De entre la espesura del bosque, apareció Beta Aiden, su amigo de toda la vida. —¡Tabitha!, que bueno que estás bien~ —sonrió Beta Aiden con dulzura. Sus ojos, llenos de preocupación, se encontraron con los de Tabitha, y en ese instante, una chispa de esperanza iluminó el corazón de esa hembra. A pesar de la propia vida que ese Beta tenía, del matrimonio con Liza, Aiden siempre había tenido un lugar especial para Tabitha en su corazón… Uno que ni siquiera el destino podía borrar. En su desconsuelo, ella corrió hacia él, se aferró a su pecho, y sus lágrimas comenzaron a fluir aún más que antes. —¡WHAAA! —un grito de dolor, uno desgarrador, producido por esa hembra. Beta Aiden, viendo a Tabitha sufrir, se sintió mal por ella, él la levantó con fuerza cargando a esa hembra en sus brazos, su cuerpo cálido brindándole un consuelo momentáneo. Comenzaron a avanzar por el sendero, rodeados de árboles majestuosos. La suave brisa acariciaba sus rostros, el aroma a tierra y hier
La luna llena iluminaba ese antiguo templo sagrado de la manada"Luna Plateada", un coloso de piedra que se alzaba imponente en medio de la oscuridad de la noche. Sus muros estaban cubiertos de enredaderas, y grandes estatuas de lobos parecían cobrar vida bajo la luz de la luna; los ojos planteados de dichas estatus, estaban brillando como diamantes en medio de la penumbra. Reina Maray, guiada por la mano poderosa de Alfa Rezef, sentía una mezcla de confusión y curiosidad que la envolvía. Ambos de pie frente a ese majestuoso templo milenario. El aire estaba impregnado de un curioso misterio, el suave viento se hacía presente, meciendo sus oscuras cabelleras. El Rey, Alfa Rezef, con su figura alta y dominante, irradiaba frialdad… Un aspecto que a muchos los pondría alertas, aún más porque ese Alfa dominante era muy poderoso… Pero Maray no le temía. Reina Maray no podía evitar sentirse atraída por él, por esa ferocidad y majestuosidad, su corazón latía con fuerza, como si inte
Ella se acercó hacia ese Alfa, un paso… dos… no… no era suficiente. ¡Maray rápidamente quedó frente a Alfa Rezef! Ella sintiendo la tensión en el aire que los rodeaba. Sintiendo la emoción en su corazón y su cuerpo, pero también… La de él. —¿Me has contado todo esto, porque crees que soy tu mate en fuga? —cuestionó ella, con una chispa de desafío en sus ojos falsamente de tono marrón—. No soy esa mujer que te vuelve loco. Soy la Reina Dayan, de Cielo Esmeralda, una Alfa sin mate; me apareé con mi Beta para tener mi descendencia. Esa soy yo. Alfa Rezef no parecía convencido, por más que ella le dijera todo eso. Sus pensamientos eran un torbellino de dudas y atracción, mientras sus finos ojos grises claros, que brillaban como plata a la luz de la luna, se clavaban con intensidad en su Luna temporal. ¡Sin previo aviso, él la tomó en sus fuertes brazos, arrinconándola contra un pilar del templo! —AH~ —un gritito salió de Reina Maray que terminó arrinconada entre el pilar y ese
"Lo que sea que estés utilizando para ocultar tu esencia y apariencia de mí, parece que tiene una debilidad, mi rebelde Luna hechicera~" Tras ese pensamiento, una sonrisita curvó los labios de ese Alfa. Ella no entendió la emoción creciente que provenía de su destinado. Al notar cómo ella respondía a su cercanía, la curiosidad de ese Alfa se había encendido como un fuego que no podía ignorar y ahora… Era demasiado tarde de apagar. —Re… Rezef, hablo en serio —hizo Maray un nuevo intento por alejarse, esta vez buscando huir desesperadamente, lo empujó y caminó hacia el prado. Alfa Rezef rápidamente la alcanzó y tiró de la muñeca de Maray, él la rodeó entre sus fuertes brazos en ese instante. —No, mi rebelde Luna~ no vas a huir~ —una de las manos de ese Alfa, comenzó a deslizarse lentamente de la cintura de Maray hacia la cadera de ella, yendo un poco más abajo hacia el muslo… De ahí, levantando poco a poco la falda negra de ese elegante vestido. Maray sintió la brisa noctur
La parte superior del oscuro vestido, cayó deslizándose lentamente por la piel de Maray, dejando sus senos de buen tamaño, expuestos ante la seductora presencia del Alfa frente a ella. Maray sintió una corriente electrizante recorrer su cuerpo, su respiración agitada provocaba un vaivén cautivador de sus pechos, el sello maldito del dragón, visible en su pecho izquierdo, ese que mostraba el poderoso y peligroso trato que esos dos Reyes tenían. Ese alto hombre lobo, inclinado hacia ella, imponente, cuya mirada mostraba un atractivo brillo plateado que la tenía cautiva… Maray no entendía… Él la veía directamente a los ojos, mientras la distancia de sus cuerpos era mínima, sintiendo el roce del otro y las cálidas respiraciones que se mezclaban en una sola. Maray no podía apartar su vista de ese macho. ¿Qué estaba planeando? ¿Qué pasaba por la mente de ese feroz Alfa? Él le resultaba… Intrigante. Una poderosa sensación de querer conocerlo más, se apoderaba ferozmente de Rein
Alfa Rezef, con una firmeza suave, tomó el mentón de Maray, obligándola a mirarlo fijamente. Una intensidad en la plateada mirada de ese macho, una que atravesó a Maray, desnudando su alma inquieta. —Porque eres tú —respondió él—. No es que vaya a ser sancionado por traer a alguien, ya que soy el Rey Alfa. Simplemente, no había nadie a quien valiera la pena mostrarlo. Excepto tú… Eres la primera, Luna~ Maray se sorprendió. Ella no pudo evitar sentirse… ¿Emocionada…? "¿Significa que nunca ha traído a esa prometida aquí?" Pensó Maray. Su corazón palpitaba de alegría y su cuerpo se derretía, deseando que su Alfa la tome. Tome su cuerpo con pasión y la haga un desastre, hasta el amanecer. —Confía en mí… Luna~ —dijo él, en un susurro. Cada vez que escuchaba el "Luna" de ese Alfa. Maray tenía una poderosa sensación… Él no se lo decía a "Reina Dayan". Era más como una burla… Como si quisiera llamarla "Maray" en lugar de Luna. Al menos, esa era la sensación que él le tran
En el instante en que ese Alfa quedó completamente desnudo, se acercó hacia su Luna Temporal. Sus poderosos brazos la rodearon con un abrazo firme, mientras sus labios, llenos de anhelo, la buscaban con desesperación. —Mmm~ —un suave susurro escapó de los labios de esa hembra, quien con los ojos cerrados, se dejó llevar por el torbellino de emociones que la envolvían, vaciando su mente de pensamientos y entregándose por completo al deseo carnal. A ese descontrolable deseo, que solo ese Alfa, su mate, podía hacerla sentir y desear, estremeciéndose por completo ante su presencia. Un beso ardiente se desató entre ellos, un intercambio de calidez en el que sus lenguas se entrelazaban, moviéndose con una ferocidad que parecía no conocer límites. Cada caricia, cada lamida y pequeñas mordidas eran un deleite, como si ambos disfrutaran de cada instante. "¿Es solo por la conexión? ¡Tiene que serlo!" "Quizá… Algo está fallando en mis pociones y me siento tan sensible ante Rezef…" E
Maray mordió su labio inferior para reprimir un gemido, un esfuerzo inútil que se desvaneció en segundos; cuando acompañando a la lengua de ese macho, dos de sus largos dedos ingresaron al húmedo interior de esa hembra. —AAH~ Maray no pudo evitar soltar gritos de placer, cada vez más intensos. Sus ecos resonaban por todo el salón del templo, provocando un poco de vergüenza, pero… Ella no podía detenerse. Sin nada a qué aferrarse en esa mesa de rituales, ella se aferró con fuerza al cabello semi largo de ese Alfa. Sin embargo, el dolor que él sintió se mezcló con la excitación, que lo consumía como fuego. Temblando, Maray soltó un largo gemido, en ese momento, ese macho sintió cómo esa femineidad se ponía aún más mojada. Rezef se distanció, liberando su cabellera oscura del agarre tembloroso de esa Reina Luna. Él volvió a mirarla, sus cuerpos ligeramente brillantes por el sudor que los recorría. Con su lengua, saboreó los jugos de esa hembra que quedaban alrededor de sus labi