Amy:Por causa del tráfico, el trayecto hacia el aeropuerto nos lleva poco más de una hora. Para mi sorpresa, no vamos al de Madrid; terminamos en una pequeña pista de aterrizaje en medio de la nada, donde nos espera un avión grande. Consigo distinguir las letras escritas en la cola del avión: G650. —¿Es tuyo? —pregunto cuando Alexis me abre la puerta del coche. —Sí. —No me mira ni entra en más detalles. Parece que está escrutando los alrededores con la mirada, como si buscara amenazas ocultas. Hay algo en su actitud que no recuerdo haber visto antes; por primera vez me doy cuenta de que la isla era tanto su santuario como un lugar donde podía relajarse de verdad y bajar la guardia. En cuanto me bajo del coche, me agarra el codo y me guía hasta el avión. El conductor nos sigue. No lo había visto antes, ya que había un panel que separaba los asientos traseros del coche de la parte delantera, así que le echo un vistazo mientras nos acercamos al avión. El chico debe de ser un integr
Alexis:Bebo unos sorbos de la copa mientras observo la mirar por la ventana cómo el avión se aleja la tierra firme. A pesar de la horrible ropa de hospital sigue siendo sexi, aunque prefiría verla enfundada en un vestido veraniego, ya que así podría ver su suave piel brillar al sol. Por su expresión de tranquilidad, me pregunto qué estará pensando, y si se arrepiente de algo. De todos modos no importa. Me la hubiera llevado conmigo sí o sí. Como si notara mi mirada en la nuca, se gira hacia mí. —¿Cómo supieron de mí? —pregunta en voz baja—. Me refiero a los hombres que me secuestraron. ¿Cómo sabían de mi existencia? Me pongo tenso al oír la pregunta. Mi mente recrea esas horas previas e infernales al ataque en el hotel y, por un momento, vuelvo a ser presa de esa mezcla inestable de furia abrasadora y miedo paralizante. Ella podría haber muerto. De hecho, habría muerto si no la hubiera encontrado justo a tiempo. Incluso si les hubiera dado lo que quería Stromae, la hubieran
Alexis:—Acércate —digo con voz ronca mientras, mientras mi verga salta contra la bragueta de mi pantalón. Se me queda mirando con esos ojos negros, pero se acerca dubitativa, insegura, como si fuese a atacarla en cualquier momento. Vuelvo a inspirar hondo para tranquilizarme. Sin embargo, cuando ya está cerca, me inclino hacia delante y con fuerza la agarro de la cintura para ponerla entre mis piernas. Su piel es lisa y muy suave al tacto; su cintura es tan pequeña que puedo rodearla con un solo brazo Tanto su vulnerabilidad como su belleza me ponen muy cachondo. Le desabrocho el sujetador para liberarle los pechos del confinamiento. Se me seca la boca y el cuerpo se me tensa al ver deslizarse el sujetador por los brazos. Aunque ya la haya visto desnuda antes, este nomento es especial, porque se entrega a mí por voluntad propia.Sus pezones son pequeños y de color rosáceo y sus pechos de la misma tonalidad que su cuerpo. No me puedo contener más y estrujo sus suaves montañi
Amy:Debo de haberme quedado dormida en brazos de Alexis porque me despierto cuando el avión comienza a descender. Abro los ojos y miro a mi alrededor; estoy irritada y dolorida por las relaciones que acabamos de mantener. Se me hace extraño que él fuera tan brusco está vez, cuando fue tan delicado la anterior...pero me encantó. Siempre he sospechado que me gusta el sexo duro. Uncluso, recuerdo que me exasperaba cuando un chico era demasiado delicado a la hora de besarme.Al parecer, estaba buscando esto...lo que me hace Alexis, esta catarsis de dolor y éxtasis. Me hace sentir sucia y excitada al mismo tiempo, exhausta, pero fortalecida por el torbellino de sensaciones que desata en mí. Me siento con cuidado y me estremezco cuando las sábanas entran en contacto con el trasero magullado. Ha sido una de las sesiones de azotes más intensas; no me sorprendería que los moratones no desaparecieran hasta dentro de un tiempo. Al echar un vistazo a la habitación veo una puerta que supongo d
Amy:Lo miro y se me contrae el pecho al tiempo que empiezo a entender. Esto que quiere, no es un gesto dulce y romántico por su parte. No lo hace porque me quiere y quiere formar una familia conmigo; así no funciona él. El matrimonio justificará que me posee, me hará legalmente de su " propiedad", así nadie podrá interferir en lo que hacemos, ni su madre ni mi padre, es así de simple. Sería una forma diferente de posesión, una forma más permanente… y algo dentro de mí se revuelve contra tal idea. —Lo siento —digo aun así, armándome de coraje—. No estoy preparada para esto. Si te parece, ¿lo hablamos en otro momento? Su expresión se endurece, sus ojos se convierten en trozos de hielo verde. De repente me suelta, retrocede un paso. —Está bien. —Su voz es tan fría como su mirada—. Si así quieres jugar, motita, lo haremos a tu manera. Se mete la mano en el bolsillo, saca un teléfono y empieza a escribir. Una sensación perversa me retuerce el estómago. —¿Qué estás haciendo? —N
Amy:Un golpe en la puerta interrumpe mis reflexiones medio histéricas. Las mujeres se apresuran a responder y oigo que Alexis, dando órdenes en italiano. Volviéndose hacia mí, las mujeres se despiden y salen deprisa. En cuanto se van, él entra en la habitación. A pesar de todo, no puedo evitar mirarlo fijamente. Vestido con un esmoquin negrointenso que abraza su torso, un poderoso marco para esa perfección, mi futuro esposo es impresionante. Mi mente viaja a nuestra sesión de sexo brutal en el avión y se me acumula calor húmedo entre los muslos, incluso los moratones de las nalgas comienzan a latirme al recordarlo. Él me está observando también, con su mirada caliente y posesiva mientras me recorre entera. —¿No da mala suerte que el novio vea a la novia antes de la ceremonia? —Intento inyectar tanto sarcasmo a mi voz como puedo, tratando de obviar el efecto que tiene sobre mis sentidos. En este momento, lo odio casi tanto como lo amo y me molesta mucho que quiero abalanzarme so
Alexis:Ni medio segundos después, el celular vuelve a sonar. Se lo quito de las manos y respondo a la video llamada, el rostro de Augusto Cuellar llena la pantalla.—Escúchame bien, cretino. Estas muy equivocado si crees por un momento que...—Entiendo su preocupación, señor Cuellar.Sin embargo, dentro de unos minutos Amy será mi esposa, mi responsabilidad. Le aseguro que cuidaré de ella y haré todo lo posible para que sea feliz. No tiene nada de qué preocuparse, un Ivanov siempre cumple lo que promete.Augusto me lanza una mirada envenenada, y aprieta su mandíbula, pero esta vez permanece en silencio. Es mariela quien habla a continuación: —Te agradeceríamos poder hablar con ella con regularidad para asegurarnos de que está bien. —Por supuesto. No tengo ningún problema en concederles ese privilegio. Cuelgo y ella me contempla con la frente arrugada, como si no creyera ni una palabra de lo que he dicho. Con ese vestido largo y blanco y con el cabello recogido parece una princes
Amy:Me volví a quedar dormida en el avión, aunque no sé cuánto tiempo duró el vuelo. Alexis me despierta antes de aterrizar y lo sigo adormilada. Un aire cálido y húmedo me da en la cara nada más desembarcar; es tan sofocante que parece una manta mojada. Vaya que Italia es, creo incluso es más calurosa que España , donde suele hacer unos dieciséis grados,pero esto parece una sauna. Llevo puestas las botas de invierno y un suéter de lana y me estoy cociendo. —¿Dónde estamos? —pregunto según me voy espabilando. Oigo el chirrido de los insectos y el aire huele a vegetación abundante, a trópicos—. Me refiero a en qué parte del país. —En las afueras de Palermo—contesta él al tiempo que me guía hacia un todoterreno al otro lado de la pista —. De hecho, estamos exactamente en el límite de las tierras de mi padre. Levanto la mano para rascarme el rabillo del ojo. No sé mucho de geografía, pero parece que se trata de un lugar remoto. —¿Hay algún pueblo o ciudad cerca? —Por supuesto —re