—¿Cómo puedes estar tan seguro, de que esos cachorros son tuyos, Alfa? Ante la pregunta de Beta Aiden, Alfa Rezef, volvió su fría mirada hacia su medio hermano menor. —Ella es Maray. Así que ellos tienen que ser míos, dada su edad aproximada. —¿Es enserio? —le preguntó Beta, arqueando una ceja— ¡Hermano reacciona!, no puedes aferrarte a una idea o una "suposición" tan básica y sin fundamentos. Con Tabitha lo tienes todo, ambos se conocen desde siempre y ella te ama demasiado, es la mejor loba de la manada, una digna- —¿Puedes dejar de hablar de ella como si fuera una m@ldita diosa? —interrumpió ese Alfa a su Beta, haciendo una expresión de incomodidad. Beta Aiden, suspiró y pasó su mano por su cabellera oscura rizada. —Ella debe ser Luna. Es la loba perfecta para la manada, ambos lo sabemos, Alfa. —Nunca dije que ella no lo sería —recalcó Rezef, causando que Beta de sorprenda—. Sigue siendo mi plan B. Lo dije anteriormente y te lo repito ahora. La manada es mi prioridad
—¿Obligar?~ —cubrió ligeramente su boca con su mano ese Beta, tratando de disimular su risa—. No eres muy romántico, Alfa. Siempre lo he sabido, pero… Si ella es Maray. Los motivos para odiarte son MUY GRANDES y también VÁLIDOS. Tienes que trabajar duro en que baje su guardia y caiga ante ti. —¿De qué hablas?, no le hecho nada malo. —Mataste a Ginne. Heriste a los lobos de Noche Carmesí. La encadenaste a tu cama y… Sabes el resto perfectamente bien. —¿Matar a Ginne? —se cruzó de brazos ese Alfa, con un brillo de molestia y frialdad en su mirada. "Me hubiera encantado ser yo el que desviva a la muy m@ldita, pero… La desgraciada de Ginne, era demasiado poderosa…" Pensó Alfa Rezef, su orgullo impidiéndole confesar la verdad de lo ocurrido ese día a absolutamente NADIE. —Si. Solo eso es motivo suficiente para querer matarte —recalcó Beta hablando de Maray. —Entonces, solo tendré que obtener su perdón —dijo ese Alfa, con total tranquilidad. —¿Así de fácil?, Alfa, disculpa
—¿Él?, no… Son festivales hechos para diversión de la manada, Alfa no suele ir a ellos pero a veces se da una vuelta para ver que todo marcha bien y- —Sí. Entiendo… —interrumpió Maray a esa Omega— Así que en dos días… "¿Por qué me siento tan vacía?… Es solitario… Estar en un lugar donde eres marginado y Beta se fue hoy mismo del territorio…" Pensaba Reina Maray, mientras acompañaba a Liza a la salida. Una vez que la Omega cruzó el umbral de la puerta, marchándose. ¡Maray se sorprendió! —¿Rezef…? —susurró para sí misma, sintiendo el aroma de ese Alfa y su presencia antes de que él siquiera fuera visible. "¿Debería cerrar la puerta y hacerme la dormida? ¡Debería evitarlo!" "No… Quizá solo anda de paso a un sector cercano y tiene que cruzar este pasillo… Sí… Puede ser eso, ¿por qué vendría a buscarme?" "Además, si me quedo aquí sería como si lo estuviera esperando y él sospecharía aún más que puedo sentirlo" Clac~ Un pequeño sonido se produjo cuando Maray cerró la pue
Sus ojos de un tono falsamente marrón, le prestaban absoluta atención a ese Alfa que preparaba la cena para ella. Las exquisitas aromas de las distintas especias que ella no conocía y dedujo eran propias del territorio de esa manada. El aroma de la carne, todo despertaba el apetito de Maray. Su corazón latiendo a un ritmo calmado, con un poco de inquietud ella movía sus piernas meciéndolas lentamente; sus manos apoyadas en los bordes del mueble elegante donde estaba sentada, una expresión curiosa en el rostro de esa hermosa hembra. —Alfa… —rompió el silencio en la cocina, uno que aunque no le resultaba para nada incómodo, prefería escuchar el sonido de esa grave y potente voz masculina de ese alto hombre lobo. —¿Pasa algo? —le preguntó Alfa Rezef. Los ojos grises claros de ese hombre lobo, estaban prestando toda su atención a la receta que hacía de memoria. Una que le fue enseñada por su padre Richard, cuando Rezef y Aiden eran solo unos cachorros a los que ese ex Alfa, crí
Solo segundos después de decir eso, ese Alfa tomó rápidamente distancia de ella y volvió hacia la cocina. ¡El corazón de esa hembra estaba VUELTO LOCO! Ella sintió un enorme peso en su interior."¿Por qué me habla así?""¿Busca confundirme?""No dejaba de decir que yo era Maray. Ahora me habla como si no lo fuera… ¿Qué trata de hacer?""¿Qué confiese? ¡No soy una tonta!" Pensó Maray bajándose del mueble donde estaba sentada. —Yo si me he enamorado antes, Alfa —habló ella con voz firme y una expresión gélida en su rostro. ¡Alfa Rezef la volvió a ver de inmediato! CLANK~Justo en ese instante, hizo un mal movimiento y terminó quemándose en la mano. —¡MALDICIÓN! —exclamó él, molesto. ¡Maray corrió hacia él en segundos! —¡¿ALFA, ESTÁS BIEN?! —gritó alterada. Ella apagó la cocina y le tomó de inmediato la mano a él—. Rayos… No traigo ninguna poción… —dijo ella preocupada por tal herida, que realmente sí parecía ser algo grande y seria. Maray llevó su mano hacia su boca dispuesta
Poco más de media hora más tarde. —¿Qué se supone que haces, Alfa…?, estás actuando muy extraño… —comentó Maray, mientras era guiada por ese Alfa, que tomándola de la muñeca la llevó hasta el salón comedor. —¿Extraño?, dije que prepararía la cena para ti. Déjame terminar bien~ —sonrió él. Una pequeña sonrisa que Maray no supo descifrar. ¿Se estaba burlando de ella? ¿Estaba intentando conquistarla para manipularla fácilmente? ¡ELLA NO CAERÍA EN SUS JUEGOS! Tras haber guiado a su esposa a ese salón. Alfa Rezef la escoltó hasta la silla, Maray observó que ya la mesa había sido preparada, un ambiente elegante y glamuroso, cuya decoración rojo carmesí resaltaba junto al brillo de los candelabros. "Probablemente él ordenó a sus sirvientes que lo hicieran mientras él cocinaba…" Pensó Maray, dándose cuenta que ese Alfa lo tenía todo organizado y eso claramente significaba… ¡QUE ESTABA PLANEANDO ALGO! Por supuesto, para esa Reina de la manada "Cielo Esmeralda", no se tratab
—Luna. En realidad fue mi padre, Richard, quien enseñó a cocinar, tanto a mi medio hermano como a mí. ¡Maray se sorprendió al ver que ese hombre lobo le estaba hablando de sí mismo! Por la expresión seria en Rezef, ella supo que hablaba con la verdad. No sentía mentira de parte de él o que quisiera burlarse de ella. —¿Tú padre…? —recordó ella a ese hombre lobo maduro, que vio únicamente en la ceremonia de bodas— Antes no me quisiste responder sobre la maldición. Tú… Dijiste en el templo sagrado que ibas a romper esa maldición y que para eso tenías que destruir a la manada "Garra Dorada", ¿Cuándo hablas de destruir… Te refieres a algo como lo que escuché que le hiciste a la manada "Noche Carmesí"? Maray intentó sonar ajena a esa manada, aunque ella misma estuvo presente esa catastrófica tarde gris. "¿Tiene curiosidad del por qué destruí la manada de su madre? ¿O realmente está interesada en mí?, no, sería más bien… Ella busca una debilidad mía…" Dedujo rápidamente ese Rey A
—¿Quieres mi amor? ¡JA! Eso nunca pasará, Alfa~ —apartó Maray a ese Rey Alfa que la encimaba, dirigiéndose hacia la salida. El corazón de esa mujer loba latía aceleradamente, su mente hecha un lío. Las palabras dulces de ese Alfa solo le recordaron qué tan peligroso podía ser él y hasta dónde estaría dispuesto de llegar. Tap~ —¡Luna! Justo en ese instante, Alfa Rezef detuvo de la muñeca a Maray, quien lo volvió a ver fríamente. —¡Suéltame! —le exigió ella, tragando saliva con inquietud. Maray solo quería alejarse de ese macho y calmar sus arrolladores sentimientos que la estaban abrumando. Todo en ese maldito y poderoso hombre lobo la enloquecía, provocando su enojo, y hasta sus deseos sexuales más bajos. —¿Por qué te empeñas tanto en negar lo que está claro ante mis ojos, Luna? —le preguntó seriamente ese hombre lobo a Maray. Dándole a entender, que ya dejara de ocultarle su identidad, ya que era un plan inútil de seguir. —¿Negar? ¿Qué debería negar Al… —¡Sabes b