Esa hembra de Luna Plateada hizo sus manos puños, apoyándolas sobre la alfombra negra del largo pasillo. "La odio, la detesto, la quiero muerta… Muerta… Que ella deje de existir…" Tabitha pensaba fuera de sí, atrapada en un torbellino de emociones intensas. Un grito doloroso y desgarrador brotó de su boca mientras levantaba la mirada, clavando sus ojos en Maray, que se alejaba cada vez más. Tabitha se puso de pie y salió corriendo a toda prisa. Tap~ tap~ El sonido de sus pasos resonaba ferozmente, mientras ella sacaba sus garras, dispuesta a atacar a Maray con una furia mortal. ¡En ese instante, Beta Aiden intentó detenerla! Paf~ —¡No, Tabitha! —exclamó él, sosteniéndola con fuerza del brazo. Pero ante el gruñido feroz y la expresión de dolor que ella le mostró, él la soltó. Esa hembra continuó su avance, decidida a destruir a Maray, aunque eso significara su propia perdición. ¡Justo en ese instante! Su cuerpo se congeló. La hembra de Luna Plateada quedó inmóvil, sintie
Tabitha empujó a ese Beta, decidida a levantarse del piso por sí misma, solo para al hacerlo, salir corriendo de allí, con el corazón hecho añicos. —¡Espera, Tabitha! —exclamó ese Beta, con la preocupación en su voz y la tristeza marcada en su rostro. ………. PUM~ Tras el golpe de la puerta al cerrarse, Maray se encontró abruptamente acorralada contra la pared, el enorme cuerpo de ese macho encimándola en segundos. En la penumbra de la habitación, iluminada tenuemente por las farolas de pared, Maray, se perdió en la mirada plateada de ese hombre lobo, que agarrándola de la mandíbula, la obligó a mantener el contacto visual. En aquella habitación, sin ventanas y sin otra salida que la puerta recién cerrada, había una cama tamaño king y, lejos de ella, una pequeña mesa con una jarra de agua y una cesta de frutas. Una habitación que parecía una celda de castigo. Pero esos detalles no le importaban en absoluto a esa hermosa Reina Alfa, no en ese momento de desbordante deseo. Antes
La lluvia caía a torrenciales, las ráfagas del viento arrastrando hojas agitaban el largo cabello lacio de esa hembra de Luna Plateada. —¡TABITHA! —aullaba en su llamado, Arvy, el lobo de Beta Aiden. La rápida loba de Tabitha, Thara, se sumergía en las profundidades del verdoso bosque a los alrededores de la mansión. Bajo ese cielo gris, ese Beta corría empapado, entre los charcos salpicando con el paso de sus rápidas patas, subía montaña arriba entre más buscaba a esa hembra. Aún por encima del comportamiento de Tabitha. Ella seguía siendo su amiga de la infancia y también la de Rezef. ¿Por qué no podía haber paz entre los tres? Se preguntaba ese lobo de pelaje oscuro como el carbón, característica común en la manada de la Luna Plateada. Finalmente avistó en la distancia a esa hembra que sobre las enormes rocas cubiertas de musgo, se quedó inmóvil ante la creciente corriente del río frente a ella que la obligó a dejar de huir. —Ven conmigo, Thara. Sabes que no tiene se
✧✧✧•••✧✧✧•••✧✧✧•••✧✧✧ >>> Maray: El aire a mi alrededor se impregnaba de la intensa fragancia de sus feromonas, entrelazándose con las mías de una manera casi palpable. Sentía cómo mi cuerpo respondía a Rezef. A pesar de que estaba debilitada, no me sentía abrumada… Todo lo contrario. Mis ojos celestes recorrían la silueta de su poderoso cuerpo, completamente desnudo sobre mí, en la amplia y oscura habitación. La tenue luz de las farolas de pared era suficiente para admirar el físico escultural de ese… Mi Alfa… Mío… Sí… Esa palabra suena extraña… Pero se siente tan atrapante… Ah~ me encanta decirte mío… Mis manos comenzaron a acariciar su cuerpo, su ancha espalda, mientras sentía sus labios recorrer mi cuello, su aliento cálido, su respiración agitada cerca de mi oído. Él está tan caliente… Su cuerpo arde, su bestia interna está resistiendo con fuerza; lo puedo sentir, está tratando de ser bueno porque sabe que estoy débil… Siento que está… ¿Feliz? —Umm
✧✧✧•••✧✧✧•••✧✧✧•••✧✧✧ >>> Rezef: La miré a los ojos, esos que destilan el color de la sangre, su parte mujer y loba, ambas mías, un brillo hipnotizante que ardía con un deseo incontrolable. Una corriente electrizante recorrió mi cuerpo, despertando cada fibra de mi ser. Su aroma, esa fragancia embriagadora que liberan sus feromonas, me invitaba y susurraba al oído: "quiero más". Maldición, ¡me está volviendo loco! Es la esencia más deliciosa que jamás he tenido el placer de sentir. Mi lobo, ansioso y emocionado, se regocija al volver a disfrutarla en su totalidad. Pero no puedo evitarlo. Somos criaturas ambiciosas y no nos conformaremos con esto. Queremos todo de ella. La haremos nuestra. Siento la calidez de su húmedo interior envolviendo mi miembro… Ah, se siente tan bien… Los sonidos lascivos que emergen con cada movimiento lento me vuelven loco. Ver su expresión, cómo disfruta, me excita aún más. No puedo dejar de imaginarla hecha un desastre, pidiéndome
✧✧✧•••✧✧✧•••✧✧✧•••✧✧✧ Largo cabello rojizo como el fuego, una mirada penetrante que relucía como un par de valiosas joyas de rubí. ¡Reina Maray se encontraba encima de ese Alfa! En un abrir y cerrar de ojos, los roles se invirtieron; con un hechizo poderoso lo hizo caer sobre la cama, dominando a ese formidable Alfa de Luna Plateada. Sus manos se apoyaron firmemente en los pectorales musculosos de ese hombre lobo. —Lo siento, Alfa… Dije "no"~ —sonrió ella, con una chispa traviesa en sus ojos. Su aura indomable y su esencia desafiante lo envolvían. Se inclinó hacia ese macho, que, sorprendido, alzó la mirada hacia ella. El corazón del Rey Alfa latía desbocado, inundado de emoción. Aquella hembra lo mantenía cautivo, sorprendiéndolo en cada instante… Maray se había convertido en su adicción más intensa. Alfa Rezef colocó sus grandes manos en los brazos de Maray, intentando alejarla… Pero el hechizo de ella lo mantenía prisionero. Un ligero resplandor rojo escarlata
—No te marqué sin tu permiso —recalcó Alfa Rezef que se sentaba sobre la cama. Sus ojos grises claros mostrando un ligero brillo—. Tú me lo pediste. —¡¿Ah?! ¡MENTIROSO! —exclamó Maray de inmediato. —No miento. Creo que… Estabas algo fuera de ti~ aunque he de admitir, que me aproveché de ese hecho~ —decía ese Alfa en tono animado, levantándose de la cama y únicamente colocándose su pantalón que se encontraba tirado en el piso de ese sector. Él se inclinó hacia Maray y la alzó. —Ay, espera… —soltó Maray un pequeño grito a la vez que se aferraba al cuerpo de ese alto hombre lobo— Siento como si hubiera combatido con una manada entera toda una noche… —hizo esa hembra un gesto de dolor. —Ya se te pasará, eres fuerte~ —¡Deja de hablarme en ese tono, siento cómo estás disfrutando mucho toda la situación, Rezef! —le regañó Maray frunciendo el ceño. Clac~ Ese hombre lobo abrió la puerta de la habitación. Nuevamente se encontraron en el largo pasillo tenuemente iluminando por la f
Ginne tomó su forma humana y Douglas le pasó un cambio de ropa, ella se vistió y se inclinó hacia "la niña Maray" dormida, besándole la frente con amor… En segundos… La mordió en el cuello y utilizó su poder borrando sus recuerdos de esa atesorada tarde compartida. —Me duele cada vez que hago esto… Mi amado Douglas… —dijo Ginne con la tristeza marcada en sus palabras. Del lado de ese hombre humano no era diferente. Él la veía con tristeza y un anhelo que no podía satisfacer. —Lo haces por su bien. Sería peligroso para Maray recordar algo de ti… —le respondió él con dolor en sus palabras, casi como si también quisiera convencerse a sí mismo de lo que decía. —He logrado descifrar las piedras sagradas de Noche Carmesí… Me ha tomado años, pero… Cada vez aprendo más de mi don, cómo utilizarlo, hay… Hay una manera en la que ella logrará recuperar todos los fragmentos que le he quitado… —confesó Ginne. —Para eso tendría que… Irse contigo. Aclaramos que seguiría como humana —dijo ser