Capítulo 21.

No creo estar loca, pero el grito que acabo de escuchar, más ese aroma tan maternal digno de madre y luna, se asemeja mucho al de mi mamá.

La gente se queda totalmente en silencio cuando ella vuelve a gritar.

- ¡Háganse a un lado, lobos! Necesito ver a mi hija en su vestimenta. - grita, pero al parecer todo mundo está tan pasmado ante su presencia, que no captan la orden. - ¿Qué no escuchan? ¡Que se quiten!

Ahí es cuando me avergüenzo un poco de ella, por su forma de ser tan especial. Pero prefiero eso a no tenerla.

Veo como logra, al parecer, quitar a la gente de su camino y quedar tiesa ante mí. Yo estoy paralizada, estática, y todo aquel sinónimo. Tanto que no puedo moverme para correr y abrazarla.

- Mi pequeña nena. Mi princesita. - susurra y desde nuestra distancia puedo percibir el aroma de sus lágrimas.

- Mami. - susurro de vuelta y reacciono cuando la veo correr hacia donde estoy parada.

Y eso mismo hago yo, correr para alcanzarla.

- Mi amor. - me abraza y siento descargas por
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