bajo las escaleras, camino hasta su despacho. Entro sin tocar encontrando a Lucy sobre su escritorio casi desnuda en cuatro sobre su escritorio mientras lo masturba y le hace un cromado.

Ninguno de los dos ha notado mi presencia ya que Octavio mantiene la cabeza inclinada hacia atrás mientras jala de su cabello.

“No sé si reír o vomitar por tan asquerosa escena"

—La casa tiene suficientes habitaciones cómo para puedan hacer sus porquerías —Cierro la puerta detrás mío

—Vístete y lárgate. —Se acomoda su miembro mientras lo guarda dentro de su pantalón.

Se baja del escritorio colocándose su vestido, limpia la comisura de sus labios y pasa a mi lado dándome un empujón con su hombro.

“Está acabando con mi paciencia”

—¿Para qué querías que viniera? —Me cruzó de brazos frente a su escritorio —. Debiste terminar primero y luego m****r a buscarme

—Ya te disté cuenta que el trato fue cerrado y aceptaron que entrara a su organización —Sonríe de manera amplia —. El caso es que no puedo mover a todos mis hombres hacia Italia, aún hay negocios que deben ser atendidos aquí.

—¿Y qué con eso? —Preguntó sin entender sus palabras.

—Que aún no se si darte la suficiente confianza de dejarte a cargo aquí de los negocios o dejar a Lucy y llevarte conmigo. —Su confesión me asombra —. No sé si darte ese nivel de confianza Nuray.

El que yo me quede aquí a cargo de sus negocios, el estando en Italia me da la oportunidad de cumplir mi venganza con ayuda de Lucio sin salir involucrada.

Octavio me mira con inquietud esperando una respuesta de mi parte, sé que mentalmente se debe estar debatiendo entre darme la oportunidad o no.

—Puedes hacer lo que te plazca, a mí me da tan igual —Me mantengo serena —. Mientras me dejes seguir haciendo mi trabajo me da igual todo.

Me levanto, camino hacia la salida, pero su mano me detiene bruscamente tirándome contra la puerta.

—Me encanta que ya no seas esa mujercita ingenua y débil de antes — Entierra su nariz sobre mi cuello y restriega su erección en mi vientre —. No sabes lo caliente que me pones al verte así tan chingona.

Entierro mi rodilla sobre su entre pierna, haciéndolo retroceder y doblegarse por el golpe que le he dado.

Sacó mi arma, cuando levanta la vista le apuntó en la frente con mi arma y retiro el seguro.

—Qué sea la última vez que restriegas tu maldito miembro sobre mi cuerpo —Refuto molesta —. Me vuelves a tocar y te juro que te mató, así tú malditos hombres vengan a ejecutarme, pero créeme que me iré con la satisfacción de que te mate.

Sonríe negando, abro la puerta de su despacho y salgo subiendo las escaleras rápidamente. Al entrar a mi habitación encuentro a Jinny discutiendo con Octavio en voz baja mientras Dominic duerme.

Al verme ambos guardan silencio y Rogelio sale de mi habitación.

No le pregunto nada a Jinny, ella y Rogelio están lo suficientemente grande para solucionar sus líos.

Tengo bastante que pensar y solucionar mis propios problemas.

                                                                          (...)

Octavio salió desde muy temprano con Jinny y alguno de sus hombres así que me vine con Rogelio a la bodega para terminar el trabajo que dejamos pendiente.

—¿Te quedó claro que a las niñas no se les viola y mucho menos se les vende como si fueran un objeto? —Le pregunta Rogelio mientras lo golpea.

—Juro que no lo vuelvo hacer, pero por favor déjenme.

Suplica con dificultad, su respiración cada vez es más lenta y su cara luce llena de sangre y moretones por los golpes.

—Yo sé que ya aprendiste la lección —Niego y me acerco —. Pero eso no es suficiente, Rogelio encárgate de que le corten el miembro a este maldito y dénselo a los canes.

Rogelio asiente, empieza a gritar desesperadamente, le doy la espalda saliendo de la bodega y abordó a la camioneta marchándome.

Ese maldito era trabajador de Octavio, pero un día revisando que todo marchará bien llegamos a su negocio y lo encontramos tratando de abusar a una niña de quince años en su oficina.

Octavio solamente sonrío, pero yo no podía ser tan desalmado y permitirlo así que lo aleje de la niña dándole un balazo en su pierna derecha.

Le pedí a Rogelio que la sacara de la oficina, se la llevará y por supuesto pedí que lo trajeran a las bodegas.

Octavio en un principio no estaba de acuerdo con mi decisión, pero no podía decir nada porque sabía lo mucho que me molestaría y esto no iba acabar bien.

Rogelio averiguó un poco más y resulta que las drogas que Octavio le suministraba para vender las usaba para drogar a las niñas abusarlas y prostituirlas.

Eso lo tenía que pagar muy caro y de eso me encargaría yo, no iba permitir que lo siguiera haciendo de ningún modo.

Al llegar a la casa ya es de noche, veo algunos hombres de Octavio, subiendo maletas a las camionetas y luego veo salir a Lucy con una gran sonrisa y muy bien vestida.

Entro a la casa, me encuentro a Octavio bajando las escaleras muy serio.

—¿A dónde vas? —Preguntó viendo a varios de sus hombres salir con maletas.

—A Italia, pero sólo será por una semana — Se para frente a mi —Estarás a cargo de los negocios el tiempo que yo este fuera, Rogelio será tú sombra no te podrás mover sin él.

—¿Miedo? –—Preguntó con burla y me sujeta por el cuello.

—Esperó no haberme equivocado al confiar en ti —Me suelta, pasa a mi lado saliendo sin decir ninguna palabra más.

"Hiciste mal cariño”

Estás cavando tu propia tumba.

Veo a Octavio marcharse con sus hombres, subo las escaleras buscando a Jinny y a Dominic encontrándonos jugando en su habitación.

                                                                  (...)

Mi teléfono suena, veo que es de un número privado y se trata de una ubicación.

Al ponerla en el GPS me doy cuenta que se trata de unas cabañas a unos kilómetros de aquí.

En mi cabeza pasa la idea de que sea John no habiendo más explicación.

Sin pensarlo dos veces le pido a Jinny que entretenga a Rogelio, bajo las escaleras voy a la cocina busco dos botellas de refresco y les coloco un poco de lo que me dio Lucio en el frasco

Tomó una botella de agua para mí, tomó las botellas y salgo.

Le pido a uno de los hombres de Octavio que conduzca la camioneta a la dirección que le pido.

El y un acompañante me llevan hasta la dirección, antes de llegar le pido se detengan para tomar aire.

Me bajó de la camioneta, a poco metro Observo la cabaña.

Se bajan de la camioneta, me acerco a ella y tomó del asiento de atrás las botellas de refresco.

—Tomen, deben estar agotados.

Toman las botellas, abro la mía y me tomo mi agua bajo sus atentas miradas.

Abren la botella y toman un sorbo grande haciéndome sonreír.

—Vamos, subamos a la camioneta y esperan mi señal para arrancar.

Al subir observo mi reloj en silencio, su semblante empieza a decaer, cabecean hasta quedar inconscientes.

Los despojos de sus armas, sacó de la guantera algunos zunchos y los ato de manos y pies en sus respectivos puestos.

Apago la camioneta, bajo de ella cargo mi arma y camino hasta acercarme a la cabaña.

Camino cuidadosamente, no hay rastros de nadie fuera de ella, me acerco a la puerta al girar la cerradura me doy cuenta que no tiene seguro.

Abro cuidadosamente la puerta, entro y todo se encuentra a oscuras. Empiezo a caminar en ella y de pronto los nervios me empiezan a atacar y de detengo.

¿Acaso estoy loca?

Se puede tratar de una puta trampa y yo caí cómo idiota ni siquiera tengo la seguridad de que ese mensaje lo haya enviado John.

Siento unos pasos detrás mío, escuchó cómo se detiene, sin pensarlo saco mi arma retirando el seguro. Al girarme me encuentro en medio de la oscuridad la silueta de alguien.

—¿Quién eres y qué diablos haces aquí? —Preguntó apuntándole con mi arma —. Te hice una pregunta y tienes tres segundos para responder antes de que jalé del gatillo.

—¿Serias capaz de dispararle al único hombre que te amado como un loco? —Musita suavemente —Ya pasaron los tres segundos ¿Jalaras del gatillo?

Esa voz ... la conocía perfectamente, esa voz es la que desde la primera vez que la escuche me hizo temblar, esa voz autoritaria que cualquier cosa que me pidiese yo lo cumplía.

Esa era su maldita y excitante voz, por supuesto que lo era, no estaba soñando.

—Dante...

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