Sus ojos de un tono falsamente marrón, le prestaban absoluta atención a ese Alfa que preparaba la cena para ella. Las exquisitas aromas de las distintas especias que ella no conocía y dedujo eran propias del territorio de esa manada. El aroma de la carne, todo despertaba el apetito de Maray. Su corazón latiendo a un ritmo calmado, con un poco de inquietud ella movía sus piernas meciéndolas lentamente; sus manos apoyadas en los bordes del mueble elegante donde estaba sentada, una expresión curiosa en el rostro de esa hermosa hembra. —Alfa… —rompió el silencio en la cocina, uno que aunque no le resultaba para nada incómodo, prefería escuchar el sonido de esa grave y potente voz masculina de ese alto hombre lobo. —¿Pasa algo? —le preguntó Alfa Rezef. Los ojos grises claros de ese hombre lobo, estaban prestando toda su atención a la receta que hacía de memoria. Una que le fue enseñada por su padre Richard, cuando Rezef y Aiden eran solo unos cachorros a los que ese ex Alfa, crí
Solo segundos después de decir eso, ese Alfa tomó rápidamente distancia de ella y volvió hacia la cocina. ¡El corazón de esa hembra estaba VUELTO LOCO! Ella sintió un enorme peso en su interior."¿Por qué me habla así?""¿Busca confundirme?""No dejaba de decir que yo era Maray. Ahora me habla como si no lo fuera… ¿Qué trata de hacer?""¿Qué confiese? ¡No soy una tonta!" Pensó Maray bajándose del mueble donde estaba sentada. —Yo si me he enamorado antes, Alfa —habló ella con voz firme y una expresión gélida en su rostro. ¡Alfa Rezef la volvió a ver de inmediato! CLANK~Justo en ese instante, hizo un mal movimiento y terminó quemándose en la mano. —¡MALDICIÓN! —exclamó él, molesto. ¡Maray corrió hacia él en segundos! —¡¿ALFA, ESTÁS BIEN?! —gritó alterada. Ella apagó la cocina y le tomó de inmediato la mano a él—. Rayos… No traigo ninguna poción… —dijo ella preocupada por tal herida, que realmente sí parecía ser algo grande y seria. Maray llevó su mano hacia su boca dispuesta
Poco más de media hora más tarde. —¿Qué se supone que haces, Alfa…?, estás actuando muy extraño… —comentó Maray, mientras era guiada por ese Alfa, que tomándola de la muñeca la llevó hasta el salón comedor. —¿Extraño?, dije que prepararía la cena para ti. Déjame terminar bien~ —sonrió él. Una pequeña sonrisa que Maray no supo descifrar. ¿Se estaba burlando de ella? ¿Estaba intentando conquistarla para manipularla fácilmente? ¡ELLA NO CAERÍA EN SUS JUEGOS! Tras haber guiado a su esposa a ese salón. Alfa Rezef la escoltó hasta la silla, Maray observó que ya la mesa había sido preparada, un ambiente elegante y glamuroso, cuya decoración rojo carmesí resaltaba junto al brillo de los candelabros. "Probablemente él ordenó a sus sirvientes que lo hicieran mientras él cocinaba…" Pensó Maray, dándose cuenta que ese Alfa lo tenía todo organizado y eso claramente significaba… ¡QUE ESTABA PLANEANDO ALGO! Por supuesto, para esa Reina de la manada "Cielo Esmeralda", no se tratab
—Luna. En realidad fue mi padre, Richard, quien enseñó a cocinar, tanto a mi medio hermano como a mí. ¡Maray se sorprendió al ver que ese hombre lobo le estaba hablando de sí mismo! Por la expresión seria en Rezef, ella supo que hablaba con la verdad. No sentía mentira de parte de él o que quisiera burlarse de ella. —¿Tú padre…? —recordó ella a ese hombre lobo maduro, que vio únicamente en la ceremonia de bodas— Antes no me quisiste responder sobre la maldición. Tú… Dijiste en el templo sagrado que ibas a romper esa maldición y que para eso tenías que destruir a la manada "Garra Dorada", ¿Cuándo hablas de destruir… Te refieres a algo como lo que escuché que le hiciste a la manada "Noche Carmesí"? Maray intentó sonar ajena a esa manada, aunque ella misma estuvo presente esa catastrófica tarde gris. "¿Tiene curiosidad del por qué destruí la manada de su madre? ¿O realmente está interesada en mí?, no, sería más bien… Ella busca una debilidad mía…" Dedujo rápidamente ese Rey A
—¿Quieres mi amor? ¡JA! Eso nunca pasará, Alfa~ —apartó Maray a ese Rey Alfa que la encimaba, dirigiéndose hacia la salida. El corazón de esa mujer loba latía aceleradamente, su mente hecha un lío. Las palabras dulces de ese Alfa solo le recordaron qué tan peligroso podía ser él y hasta dónde estaría dispuesto de llegar. Tap~ —¡Luna! Justo en ese instante, Alfa Rezef detuvo de la muñeca a Maray, quien lo volvió a ver fríamente. —¡Suéltame! —le exigió ella, tragando saliva con inquietud. Maray solo quería alejarse de ese macho y calmar sus arrolladores sentimientos que la estaban abrumando. Todo en ese maldito y poderoso hombre lobo la enloquecía, provocando su enojo, y hasta sus deseos sexuales más bajos. —¿Por qué te empeñas tanto en negar lo que está claro ante mis ojos, Luna? —le preguntó seriamente ese hombre lobo a Maray. Dándole a entender, que ya dejara de ocultarle su identidad, ya que era un plan inútil de seguir. —¿Negar? ¿Qué debería negar Al… —¡Sabes b
« Alfa… » ¡Rezef se quedó inmóvil! Escuchó la voz de su Luna temporal hablándole por su enlace mental. De inmediato él detuvo sus pasos y volvió a ver hacia atrás, haciendo contacto visual con esa hembra de Cielo Esmeralda. « Sé que lo que tienes que hacer es… Es importante, pero, acepto… » , continuó hablándole Maray a Rezef por medio de su enlace mental. Reina Maray no obtuvo respuesta de ese Alfa. Cada vez su corazón latía con mayor inquietud. Un rubor en su rostro avergonzado mostrándose. "¿Qué estoy haciendo?" "Es una tontería, no debí…" Pensó ella cabizbaja. Alfa Rezef frente a la puerta, vio que Tabitha se le quedó viendo seriamente a Maray, y seguidamente ella posó su mirada en él. —Vámonos Alfa, tenemos una larga noche por delante y mucho trabajo serio qué hacer —sonrió altiva Tabitha, tomando de la mano a su prometido. Rezef dejó escapar una pequeña semi sonrisa, él no se soltó del agarre que la mano de Tabitha ejercía en la suya, todo lo contrario… Él l
Con una urgencia desesperada, Alfa Rezef acercó su rostro al de Maray, en un instante sus labios se encontraron en un beso voraz, como llamaradas que consumían todo a su paso. Movimientos feroces que sorprendieron a Maray, dejándose guiar por esa pasión arrasadora de su Alfa, por esos labios que tan perfecta pareja eran de los suyos. Ella se aferró aún más a él, devorándose a besos. Cada roce era una explosión de deseo que los envolvía en un fuego pasional inextinguible. Ese Alfa tenía a esa hermosa hembra arrinconada contra la pared del pasillo, completamente a su merced. La tenue luz de las farolas de pared iluminaban sus rostros. El sonido de sus corazones resonaba como un tambor, mientras el deseo que ardía entre ellos se volvía cada vez más incontenible. Las grandes manos de ese macho no se quedaron quietas en lo absoluto. Acariciando por encima de ese pantalón oscuro ajustado de Maray sus muslos. ¡Ella sentía que su cuerpo ardía de deseo! La embriagadora aroma de las fe
POF~ Un pequeño sonido se produjo cuando ese Alfa le hizo quitados rápidamente sus zapatos de botín, que cayeron al piso alfombrado. Seguidamente él la bajó, causando que los pies de Maray toquen la suave tela de esa rojiza alfombra. —¿Alfa…? —susurró Maray, levantando su mirada para hacer contacto visual, la poderosa figura de ese hombre lobo de dos metros de altura, frente a ella, la arrinconó nuevamente a la pared, mientras él le bajaba lentamente el pantalón a ella, con todo y la tanga— Hey… —esa belleza de hembra, aferró sus manos a los musculosos brazos de ese macho, ayudando a quitarse sus ropas de la parte inferior… Ella quedó completamente desnuda frente a él. Esos afilados ojos de un gris claro que tenían un hermoso brillo plateado, robaron la atención de Maray. Ella sentía que su corazón se saldría de su pecho, a la vez que también un escalofríos recorrió su cuerpo como una corriente eléctrica, cuando él metió una de sus manos entre sus muslos, subiendo lentamente a