Felipe revisaba los últimos informes que le habían llegado. Daba por perdido desposarse con Ángela Paredes. Una chica inocente como aquella no era para él. Entonces, ¿por qué no podía sacársela de la cabeza? La respuesta era obvia: quería pasar un buen rato con ella. Nunca cambiaría, siempre sería un libertino incorregible.
Cuando llegó al comedor, después de que Richard le avisara que la cena ya estaba lista, encontró a su madre, muy alegre, verificando que la mesa estuviera perfecta.
-¿Ha pasado al
Felipe iba a protestar por ese "Señor Cruz", pero las jovencitas ya se dirigían al recibidor. Suspiró, ya tendría la oportunidad de corregirla, después de todo, era el hermano de Patricia, no su padre.-¿Qué opinas, hijo? ¿Parece una buena chica, verdad? –comentó su madre.-Sí –fue la escueta respuesta de Felipe-. Tengo que volver al trabajo también –añadió levantándose. Besó a su madre en la frente y musitando un "¡Qué descanses!" se retiró.
Celeste y Gabriela Paredes fueron puntuales. Ángela las abrazó con fuerza al verlas, las había extrañado tanto. Siempre habían estado muy unidas, pero, desde hacía un tiempo, cuando cada una tomó su camino, nada había vuelto a ser lo de antes.La mayor, Celeste, se había casado a principios del año pasado con Hugo Belmonte y hacía cinco meses había dado a luz a una preciosa niña. Había aparcado su carrera para dedicarse a su familia. Le encantaba cocinar y organizar los quehaceres de su hogar.
-Angy, voy a ver a Cristina –informó sin detenerse cuando vio a su hermana, pero se paró en seco cuando se percató que estaba acompañada.-Celeste, déjame presentarte a la familia Cruz –dijo colocándose a un lado para que pudiera verlos mejor-. La señora Dora Cruz, y sus hijos, Felipe y Patricia. Ella es mi hermana Celeste.-Es un pl
Caridad se tranquilizó y se alegró de que su hija no se molestara. Había estado tan preocupada que no había podido pensar con claridad. Tenía que haber imaginado que a Ángela no le importaría ese pequeño infortunio. Se puso manos a la obra y le dijo a Ángela que podía volver a la fiesta, pero ella decidió quedarse a ayudar.-¿Está tardando? –susurró Felipe dirigiendo la mirada hacia la puerta. Ángela visitó la residencia de los Cruz unos días después. Patricia quería que la orientara a decidir que estudiar en la universidad.Cuando llegó, Patricia la llevó directamente a su habitación, aunque no le hubiera importado encontrarse con Felipe Cruz. Esta vez estaba preparada. Sería diferente, no se quedaría paralizada, se había repetido una y otra vez mientras se dirigía hacía allí.Capítulo 10
Ángela tenía que ser sincera. Patricia Cruz había conseguido que se enfadara con ella también. Esos tontos comentarios que le había dicho eran... bueno, quizás tenían un poco de razón, pero realmente había creído haber dejado atrás las primeras impresiones que daba a la gente.También era verdad que hacía mucho tiempo que no socializaba con desconocidos. En fin, tendría que hacerse a la idea que siempre causaría una impresión errónea en las personas que no la conocían. Pero, no
Fue pensar su nombre y que apareciera por el vano de la puerta.-Buenas tardes, Ángela –la saludó sonriente el señor Cruz.La joven pestañeó varias veces para asegurarse que no estuviera viendo un espejismo. Aprovechó la confusión de Ángela para terminar de acercarse a ella y rozar sus labios con los suyos. Con esa pequeña caricia descubrió la suavidad y calidez de esa boca que hacía días deseaba saborear. Y fue esa misma, la que resquebrajó cualquier atisbo de resistencia que aún hubiera podido albergar en su fuero interno. Con vehemencia, atrapó su labio inferior, y el apagado gemido que escuchó avivó aún más la pasión por ella.Último capítuloCapítulo 13