Amy:Un golpe en la puerta interrumpe mis reflexiones medio histéricas. Las mujeres se apresuran a responder y oigo que Alexis, dando órdenes en italiano. Volviéndose hacia mí, las mujeres se despiden y salen deprisa. En cuanto se van, él entra en la habitación. A pesar de todo, no puedo evitar mirarlo fijamente. Vestido con un esmoquin negrointenso que abraza su torso, un poderoso marco para esa perfección, mi futuro esposo es impresionante. Mi mente viaja a nuestra sesión de sexo brutal en el avión y se me acumula calor húmedo entre los muslos, incluso los moratones de las nalgas comienzan a latirme al recordarlo. Él me está observando también, con su mirada caliente y posesiva mientras me recorre entera. —¿No da mala suerte que el novio vea a la novia antes de la ceremonia? —Intento inyectar tanto sarcasmo a mi voz como puedo, tratando de obviar el efecto que tiene sobre mis sentidos. En este momento, lo odio casi tanto como lo amo y me molesta mucho que quiero abalanzarme so
Alexis:Ni medio segundos después, el celular vuelve a sonar. Se lo quito de las manos y respondo a la video llamada, el rostro de Augusto Cuellar llena la pantalla.—Escúchame bien, cretino. Estas muy equivocado si crees por un momento que...—Entiendo su preocupación, señor Cuellar.Sin embargo, dentro de unos minutos Amy será mi esposa, mi responsabilidad. Le aseguro que cuidaré de ella y haré todo lo posible para que sea feliz. No tiene nada de qué preocuparse, un Ivanov siempre cumple lo que promete.Augusto me lanza una mirada envenenada, y aprieta su mandíbula, pero esta vez permanece en silencio. Es mariela quien habla a continuación: —Te agradeceríamos poder hablar con ella con regularidad para asegurarnos de que está bien. —Por supuesto. No tengo ningún problema en concederles ese privilegio. Cuelgo y ella me contempla con la frente arrugada, como si no creyera ni una palabra de lo que he dicho. Con ese vestido largo y blanco y con el cabello recogido parece una princes
Amy:Me volví a quedar dormida en el avión, aunque no sé cuánto tiempo duró el vuelo. Alexis me despierta antes de aterrizar y lo sigo adormilada. Un aire cálido y húmedo me da en la cara nada más desembarcar; es tan sofocante que parece una manta mojada. Vaya que Italia es, creo incluso es más calurosa que España , donde suele hacer unos dieciséis grados,pero esto parece una sauna. Llevo puestas las botas de invierno y un suéter de lana y me estoy cociendo. —¿Dónde estamos? —pregunto según me voy espabilando. Oigo el chirrido de los insectos y el aire huele a vegetación abundante, a trópicos—. Me refiero a en qué parte del país. —En las afueras de Palermo—contesta él al tiempo que me guía hacia un todoterreno al otro lado de la pista —. De hecho, estamos exactamente en el límite de las tierras de mi padre. Levanto la mano para rascarme el rabillo del ojo. No sé mucho de geografía, pero parece que se trata de un lugar remoto. —¿Hay algún pueblo o ciudad cerca? —Por supuesto —re
Alexis: Me inclino y le paso el brazo por debajo de las rodillas para levantarla y llevarla al baño donde nos están preparando el jacuzzi. No pesa casi nada debido a su constitución pequeña.«Mi esposa». Ahora ella es mi esposa.La enorme satisfacción que me invade al pensar en ello no tiene mucho sentido, pero no quiero ahondar en eso. Es mía y eso es lo que importa. Me acostaré con ella y la consentiré y ella, a cambio, satisfará todos mis deseos sin importar lo oscuros o retorcidos que sean.Me entregará su cuerpo entero y yo lo aceptaré. La poseeré por completo y después le exigiré más.Sin embargo, esta noche le voy a dar todo lo que quiera. Seré dulce, amable y tan cariñoso como cualquier marido con su nueva esposa. Por ahora, el sádico que hay dentro de mí está tranquilo,conforme. Ya habrá tiempo para castigarla después por mostrarse reacia en la iglesia. En este momento,no deseo hacerle daño; solo quiero tenerla entre mis brazos, acariciar su piel sedosa y sentir cómo seest
Amy:Cuando despierto por la mañana, él ya se ha ido. Al salir de la cama voy directa a la ducha, me noto sucia y sudada tras la pasada noche. Ambos nos quedamos dormidos después de haber hecho el amor, demasiado agotados como para lavarnos o para cambiar las sábanas mojadas. Más tarde, justo antes de amanecer, Alexis me despertó penetrándome otra vez. Sus manos habilidosas me llevaron al orgasmo antes de que me hubiera despertado del todo. Es como si siempre quisiera más de mí y su alta libido se disparara. Por supuesto, yo también quiero más de él. Se me dibuja una sonrisa al recordar la pasión ardiente de la noche anterior. Me prometió la noche de bodas de mis sueños y lo cierto es que me la dio. Ni siquiera recuerdo cuántos orgasmos he tenido durante las últimas veinticuatro horas. Por supuesto, ahora estoy aún más dolorida, tengo mi interior en carne viva de follar tanto. Sin embargo, me siento mucho mejor hoy, tanto física como mentalmente. Los moratones de los muslos est
Alexis:La encuentro sentada junto a la piscina, descansando con un libro debajo de una sombrilla. Tiene las delgadas piernas cruzadas por los tobillos y lleva puesto un bikini blanco sin tirantes. La piel dorada le brilla con gotitas de agua. Debe de haber estado nadando hace poco. Al oír mis pasos se sienta y deja el libro en la mesa de al lado. —Hola —dice con suavidad cuando me acerco a su hamaca. Las gafas de sol que lleva son demasiado grandes para su cara tan pequeña: parece una libélula. Me anoto mentalmente que cuando vaya a Roma tengo que comprarle unas que le queden mejor. —Hola, motita—murmuro, sentándome en su hamaca. Alzo la mano, le quito las gafas y me inclino hacia adelante para darle un beso corto pero profundo en la boca. Sabe a sol con esos labios suaves y tiernos; la polla se me pone dura por la proximidad de su cuerpo casi desnudo. «Esta noche», me prometo al levantar la cabeza. «La volveré a poseer esta noche». —¿Sobre qué iba la reunión de esta mañana? —
Alexis:Decido empezar con el entrenamiento esa misma tarde, después de ponerme al día con unos correoselectrónicos sobre negocios. No sé por qué, pero me gusta enseñarle defensa personal. No quiero que sevuelva a encontrar en una situación peligrosa, pero aun así quiero que sepa protegerse si surge lanecesidad.Soy consciente de la paradoja de lo que estoy haciendo. La mayoría de las personas diría que soy yoquien debe protegerla y seguramente sea cierto. Me importa una mierda, sin embargo. Ahora es mía y harétodo lo posible para mantenerla a salvo, aunque eso conlleve enseñarle cómo matar a alguien como yo.Cuando acabo con los correos electrónicos voy a buscarla a casa. Esta vez la encuentro en elgimnasio, corriendo en la cinta estática a toda velocidad. A juzgar por el sudor que le cae por la esbeltaespalda, ya lleva corriendo un rato.Con cuidado de no asustarla me acerco a ella por el lado.Al verme reduce la velocidad de la cinta, disminuyendo hasta el trote.—Hol
Amy:Miro a mi esposo y tengo que controlarme para no alejarme. No debí dejar que viera mi reacción ante mi nuevo apellido, pero había disfrutado tanto la sesión de tiro y su compañía , que olvidé cuál era mi nueva situación. Me sorprendió oír ese «señora Visconti» de los labios de Luca; me devolvió al sentimiento desconcertante de pérdida de identidad, y, por un momento, no fui capaz de esconder la consternación. Bastó ese instante para transformar la compañía agradable y bromista de Alexis en el hombre aterrador e impredecible que me llevó a su isla. Noto que se me acelera el pulso mientras me acaricia los labios con el dedo. Su tacto es gentil a pesar de la oscuridad que destellan sus ojos. No parece molesto por mis acusaciones imprudentes; más bien parece calmado, incluso divertido. No estoy segura de qué pensé que ocurriría cuando le dije eso, pero no esperaba que admitiera los crímenes tan fácilmente sin una pizca de culpa o arrepentimiento. La mayoría de las personas jus