Amy:Cuando despierto por la mañana, él ya se ha ido. Al salir de la cama voy directa a la ducha, me noto sucia y sudada tras la pasada noche. Ambos nos quedamos dormidos después de haber hecho el amor, demasiado agotados como para lavarnos o para cambiar las sábanas mojadas. Más tarde, justo antes de amanecer, Alexis me despertó penetrándome otra vez. Sus manos habilidosas me llevaron al orgasmo antes de que me hubiera despertado del todo. Es como si siempre quisiera más de mí y su alta libido se disparara. Por supuesto, yo también quiero más de él. Se me dibuja una sonrisa al recordar la pasión ardiente de la noche anterior. Me prometió la noche de bodas de mis sueños y lo cierto es que me la dio. Ni siquiera recuerdo cuántos orgasmos he tenido durante las últimas veinticuatro horas. Por supuesto, ahora estoy aún más dolorida, tengo mi interior en carne viva de follar tanto. Sin embargo, me siento mucho mejor hoy, tanto física como mentalmente. Los moratones de los muslos est
Alexis:La encuentro sentada junto a la piscina, descansando con un libro debajo de una sombrilla. Tiene las delgadas piernas cruzadas por los tobillos y lleva puesto un bikini blanco sin tirantes. La piel dorada le brilla con gotitas de agua. Debe de haber estado nadando hace poco. Al oír mis pasos se sienta y deja el libro en la mesa de al lado. —Hola —dice con suavidad cuando me acerco a su hamaca. Las gafas de sol que lleva son demasiado grandes para su cara tan pequeña: parece una libélula. Me anoto mentalmente que cuando vaya a Roma tengo que comprarle unas que le queden mejor. —Hola, motita—murmuro, sentándome en su hamaca. Alzo la mano, le quito las gafas y me inclino hacia adelante para darle un beso corto pero profundo en la boca. Sabe a sol con esos labios suaves y tiernos; la polla se me pone dura por la proximidad de su cuerpo casi desnudo. «Esta noche», me prometo al levantar la cabeza. «La volveré a poseer esta noche». —¿Sobre qué iba la reunión de esta mañana? —
Alexis:Decido empezar con el entrenamiento esa misma tarde, después de ponerme al día con unos correoselectrónicos sobre negocios. No sé por qué, pero me gusta enseñarle defensa personal. No quiero que sevuelva a encontrar en una situación peligrosa, pero aun así quiero que sepa protegerse si surge lanecesidad.Soy consciente de la paradoja de lo que estoy haciendo. La mayoría de las personas diría que soy yoquien debe protegerla y seguramente sea cierto. Me importa una mierda, sin embargo. Ahora es mía y harétodo lo posible para mantenerla a salvo, aunque eso conlleve enseñarle cómo matar a alguien como yo.Cuando acabo con los correos electrónicos voy a buscarla a casa. Esta vez la encuentro en elgimnasio, corriendo en la cinta estática a toda velocidad. A juzgar por el sudor que le cae por la esbeltaespalda, ya lleva corriendo un rato.Con cuidado de no asustarla me acerco a ella por el lado.Al verme reduce la velocidad de la cinta, disminuyendo hasta el trote.—Hol
Amy:Miro a mi esposo y tengo que controlarme para no alejarme. No debí dejar que viera mi reacción ante mi nuevo apellido, pero había disfrutado tanto la sesión de tiro y su compañía , que olvidé cuál era mi nueva situación. Me sorprendió oír ese «señora Visconti» de los labios de Luca; me devolvió al sentimiento desconcertante de pérdida de identidad, y, por un momento, no fui capaz de esconder la consternación. Bastó ese instante para transformar la compañía agradable y bromista de Alexis en el hombre aterrador e impredecible que me llevó a su isla. Noto que se me acelera el pulso mientras me acaricia los labios con el dedo. Su tacto es gentil a pesar de la oscuridad que destellan sus ojos. No parece molesto por mis acusaciones imprudentes; más bien parece calmado, incluso divertido. No estoy segura de qué pensé que ocurriría cuando le dije eso, pero no esperaba que admitiera los crímenes tan fácilmente sin una pizca de culpa o arrepentimiento. La mayoría de las personas jus
Amy:Respiro de manera entrecortadamente, intentando seguir su consejo, lucho contra el deseo de apretar cuando me penetra despacio el culo. Sé por experiencia que duele mucho menos si no estoy tan tensa, pero mi cuerpo parece decidido a luchar contra esta intromisión. Después de meses de abstinencia, es como si fuera virgen de nuevo, y siento una gran presión ardiente cuando mi esfínter se abre. —Oh, sí, por favor… —Se lo suplico despacio y en voz baja mientras empuja rudamente más adentro. La saliva que le empapa la polla hace de lubricante. Me retuerzo en mi fuero interno y toda la dulzura se esfuma de mi cuerpo cuando el músculo cede finalmente y deja pasar a su enorme polla. Ahora, él late dentro de mí, lo que me hace sentir insoportablemente llena, abrumada y superada. —Por favor, ¿qué? —Respira, me coloca un brazo musculoso bajo las caderas y me sostiene. Al mismo tiempo, me estira del pelo con la otra mano y me obliga a arquearme hacia atrás. El nuevo ángulo le permite
Amy:Durante as siguientes dos semanas me voy acostumbrando a mi nuevo hogar. La finca es un sitio fascinante y paso mucho tiempo explorando y conociendo a sus habitantes. Además de los guardias, aquí viven una decena de personas; algunos solos, otros con sus familias. Esto no es solo la Guardia de un criminal, es un viñedo inmenso. Podría jurar que es incluso más grande que el de mi padre. Todos trabajan para Alexis, desde el más viejo hasta el más joven. Algunos, como Amanda y Rosa, cuidan de la casa y sus jardines; otros gestionan la cria de ganado y el cultivo de uvas. Parece que él ha vuelto hace poco al recinto, pero sus empleados han vivido aquí desde que Sandro Visconti ,su padre, cobró venganza contra Paolo Valisari y no solo asesinó al hombre que arruinó su viñedo, sino que se apoderó de los negocios de su enemigo.Para mí, todo lo que estoy descubriendo sobre la historia de su familia es bastante interesante. Y me asombra tal lealtad por parte de los empleados. —Todo
Amy:Para mi alivio, eso también ha ido mejorando. Es como si mi subconsciente supiera que él está aquí y que estoy a salvo con él. Por supuesto, también ayuda que, cuando me levanto gritando, él está a mi lado para calmarme y hacerme olvidar las pesadillas. La primera de ellas tuvo lugar la tercera noche después de que llegara a la finca. Soñé de nuevo con la muerte de Katya, con un océano de sangre que me ahoga; pero esta vez, unos brazos fuertes me agarran y me salvan de una muerte segura. Esta vez, cuando abro los ojos, no estoy sola en la oscuridad. Alexis ha encendido la lámpara de la mesita y me zarandea para que despierte, con una expresión de preocupación en su hermoso rostro. —Shh, shh, ya pasó amore. Estoy aquí ahora. —Me calma deslizándome hasta su regazo sin poder parar de temblar. Por mi cara resbalan lágrimas de terror al recordarlo aquello—. Todo está bien, te lo prometo… —Me acaricia el pelo hasta que me tranquilizo y dejo de sollozar. Luego me pregunta con suavi
Alexis:Me despierto cuando la luz del sol me acaricia la cara. Anoche dejé las cortinas abiertas a propósito porque quería comenzar temprano el día. La luz causa más efecto en mí que cualquier alarma y no es molesta para Amy, quien duerme sobre duerme sobre mi brazo. Durante algunos minutos, permanezco tumbado, deleitándome con el contacto de su piel tibia contra la mía, con su suave respiración y con la forma en que sus largas pestañas reposan como oscuras medias lunas sobre sus mejillas. Nunca había querido dormir con una mujer, nunca había visto el atractivo de compartir cama con otra persona para algo más que para follar. Suspiro profundamente y separo con delicadeza a Amy de mí. Necesito levantarme, aunque estoy muy tentado de permanecer allí tumbado y no hacer nada. No se despierta cuando me incorporo, solo rueda sobre su costado y continúa durmiendo. La manta se desliza por su cuerpo y deja su espalda expuesta, en gran parte, a mi mirada. Incapaz de resistirlo, me inclin