Dicen que al mal tiempo buena cara, pues me rio de quien haya dicho eso, hoy ha sido un día de perros, hasta sonreír es una acción pesada y no lo haré ni porque me fuercen.
—Vamos Alaia, solo es una pequeña sonrisa —sigue insistiendo Sivone.
—Ya dije que no —me crucé de brazos.
Rhoid está sentado al otro lado de mi habitación, me mira con su ceño fruncido y está cruzado de brazos al igual que yo, excepto que yo parezco una niña malcriada y él un verdugo que me cortará con sus palabras.
Que sexy.
No pude evitar sonreír por lo que pensé y me dí un golpe mental al darme cuenta de lo que había hecho.
Mi drama se había ido a la b****a.
Sivone pego un grito de felicidad y empezó a sacudirme varias veces— ¿ves?, sonreíste —dice como si fuera la octava maravilla del mundo.
—Igual sigo enojada —dije seria.
—Si, si, si —se empieza a reír.
—Me gusta tu sonrisa —dice Rhoid de repente— así sea pequeña, tu sonrisa es muy bonita.
Siento mis mejillas arder y mi corazón bombeaba más sangre de lo común, no sé ni cómo disimular lo nerviosa que me pone este chico.
—Gracias —trato de sonar indiferente.
—Es la verdad —ahora él me sonríe.
—Bueno... —nos interrumpe Sivone— yo me tengo que ir, mi lindo novio me espera —dice emocionada— ¿te quedas o te vas? —pregunta hacía Rhoid.
—Me quedo, no te preocupes —se levanta de la silla para darle un abrazo y un beso en la frente.
Sivone se va y nos deja solos.
Hace una semana que lo conozco y a decir verdad me cae muy bien, también causa ciertos estragos en mí que no puedo siquiera explicar, es algo que, apenas lo veo mi corazón comienza a latir más rápido, mis ojos se dilatan y mi respiración se torna pesada.
Rhoid cierra la puerta y se sienta junto a mí, en este momento quisiera desmayarme y ni entiendo el por qué.
Pasa su mano por mi mejilla y comienza a acariciarla mientras juega con mi cabello, su toque es cálido y sus manos son muy suaves.
Debe sentirse rico cuando sus manos toquen otros lados...
Me separé de él sin ser muy brusca, no puedo estar pensando en esas cosas, estaría bien si no tuviera novia. Pero es que ahs, desde que lo conocí, por alguna razón mis hormonas han estado más activas de lo común y sinceramente eso no es algo bueno.
A lo mejor solo estoy confundida y ya.
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—¿Me prometes que si salto me atraparás? —volví a preguntar no muy convencida.
—Que si mujer, confía en mí.
—Esta bien —cerré los ojos y me tiré a sus brazos.
Él no dudó ni un momento y me atrapó como lo prometió.
Se supone que estamos haciendo caídas de confianza, él pasó primero —aunque fue difícil atraparlo porque es más pesado y más grande que yo, pero igual lo hice— y era mi turno de hacerlo.
—¿Ves? —me pregunta divertido, aún me sigue cargando— te dije que te iba a atrapar —me regala una pequeña sonrisa, que a decir verdad es muy tierna.
Me bajo de sus brazos y me siento en mi cama.
—Disculpa, es solo que me cuesta confiar un poco en las personas —le confesé un poco apenada.
No quiero que piense que hay algo mal con él o algo por el estilo, simplemente no me gusta caer en la primera.
Claro, solo es eso, no es que estés traumada por todo el daño que te hicieron en el pasado.
Pues no...
¡Ah!, ¿a quién engaño?, claro que es por eso.
—Alaia —Rhoid chasquea sus dedos en frente de mi cara varias veces.
—¿Ah? —pregunté desconcertada.
—Que no importa, te entiendo perfectamente —me abraza con cariño.
Tardo en responder pero igual correspondo su muestra de afecto hacía mí.
Sonreí como una niña tonta y besé su mejilla.
—¿Y eso? —pregunta un tanto sonrojado.
—Eso fue por atraparme —le doy otro beso en la mejilla— y ese por ser tan bueno conmigo.
—Te lo mereces —se separa de mí para verme a los ojos— eres una persona maravillosa, no llevo mucho conociéndote pero sé que eres fantástica, todas las chicas te adoran y no lo hacen solo porque seas bonita —acaricia mi mejilla y deja su mano allí—, es porque eres una buena amiga y siempre estás ahí para ellas.
—Si, eso es cierto.
Rhoid... no lo sé, es un chico muy lindo sabe siempre que decir y como decirlo, su voz a pesar de no ser muy grave, es muy envolvente, es como si él fuera un encantador de serpientes y yo la víbora que necesita dominar.
A veces no puedo explicar por qué es así conmigo o por qué yo soy así con él, conociéndome como me conozco estás acciones son muy raras en mí, usualmente le hubiese hecho lo mismo que me hizo a mí, pero no, por alguna razón no pude ser cruel con él, ni aplicarle el pago con la misma moneda.
—¿Te parece si vemos una película? —pregunta Rhoid de repente.
—Claro, me parece —digo un poco desconcertada, sus palabras me sacaron de mis pensamientos y aún me estoy ubicando en el tiempo-espacio.
—¿Cuál te gustaría?.
—La que sea —respondí sin ganas, la verdad me da igual lo que sea que vayamos a ver.
Él coloca una película a la cual no le presté mucha atención, ya que mi mente está pensando en otras cosas, últimamente estoy muy pensativa.
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—La mejor película de la vida —dice él muy entusiasmado, así como niño pequeño.
—Si, la mejor —trate de imitar su emoción, pero fue difícil porque no le presté ni la más mínima atención a la película.
—No le prestaste atención, ¿verdad?.
—No —admití sincera.
Él suspira— lo sé, andas muy distraída.
—¿Cómo sabes?.
—Soy muy observador —se encoge de hombros.
Ahora quién suspira soy yo— en verdad lo siento.
—No te preocupes —le resta importancia.
Me siento un poco mal, tal vez él siente que solo lo estoy haciendo perder su tiempo, lo más probable es que él quiera una amiga que si le preste atención cuando hagan algo juntos y yo últimamente no estoy haciendo eso.
De repente algo pasó por mi cabeza, una pregunta muy importante que había olvidado hacer.
Que tonta.
Me dí una cachetada mental.
—Oye, Rhoid —lo llamé y toqué su hombro para que me mirara.
—¿Si, Alaia? —levanta una ceja.
Su mirada es muy intimidante, pero me obligo a no bajar la vista de sus ojos.
—¿Cuántos años tienes? —tantos días y había pasado esa pregunta por alto, solo a los pendejos se les olvidan esas cosas.
Él suelta una risa ronca—. Tengo dieciséis, ¿y tú?.
Oh, esa no me la esperaba, no pensé que fuese menor que yo, a decir verdad nunca me han gustado los que tienen menos edad que yo, pero él no lo parecía tanto.
—Pues, yo tengo dieciocho.
—Oh, eres mayor que yo —sonríe... ¿coqueto?, esto no me gusta... ahora estoy nerviosa.
—Pues si... —reí nerviosa y comencé a jugar con los dedos de mis manos.
—Eres muy linda cuando te sonrojas —pasa su dedo índice por mi mejilla.
¡Mierda!. Siento como mi corazón se acelera y respirar se vuelve complicado, siento mariposas en mi estómago y mi estúpido cerebro no me ayuda, ya que lo único que dice es "corre perra, corre", y a decir verdad creo que es lo más sensato.
—Gracias —trate de estar seria— es tarde y creo que deberías irte —dije de pronto.
—Esta bien —él asintió no muy conforme con lo que dije.
Lo acompañe a la puerta y él se fue. Cerré la puerta y me recosté sobre ella, poco a poco caí al suelo y escondí mi cara dentro de mis rodillas.
Sí, prácticamente lo corrí de mi casa, pero vamos, ya no me sentía segura en el sentido de que ya estaba perdiendo el control y no podía permitir eso, tengo novia y debo respetarla, aunque al paso que voy creo que será mejor terminar con esta relación.
No estoy segura de lo que quiero y ella no merece que le haga daño. Tal vez mañana le diga que venga y así le digo lo que está pasando.
Me levanté del piso y fui a mi habitación, esto no podía estar pasando, ni con Yeimy me siento tan bien como cuando estoy con Rhoid y eso es muy injusto.
Me paro en frente del espejo, mi aspecto es un asco, tengo las ojeras marcadas y el cabello vuelto un desastre, no dormí casi nada en toda la noche, no dejé de pensar en Rhoid y lo que había sucedido ayer. Tal vez sea algo tonto, pero para mí no es así, él causa ciertas cosas en mí que no puedo entender con exactitud. Estuve pensando muy bien las cosas y no quiero dejar a Yeimy, no puedo hacerle daño con alguien que apenas acabo de conocer. Además ella me gusta mucho y me hace sentir bien, cada que me siento mal me da ánimos y siempre sabe cómo sacarme una sonrisa con sus ocurriencias. La puerta de mi cuarto se abre y Lucy aparece por ella. —No esperaba verte —digo sin dejar de ver mi reflejo en el espejo. —Yo estoy muy bien, gracias por preguntar, me encanta tu interés hacia mí —me dice sarcástica— te ves horrible, ¿qué pasó? —se sienta en mi cama y me mira en busca de una respuesta.
Aquí estoy, de nuevo, sin haberlo podido evitar; tuve que viajar varias horas en taxi para llegar aquí, estoy en la entrada, me decido si seguir mi camino hacia ellos o pedir un taxi nuevamente para devolverme a casa y dejar todo esto en el pasado como debería hacer. Nadie sabe que estoy aquí y eso es lo mejor, así nadie me podrá buscar y podré estar sola con ellos un rato, siento que lo necesito. Sin pensarlo más sigo mi trayecto por el cementerio, el lugar da una vista espeluznante, todo está muy solitario y siento un escalofrío recorrer mi piel, como si ellos supieran que estoy aquí y observaran cada uno de mis movimientos. No debes estar aquí y lo sabes, te hace daño. Ignoro esa vocesita fastidiosa que siempre me dice qué debo hacer y sigo con mi trayecto hasta que encuentro la tumba de Lorenzo, siempre la confundo y me cuesta llegar, caigo de rodillas sobre la tierra que cubre el cemento que sella su
Me muevo de aquí para allá en mi habitación, estoy algo desesperada, hace dos días que pasó lo del cementerio y por alguna razón he estado muy inquieta. No dejo de pensar en Maxi y en Rhoid, ambos me tienen con los sentimientos hecho un lío y la mente vuelta m****a, me vuelvo a sentar en mi cama y suspiro frustrada. —No te lo puedo prometer —dice él con la voz entrecortada. —Por favor... —le volví a suplicar, no quiero que se vaya.. Las lágrimas en sus ojos no se hicieron esperar y las mías tampoco, me abrazó con todas sus fuerzas. —Te voy a extrañar, mi niña —puedo sentir el dolor en cada una de sus palabras. Antes de separarse de mí me da un beso en mi frente, un beso que sé que es de despedida, sin más afloja su abrazo de mi cuerpo, entra de nuevo al edificio y me deja aquí sola, con el corazón roto y echa todo un mar de lágrim
Maxi estaciona frente a la casa, él baja primero y me abre la puerta del copiloto, no puedo evitar sonreír por su acción y me bajo con su ayuda, su camioneta es un poco alta y yo soy una chaparra que apenas mide 1.66. Veo la hora en mi reloj. 9:15 p.m. Es demasiado tarde, no entiendo qué hace Rhoid aquí, pensé que se había ido y más pensé eso porque estoy consciente que lo trate como si fuera una simple basurita. En un gesto posesivo Maxi me toma de la cintura y me acerca a él, juntos vamos caminando a la casa, Rhoid enseguida se levanta y ve a Maxi con cara de pocos amigos, el chico a mi lado también lo mira mal. Sí las miradas mataran ambos estarían tres metros bajo tierra. Siento una tensión muy grande en el ambiente, es tan palpable que podría cortarse muy fácilmente con unas tijeras, para calmar las cosas decido hablar con un tono de voz suave. &nb
Siento como una mano recorre mi cara con delicadeza, como si fuera la muñeca de porcelana más delicada que se debe cuidar con mucho esmero, tengo los ojos cerrados y por alguna razón no los puedo abrir, pero tampoco quiero hacerlo, no quiero dejar de sentir su toque que hace estremecer cada parte de mi cuerpo. —Mi Lunita... —oígo que susurran cerca de mi oído con adoración. Esa voz... Hace mucho no la oía y la extrañaba tanto. Despierto de golpe, paso mis manos por mi cara y cabello un tanto desesperada, hace mucho que no lo veía en mis sueños, desde que terminé con Estid y luego después de mi última recaída. Me vuelvo a acostar en mi cama, el corazón me late a cincuenta mil por horas, siento como si se me quisiera salir del pecho. No estoy respirando bien y siento que me voy a desmayar. Miro la hora en mi celular. 5:15 a.m.<
Hoy es de esos días que me siento muy feliz, ya limpie toda la casa e hice mis demás deberes sin colocar queja alguna. Mis papás no están por su trabajo y Álex tuvo que ir a estudiar con unos compañeros. Tengo la casa sola y eso es lo mejor para mí, busco mi control del estéreo y coloco música de Melanie Martínez a todo volumen. Amo su música, sus ritmos son llamativos y sus letras demasiado significativas, sinceramente todo lo que hace esa mujer es una obra de arte. Bailo mientras hago el almuerzo para Álex y para mí, en eso escucho que tocan el timbre y le bajo un poquito a la música, ví por el huequito de la puerta y es Rhoid. Vaya, no esperaba que viniera hoy, pensé que estaría con sus amigos celebrando su graduación. Abrí la puerta y él enseguida me abrazó. —Cuanta efusividad... —hablo un tanto perpleja, él casi nunca suele ser así conmigo, solo con Sivone— pensé que ese era mi estilo —m
La vida te enseña a ser fuerte, aunque hay personas que a pesar de haber llevado más golpes queunsaco de boxeo no aprenden nada y siguen estancados en la misma mierda, en un maldito ciclosin fin en donde solo se siente pena por uno mismo. Y ahí es donde entro yo, que siempre hago lo que quiero, a veces no entiendo las lecciones que me da la vida y por eso me ando estrellando cada vez, hay golpes que son más dolorosos que los otro, pero siempre me dejan muy lastimada y sin ganas de seguir con todo lo que me rodea.Mi vida desde los siete años ha sido una porquería, siempre estuve envuelta en un ambiente tóxico donde mi padre es un infiel con problemas de ira, que prefiere irse a beber con sus amigos antes que pasar tiempo con nosotros; y lo peor, es que mi madre es una manipuladora con complejo de víctima, en donde ella hace ver a su entorno como el malo y ella no santa que se vio afectada
Mi celular no dejó de sonar en ningún momento, así que no me quedó otra opción más que colocarlo en silencio para no oírlo más, todos están demasiado insistentes para hablar conmigo, pero aún así decidí ignorarlos, no tengo ningún tipo de ánimo como para hablar con alguno de ellos, por un momento solo quiero concentrarme en mi misma y en el libro que estoy leyendo. Reviso la hora. 2:18 a.m. Si que se me pasó el tiempo leyendo. Sinceramente, hace mucho tiempo, no se me pasaban las horas así. Me levanto de la cama para dejar el libro junto a los demás en su estante, luego veo mi celular y me doy cuenta de que está apagado, de una vez lo pongo a cargar lejos de mí. Estiro todo mi cuerpo y es