En el aquelarre: "La Orden de Diamantím"Reunidos en la majestuosa sala de trono del rey brujo, se encontraban los líderes de los distintos aquelarres, los más poderosos e influyentes. Allí presenciaban el juicio al que Dayanara estaba siendo sometida, acusada de incumplimiento a una orden real y de poner en peligro a la especie al perdonar la vida de Marlen, a quien consideraban una amenaza.Diamantím, erguido y elegante, se levantó de su trono y acomodó su túnica con meticulosidad. Miró con altivez a todos los presentes, transmitiendoles una sensación de autoridad imponente.—Como rey, debo ser imparcial, incluso cuando se trata de mi propia familia—, comenzó a decir con voz firme. —Hace años, confié en la sabiduría de mi hija Dayanara y le ordené eliminar a esa criatura. Hice tal petición con dolor en el alma, pues esa niña también era sangre de mi sangre. Pero parece ser que cometí un error, al igual que lo hice con Thalia. Mis dos princesas me han decepcionado— añadió, fingiendo
Al obtener la afirmación deseada de Alaric, Caroline abandonó el lugar con una alegría tan desbordante que con cada zancada que daba, sus pies apenas parecían tocar el suelo. Arrastrada por una ola de impaciencia, convocó a los subordinados de Alaric a la guarida clandestina, la misma que le sirvió de prisión bajo su forma lupina.Con una gracia arrogante, Caroline tomó asiento en el sillón preferido de Alaric, cruzó las piernas y la expresión en su rostro era la de una reina juzgando a sus súbditos.—Los he reunido hoy —comenzó enérgica— porque el señor Alaric me ha pedido ocupar su cargo mientras él está encerrado. La primera misión que les pediré será decirles a todos que esa mujer maldita no es hu… — no pudo decir nada más, un nudo obstruía su garganta, como si fuera un muro invisible que frenaba su oratoria. Solo emitía sonidos desconectados y, aunque tosía intentando despejar la obstrucción, sus esfuerzos eran fútiles. Las palabras que tanto quería pronunciar se enroscaron en su
—¡Contrólate, madre! — bramó Elijah con voz llena de dominio alfa mientras sus ojos brillaban con un intenso destello dorado.Alana, que había estado bloqueando el acceso de Lucius al cuarto de seguridad, se apartó con la cabeza gacha, cediendo ante su autoridad.Elijah se acercó a ella y, con un gesto dominante, puso una mano en su hombro antes de inclinarse ligeramente para susurrarle al oído: —No consideres a tu hijo un ser nefasto. Nunca lastimaré a Mateo, no soy un monstruo. Parece que cuando regrese, tenemos mucho de qué hablar—. Alana se tensó y se esforzó por sonreír, pasando una mano temblorosa por su perfecto moño, acomodándose algunos mechones inexistentes, aunque era claro que estaba nerviosa y preocupada. —Al menos, permíteme quedarme con ellos. El bebé no está acostumbrado a tu beta, y puede que llore mucho — le rogó angustiada. Elijah asintió mientras tomaba la mano de la confundida Marlen, que quería protestar, pero no entendía lo que estaba sucediendo.«Le daré el be
Mientras tanto, Marlén seguía los pasos vacilantes de Elijah a lo largo de un sendero rocoso, esforzándose por mantener el equilibrio y evitar caer de bruces sobre una de las grandes piedras. Él avanzaba con naturalidad, sin mostrar signos de cansancio, atando su pelo en su característica coleta.—Me duelen los pies—, Marlén arrugó la cara mientras se pasaba el dorso de la mano por la frente sudada. —¡Oye, detente! Estoy cansada, no todos somos supremos y fuertes. Si me utilizas como cargador de magia portátil, al menos deberías recompensarme con un descanso— se quejaba con un tono divertido.Elijah se detuvo de inmediato y giró hacia ella. Deslizó su mano por debajo de sus rizos rojos, afianzándola en su nuca con gesto posesivo, mientras la miraba a los ojos. Negó con la cabeza y chasqueó la lengua.—Pulguita, eres muy floja, no deberías cansarte tan rápido. Tienes energía para caminar cinco mil kilómetros sin sentir cansancio—. Él se inclinó para quedar a su altura, agarrándole el p
—¡¿Cómo te atreves, miserable pichón de brujo, a desafiarme de esta manera?! ¡Serás el primero al que le arranque la cabeza! —gruñó Elijah con ira en sus ojos, mostrando sus colmillos afilados mientras sus rasgos humanos se deformaban en una monstruosa mueca.—Parece que tendremos que resolver esto de la única manera que conocemos — manifestó uno de los brujos, mientras seis de ellos se colocaron en posición de combate, extrayendo bastones luminosos de sus manos, que incluso bajo la luz del día brillaban resplandecientes. Elijah apretó la mano de Marlén con furia, haciendo que varias rocas se elevaran del suelo y flotaran en el aire, suspendidas por su magia, y los brujos observaron con incredulidad mientras las rocas se movían amenazadoramente.—¿Cómo es que él puede controlar los elementos? —exclamó uno de los brujos con los ojos desorbitados, incapaz de comprender de dónde Elijah obtenía tanto poder—. Según nuestros informes, eras tan débil que habías sido derrotado por unos simpl
La humedad picaba por debajo de las rodillas de Dayanara, pero ella aguantaba sin hacer ningún movimiento. Mantenía la cabeza agachada, permitiendo que las lágrimas que brotaban de sus ojos lavaran sus pesares. Imaginaba cuál sería la respuesta de su padre, ya que siempre le había pedido que eliminara a esa niña inocente, que no era culpable de que ella diera rienda suelta a su amor con una criatura de otra especie.Mientras tanto, Arabella, con los brazos cruzados sobre el pecho y balanceando un pie, sonreía triunfante. Ingenuamente, esperaba la orden para salir corriendo y enfrentar a una persona que creía débil, y con rasgos característicos espantosos. Dado que en su mente, los híbridos eran personas deformadas, una mezcla de dos especies fusionadas. Aunque Arabella nunca había visto un gnomo, los imaginaba como pequeños enanos con dientes afilados, orejas puntiagudas y gorros puntiagudos. Los visualizaba con narices redondas y peludas, vestidos con botines y ropajes verdes. Sin em
Elijah se tensó, su cuerpo se puso rígido, pero luego estalló en una carcajada estruendosa que llenó la habitación.—Vaya, parece que te encanta ser el centro de atención. ¿Crees que te buscan a ti? —le preguntó, con tono burlón.— Ellos buscan a un monstruo con un cuerno largo en la frente, alguien que me sobrepasa en tamaño. ¿Qué harían con una pulguita como tú?—. Le dio un golpecito en la frente y Marlen frunció el ceño.—Eres un idiota, siempre me minimizas —protestó enfadada, e intentando liberarse de su agarre. Pero él la mantuvo firmemente sujeta y le robó un beso.—Sí, es cierto, vendrán por ti. Te han visto a mi lado, ayudándome. Te quieren muerta, eso está claro. Por eso no debes alejarte de mí, no permitiré que te hagan daño.«Porque yo soy el único que debe hacerlo», completó en su fuero interno.—Pero tú no eres esa criatura de la que hablan. ¿Qué peligro podría representar una mujer tan pequeña y tierna como tú? —. Las mejillas de Marlen se tiñeron de un intenso tono rosa
—Obviamente, me iría de aquí. Con lo que me hizo tu tío por puras sospechas, no quiero ni imaginar qué me haría si lo confirmara. Además, entiendo que tu pueblo tiene razones para odiar a los brujos —le contestó con inocencia, creando muecas que a él le parecieron adorables.Con ternura, él le quitó el espejo de la mano y lo lanzó hacia la cama, luego la jaló del brazo derecho, haciendo que enredara sus brazos alrededor de su cuello.—No eres una bruja, solo estás teniendo un reflejo mágico —le mintió, mientras le peinaba el cabello rojo, recogiéndole los rizos en una coleta alta. Marlén sonrió aliviada.—Eso me quita un peso de encima, como no te lo imaginas. Por un momento me aterró mucho y pensé en Mateo, porque supongo que si yo soy una bruja, como híbrido, él también lo sería. Con todo lo que me has dicho, vivo aterrada... —Él la silenció, posando un dedo sobre sus labios.Ella, al darse cuenta de que él le había recogido el cabello, miró a su alrededor sin mover la cabeza.—¿De