Había una amplia sonrisa en el rostro de Zane cuando Kiara lo dejó entrar a su casa. Ella lo llevó hacia la cocina y lo hizo sentarse en una de las sillas, luego salió de la cocina y regresó con una toalla.

“¡Eres tan terco que podrías haber muerto allí afuera! ¿Olvidaste lo que pasó la última vez que te quedaste bajo la lluvia?”, lo regañó mientras limpiaba su cuerpo con la toalla.

Ella jadeó levemente cuando él le agarró ambas manos. Ella lentamente lo miró y sus ojos se encontraron al instante.

“¿Cómo olvidaría uno de los momentos más memorables de mi vida? ¿Lo recuerdas? Tuvimos nuestro primer beso bajo la lluvia”. Ella frunció los labios.

“Suéltame, Zane”. Él sacudió la cabeza.

“Aún te preocupas por mí y me amas”, dijo él, como si fuera un hecho bien conocido, haciéndola suspirar.

“Nunca me detuve, Zane, pero yo… lo que nos pasó en el pasado fue demasiado para mí como para seguir adelante y somos tóxicos el uno para el otro. Yo sólo... sólo quiero tiempo para descubrir lo