"Lo que sea que estés utilizando para ocultar tu esencia y apariencia de mí, parece que tiene una debilidad, mi rebelde Luna hechicera~" Tras ese pensamiento, una sonrisita curvó los labios de ese Alfa. Ella no entendió la emoción creciente que provenía de su destinado. Al notar cómo ella respondía a su cercanía, la curiosidad de ese Alfa se había encendido como un fuego que no podía ignorar y ahora… Era demasiado tarde de apagar. —Re… Rezef, hablo en serio —hizo Maray un nuevo intento por alejarse, esta vez buscando huir desesperadamente, lo empujó y caminó hacia el prado. Alfa Rezef rápidamente la alcanzó y tiró de la muñeca de Maray, él la rodeó entre sus fuertes brazos en ese instante. —No, mi rebelde Luna~ no vas a huir~ —una de las manos de ese Alfa, comenzó a deslizarse lentamente de la cintura de Maray hacia la cadera de ella, yendo un poco más abajo hacia el muslo… De ahí, levantando poco a poco la falda negra de ese elegante vestido. Maray sintió la brisa noctur
La parte superior del oscuro vestido, cayó deslizándose lentamente por la piel de Maray, dejando sus senos de buen tamaño, expuestos ante la seductora presencia del Alfa frente a ella. Maray sintió una corriente electrizante recorrer su cuerpo, su respiración agitada provocaba un vaivén cautivador de sus pechos, el sello maldito del dragón, visible en su pecho izquierdo, ese que mostraba el poderoso y peligroso trato que esos dos Reyes tenían. Ese alto hombre lobo, inclinado hacia ella, imponente, cuya mirada mostraba un atractivo brillo plateado que la tenía cautiva… Maray no entendía… Él la veía directamente a los ojos, mientras la distancia de sus cuerpos era mínima, sintiendo el roce del otro y las cálidas respiraciones que se mezclaban en una sola. Maray no podía apartar su vista de ese macho. ¿Qué estaba planeando? ¿Qué pasaba por la mente de ese feroz Alfa? Él le resultaba… Intrigante. Una poderosa sensación de querer conocerlo más, se apoderaba ferozmente de Rein
Alfa Rezef, con una firmeza suave, tomó el mentón de Maray, obligándola a mirarlo fijamente. Una intensidad en la plateada mirada de ese macho, una que atravesó a Maray, desnudando su alma inquieta. —Porque eres tú —respondió él—. No es que vaya a ser sancionado por traer a alguien, ya que soy el Rey Alfa. Simplemente, no había nadie a quien valiera la pena mostrarlo. Excepto tú… Eres la primera, Luna~ Maray se sorprendió. Ella no pudo evitar sentirse… ¿Emocionada…? "¿Significa que nunca ha traído a esa prometida aquí?" Pensó Maray. Su corazón palpitaba de alegría y su cuerpo se derretía, deseando que su Alfa la tome. Tome su cuerpo con pasión y la haga un desastre, hasta el amanecer. —Confía en mí… Luna~ —dijo él, en un susurro. Cada vez que escuchaba el "Luna" de ese Alfa. Maray tenía una poderosa sensación… Él no se lo decía a "Reina Dayan". Era más como una burla… Como si quisiera llamarla "Maray" en lugar de Luna. Al menos, esa era la sensación que él le tran
En el instante en que ese Alfa quedó completamente desnudo, se acercó hacia su Luna Temporal. Sus poderosos brazos la rodearon con un abrazo firme, mientras sus labios, llenos de anhelo, la buscaban con desesperación. —Mmm~ —un suave susurro escapó de los labios de esa hembra, quien con los ojos cerrados, se dejó llevar por el torbellino de emociones que la envolvían, vaciando su mente de pensamientos y entregándose por completo al deseo carnal. A ese descontrolable deseo, que solo ese Alfa, su mate, podía hacerla sentir y desear, estremeciéndose por completo ante su presencia. Un beso ardiente se desató entre ellos, un intercambio de calidez en el que sus lenguas se entrelazaban, moviéndose con una ferocidad que parecía no conocer límites. Cada caricia, cada lamida y pequeñas mordidas eran un deleite, como si ambos disfrutaran de cada instante. "¿Es solo por la conexión? ¡Tiene que serlo!" "Quizá… Algo está fallando en mis pociones y me siento tan sensible ante Rezef…" E
Maray mordió su labio inferior para reprimir un gemido, un esfuerzo inútil que se desvaneció en segundos; cuando acompañando a la lengua de ese macho, dos de sus largos dedos ingresaron al húmedo interior de esa hembra. —AAH~ Maray no pudo evitar soltar gritos de placer, cada vez más intensos. Sus ecos resonaban por todo el salón del templo, provocando un poco de vergüenza, pero… Ella no podía detenerse. Sin nada a qué aferrarse en esa mesa de rituales, ella se aferró con fuerza al cabello semi largo de ese Alfa. Sin embargo, el dolor que él sintió se mezcló con la excitación, que lo consumía como fuego. Temblando, Maray soltó un largo gemido, en ese momento, ese macho sintió cómo esa femineidad se ponía aún más mojada. Rezef se distanció, liberando su cabellera oscura del agarre tembloroso de esa Reina Luna. Él volvió a mirarla, sus cuerpos ligeramente brillantes por el sudor que los recorría. Con su lengua, saboreó los jugos de esa hembra que quedaban alrededor de sus labi
"¿Por qué no continúa?" Ese pensamiento cruzó la mente de Maray, quien tragó saliva con ansiedad mientras fijaba su mirada al frente. Ante ella se extendía el espacioso salón del templo, adornado con estatuas llamativas y tablones de piedra que exhibían grabados en las paredes, todo ello con una elegancia y majestuosidad sin igual. Su corazón latía con fuerza, y su respiración se tornaba cada vez más agitada, al compás del vaivén de su pecho. Ella sentía el calor, como un fuego consumiéndola, recorriendo cada rincón de su ser, mientras el sudor la bañaba a ella y a su Alfa. « Simplemente, no había nadie a quien valiera la pena mostrarlo. Excepto tú… Eres la primera, Luna~ » Las palabras que le había susurrado Alfa Rezef resonaban en su mente. Su cuerpo desnudo temblaba levemente, abrumado por la excitación que desordenaba sus pensamientos. "Es solo… es solo placer carnal, esto no significa nada. Este Alfa solo quiere manipularme y yo no voy a permitirlo. No puedo pensar en sus
Sus cautivadores ojos grises se posaron en el paisaje. El canto de las aves resonaba a lo lejos, mientras la brisa helada de la mañana acompañaba la neblina y el rocío matinal. Sus pulmones se llenaron de aire en un profundo suspiro de inhalación y exhalación. Él se pasó la mano por su semi larga cabellera oscura, en ese instante, vio que Maray salió del templo. ¡Ella se sentía terriblemente adolorida! Frunció el ceño al ver el “brillo” que acompañaba a ese Alfa satisfecho, mientras a ella le dolía y ardía su hinchada intimidad, y sus muslos temblorosos por el esfuerzo de mantener sus piernas separadas para él por tanto tiempo. El cansancio la invadió. Tenía sueño y deseaba regresar pronto a la mansión de la manada Luna Plateada, sin embargo… ¡No conocía el maldito camino! —¿Nos vamos ya, Alfa? —preguntó Maray con altivez, sin quejarse del dolor que la atormentaba. ¡Era una Reina Alfa! ¡Su orgullo era poderoso y no perdería su dignidad mostrándose débil ante Alfa Rezef! Un
La figura imponente de ese hombre lobo que cargaba en sus brazos a Reina Maray, acercándose hacia el sector donde Beta Aeron esperaba… Causó que ese Beta de inmediato gruñera mostrando sus colmillos. —¡¿Qué le hiciste a Reina?! —gruñó Beta Aeron, de inmediato dejando en evidencia su furia, su rostro rojo de ira. Ese Beta de la manada "Cielo Esmeralda" podía ver que Luna Maray se veía pálida. No parecía estar bien y lo sentía. Algo que le preocupaba. —¿Seguro que quieres saber eso?~ —se burló de él, Alfa Rezef, cuya aura imponente y expresión altiva, veían por debajo a ese Beta que era de altura inferior a él. —¡NO JUEGUES CONMIGO! ¡ELLA ESTÁ MAL! ¡DÁMELA! —alzó la voz exigente, ese Beta. Grave error. Alfa Rezef se acercó, deteniéndose a menos de un metro de distancia. —Muévete de mi camino. Si insistes, perderás tu vida ahora, y no podrás seguir "protegiendo" a tu Reina —le dió un ultimátum ese Alfa, retador, mostraba sus colmillos. ¡La presión era palpable en el ai