Crucé la calle.
Me sentía el hombre más ganador del mundo.
Salí de la manzana que ocupaba aquella casa y me dirigí en dirección hacia el supermercado donde estaba aparcado mi coche y había un par de tipos ahí que se notaba que estaban esperándome. Se veían siniestros, aunque con cierto aspecto ridículo.
— Me llamo Caks —Dijo el tipo algo gordo que estaba apoyado en la puerta delantera.
— Y yo soy Karzev —Dijo el tipo algo pequeño que estaba apoyado en la puerta trasera.
No supe que pensar. Tal vez eran unos matones que estaban cazando a alguien y tal vez se habían equivocado.
— Nos manda Hugan
Había llegado a casa con el afán de dormir una siesta de dos horas después de lo que me había parecido solo un extraño incidente.Más allá de eso nada, me sentía relativamente bien.Estaba a punto de quedarme dormido. No tenía ninguna putas ganas de ir al bar clandestino sanitario y estaba cansado. De partida no tenía idea cómo arreglármelas para interrumpir la cita con Doniv para acudir a la cena en casa de Evka, donde estaba invitada nada más y nada menos que la mismísima gobernadora de la ciudad.Estaba pensando en dejar de pensar en todo aquello para por fin entregarme a los brazos de morfeo cuando una vez más sonó el maldito teléfono.Era mi feminista millonaria.— ¡Aló! —Dijo— ¿Bruck? Necesito hablar urgentemente contigo. Te tengo una propuesta.
La siesta se había ido al diablo producto del percance con mi feminista millonaria y me di mi tercera ducha del día. Evka me la había chupado y aquello lo ameritaba, puesto que uno nunca sabía lo que podía llegar a ocurrir, yendo incluso más allá de mi tercer confrontamiento sexoso del día. No tenía ningunas malditas ganas de salir hacia el bar clandestino sanitario pero ahí estaba, haciendo un esfuerzo y tragandome otra maldita píldora roja para poder sobrevivir y así tener fuerzas y cumplir con mi trabajo que daba la impresión de que no se iba a terminar nunca. Me puse unos jeans negros ajustados y una chaqueta también negra y ajustada y acudí al estacionamiento. Ahí estaba Carok, así como confundido buscando algo.— ¡Bruck! —Me dijo, en cuanto me vio— ¿Cómo estás?&n
La gobernadora de la ciudad me miraba fijo y a mi se me había puesto blanda y Doniv lo seguía intentando con todas sus fuerzas.Simplemente me maldecía por estar en el lugar equivocado y a la hora equivocada.— Perdón —Dijo ella, tras yo descubrir que su mirada pertenecía a la de alguien que estaba profundamente decepcionadx—. Venía a verte a tí pero me di cuenta que estás ocupado.Acto seguido la gobernadora de la ciudad se alejó en dirección hacia la salida del bar clandestino sanitario. Doniv seguía en aquello y la hice parar casi bruscamente.No podía creer que había pasado de un nivel de calentura máxima a esa sensación. Para colmo no tenía idea qué era lo que estaba pasando.— ¿Que pasa? —Preguntó ella, aún con mi verga en sus manos— ¿Quien se dio cuenta de esto?
No tuve más remedio que llamar a Clavka, quien acudió en el acto tras aquella inesperada emergencia.— ¡No puede ser! —Dijo, tras tomarle el pulso.— ¿Qué es lo que no puede ser?— A Doniv la drogaron fuera de casa.— ¿La drogaron? ¿Con qué?Clavka me miró como si yo fuese el imbécil más grande de la historia universal pese a que era primera vez que nos veíamos en persona.— ¿Qué pasa? —Pregunté.— Píldoras rojas. ¿Te suenan?— ¿Que tienen de malo las píldoras rojas?— Las píldoras rojas se las dan a las chicas débiles para que se deshiniban. Para peor Doniv se pone extremadamente caliente cuando beb
Una vez que regresé del estacionamiento y de ir a dejar a Clavka hasta mi coche me quedé pensando en la idea de que nada en la vida podía ser más aleatorio que mi vida misma.Sin previo aviso la gobernadora de la ciudad estaba ahí, de pie frente a la puerta de mi departamento.Aquello no lo podía creer.— ¿Y tú? —Me preguntó, así como realmente preocupada por mi existencia— ¿Dónde estabas?Me causó bastante gracia aquel tono de voz que empleó para preguntarme aquello y no pude evitar sonreír.— ¿Por qué?— Pregunté en recepción por tí. Me dijeron que no habías salido de aquí y al mismo tiempo me costó bastante encontrarte.Diez minutos antes y otra vez
Volví varias veces más a marcar el número de mi feminista millonaria y los resultados eran fracasos y más fracasos. Ya se me había quitado el letargo producto de un exceso de ansiedad y la gobernadora de la ciudad seguía mirando el suelo melancólicamente, al parecer sin ninguna intencion de irse a alguna otra parte.Tal vez lo tenía todo, excepto donde ir.— ¿Que pasó con la comida que hubo en casa de Evka? —Le pregunté, con el fin de cambiar el tema.La gobernadora de la ciudad sonrió tristemente:— Ah, eso —Dijo, de nuevo sonriendo de manera forzada— Descubrí que mi novia me estaba engañando con Evka. Lo peor de todo es que ella ya sabía que yo lo sospechaba y créeme que tú me ayudaste a descubrirlo.— ¿Por
Tras despedirme de la gobernadora de la ciudad sentía como cada rincón de mi ser reaccionaba distinto producto de las potentes revelaciones que había recibido durante aquella madrugada, puesto que aquella distendida charla que hubo después de aquello solo había sido una distracción.Me daba la impresión de que mi vida ya no iba a volver a ser lo que era antes, puesto que a esas alturas estaba seguro de que sabía demasiado sobre cosas que jamás hubiese tenido que saber.Llamé varias veces por teléfono a mi feminista millonaria mientras la luz matutina invadía mis párpados. Ella no contestaba y yo me sentía cada vez más asustado porque su última conexión había sido hace ya varias horas atrás. Ella nunca
Ya estaba sintiendo el cansancio, pese a toda la voluntad que poseía. Y producto de que estaba sintiendo el cansancio la creatividad culinaria no me había dado para más y terminé cocinando exactamente lo mismo que le había cocinado a la gobernadora de la ciudad.Aún no dormía nada.— Te quedó exquisito esto —Dijo Doniv— Que mejor que tener un amigo que cocina así de rico.Y ahí estaba yo, sin poder evitar mirarle los muslos. El hecho de haber procedido con Clavka la noche anterior me había dejado satisfecho, por lo que sí, tal vez iba a poder controlarme. Solo esperaba poder dormir para poder dejar de lado el consumo de las malditas píldoras rojas y así poder ordenar algo mi vida.&n