"¿Por qué no continúa?" Ese pensamiento cruzó la mente de Maray, quien tragó saliva con ansiedad mientras fijaba su mirada al frente. Ante ella se extendía el espacioso salón del templo, adornado con estatuas llamativas y tablones de piedra que exhibían grabados en las paredes, todo ello con una elegancia y majestuosidad sin igual. Su corazón latía con fuerza, y su respiración se tornaba cada vez más agitada, al compás del vaivén de su pecho. Ella sentía el calor, como un fuego consumiéndola, recorriendo cada rincón de su ser, mientras el sudor la bañaba a ella y a su Alfa. « Simplemente, no había nadie a quien valiera la pena mostrarlo. Excepto tú… Eres la primera, Luna~ » Las palabras que le había susurrado Alfa Rezef resonaban en su mente. Su cuerpo desnudo temblaba levemente, abrumado por la excitación que desordenaba sus pensamientos. "Es solo… es solo placer carnal, esto no significa nada. Este Alfa solo quiere manipularme y yo no voy a permitirlo. No puedo pensar en sus
Sus cautivadores ojos grises se posaron en el paisaje. El canto de las aves resonaba a lo lejos, mientras la brisa helada de la mañana acompañaba la neblina y el rocío matinal. Sus pulmones se llenaron de aire en un profundo suspiro de inhalación y exhalación. Él se pasó la mano por su semi larga cabellera oscura, en ese instante, vio que Maray salió del templo. ¡Ella se sentía terriblemente adolorida! Frunció el ceño al ver el “brillo” que acompañaba a ese Alfa satisfecho, mientras a ella le dolía y ardía su hinchada intimidad, y sus muslos temblorosos por el esfuerzo de mantener sus piernas separadas para él por tanto tiempo. El cansancio la invadió. Tenía sueño y deseaba regresar pronto a la mansión de la manada Luna Plateada, sin embargo… ¡No conocía el maldito camino! —¿Nos vamos ya, Alfa? —preguntó Maray con altivez, sin quejarse del dolor que la atormentaba. ¡Era una Reina Alfa! ¡Su orgullo era poderoso y no perdería su dignidad mostrándose débil ante Alfa Rezef! Un
La figura imponente de ese hombre lobo que cargaba en sus brazos a Reina Maray, acercándose hacia el sector donde Beta Aeron esperaba… Causó que ese Beta de inmediato gruñera mostrando sus colmillos. —¡¿Qué le hiciste a Reina?! —gruñó Beta Aeron, de inmediato dejando en evidencia su furia, su rostro rojo de ira. Ese Beta de la manada "Cielo Esmeralda" podía ver que Luna Maray se veía pálida. No parecía estar bien y lo sentía. Algo que le preocupaba. —¿Seguro que quieres saber eso?~ —se burló de él, Alfa Rezef, cuya aura imponente y expresión altiva, veían por debajo a ese Beta que era de altura inferior a él. —¡NO JUEGUES CONMIGO! ¡ELLA ESTÁ MAL! ¡DÁMELA! —alzó la voz exigente, ese Beta. Grave error. Alfa Rezef se acercó, deteniéndose a menos de un metro de distancia. —Muévete de mi camino. Si insistes, perderás tu vida ahora, y no podrás seguir "protegiendo" a tu Reina —le dió un ultimátum ese Alfa, retador, mostraba sus colmillos. ¡La presión era palpable en el ai
Rezef sentía repulsión de solo ver a la Reina Alfa de Noche Carmesí. La figura imponente de esa experimentada Alfa hembra, que desde hace cuatro años atrás no dejaba de meterse contra su manada. —¡Habla ya, Ginne! ¿Qué quieres? ¿Por qué esta absurda reunión secreta? Tap~ tap~ Los pasos de los tacones de esa Alfa se escucharon en el piso viejo de madera, mientras ella se asomaba desde la ventana hacia el exterior y los alrededores. Su mirada analista y cautelosa. —Parece que has cumplido, Rezef. No has traído a nadie más contigo… Rezef guardó silencio. ¡Por supuesto que sí llevó lobos consigo!, no era tan estúpido para ir a ver a su enemiga solo, sin embargo, los dejó esperando en una zona alejada y ocultos. —No me hagas perder mi tiempo, Ginne. ¿Qué demonios quieres? La Alfa de Noche Carmesí, cuya figura alta e imponente, lucía ropas marrones y una capa de piel de oso, se cruzó de brazos, mostrando una sonrisita a Alfa Rezef. —Tregua~ no seguiré atacando a Luna
La cálida sensación de esos fuertes brazos masculinos, reteniendo a Maray de la cintura, le provocaron a esa hembra un estremecer en todo su cuerpo. Ella volvió a ver hacia atrás, a ese imponente hombre lobo que la tenía aprisionada. —Po… Podrías soltarme —habló intentando mantener la cama y "guardar las apariencias". Sin embargo, era un tarea difícil de lograr. Ella estaba completamente desnuda a excepción por la camisa negra manga larga de Rezef, que llevaba puesta, misma que se le enrolló un poco al momento de ella caer sentada en las piernas de él. Sus muslos complemente al descubierto, mismos que fueron rápidamente cerrados por ella, que no quería terminar descontrolada cediendo ante ese hombre lobo, de nuevo. Alfa Rezef acercó sus labios al oído de su Luna temporal y susurró: —Nuestros bebés están bien. Están al cuidado de Liza. —¿Nuestros? —arqueó de inmediato una ceja, esa inquieta hembra. Ante las palabras de su Alfa, dando por un hecho que esos mellizos eran
Aún así, la información que Maray le dio a ese Alfa, fue totalmente creíble, hasta para Rezef, alguien desconfiado. De modo, que pasó por alto ese día que Maray pasó en cama con fiebre alta. —Así que… Es eso… —susurró él, sin poder quitarle la mirada de encima, a esa belleza de hembra vestida de rojo sangre. Ese Alfa tragó saliva, notando que hasta su lobo se sentía atraído por esa Reina de Cielo Esmeralda. Maray llevó su dedo que aún sangraba hasta su boca, chupándolo sensualmente delante de ese Alfa, acto que fue como si echarán leña al fuego. Al punto que sintió la excitación física en el interior de su pantalón. —¿Ahora sí me puedo ir, Alfa?~ —le preguntó ella con una sonrisita burlista. ¡Por supuesto que estaba buscando provocarlo! Que él vea su poder, su talento, su grandeza y su belleza. Que vea que es una Reina Alfa digna y capaz… Una que aunque por el momento está con él… NO LE PERTENECÍA. Ese Rey Alfa, simplemente asintió. Maray se marchó de ahí, esforzá
Reina Maray sentía la cálida sensación del contacto con su Beta, el cual apoyaba su frente en el hombro de ella. —Sé que te preocupas por mí, Beta… Pero… —susurró ella en un hilo de voz. —¿Maray, acaso tú, te estás enamorando de Rezef…? —le preguntó él, mientras tenía sus manos aferradas a los brazos de esa Reina— No lo hagas. No cometas ese error… Maray en ese instante, sintió cómo la presión que ejercía ese Beta en los brazos de ella, aumentó. Comprobando que él estaba nervioso o quizá… ¿Furioso? Ella no era de tener tal cercanía con Beta Aeron y él tampoco era de mostrarse tan íntimo con ella, como en ese instante se atrevió a hacerlo. ¿Quizás eran… Celos? Esa Reina atribuyó el comportamiento de su Beta a los celos, después de todo… Ella sabía que ese hombre lobo estaba enamorado de ella, o al menos. Todo en él le indicaba eso. —No. La respuesta de esa Reina de la manada Cielo Esmeralda, fue totalmente directa y fría. Tanto así que alivió el corazón de ese Beta. É
—Connie no puedes hablar de eso. Mucho menos gritarlo —la regañó fríamente, Maray. Connie se soltó, forcejeando con Maray. —¡¿Por qué?! ¡Es la verdad! ¡Él no se siente como tú! —decía la cachorra sin comprender, mientras señalaba a Beta Aeron— ¡Pero el señor malo de la mansión, sí! —hizo ella un puchero, refiriéndose a Alfa Rezef— ¡Connor está mal! ¡Connor debe sentirlo igual! ¡Él miente! ¡Siempre miente! Aún con las palabras en desesperación de la cachorra, Connor en un mar de lágrimas negó y se lanzó a abrazar a Beta Aeron, sin querer soltarlo. —¿Por qué eres así…? —preguntó Connie haciendo un puchero. La cachorrita comenzó a llorar y se fue corriendo rápidamente de ahí, en dirección al lago. Maray suspiró preocupada, viendo a su hija en ese estado. —¡Iré por ella, quédate con Connor! —le indicó ella a su Beta y fue tras la cachorra. ……. Unos minutos después. Maray alcanzó a su hija, la cual estaba sentada a la orilla del lago abrazando sus piernas, entre lágrimas. E