—¿Cómo...?—Mi poderoso poder de persuasión —dijo con orgullo —. No imaginas el rostro de Jimmy, cuando fingí que entraba en labor de parto por su culpa al no querer darme información del lugar secreto de la boda.—Pobre Jim —reí pese a mi estado de ánimo. Jimmy, era uno de nuestros pilotos y era quien sabía del lugar que escogí para casarme con mi ángel, era él quien llevaría a la familia hasta allá hasta Bélgica, al esplendoroso y mágico bosque azul.—Tenía mucha curiosidad, lo siento.—No te preocupes, siempre que lo mantengas en secreto hasta que...Fiorella, esté con nosotros.Tenía fe en ello, en que mi mujer regresaría a mi lado, tal vez el miedo me hacía pensar cosas impensables, aun así pelearía con la mismísima muerte si era necesario.—Anda, come.Lo hice, en realidad me sintió bien probar bocado, tenía muchas horas sin comer, en ese momento me sentí mareado y un dolor de cabeza asomaba en mis sienes. Me forcé a comer dos sándwiches, lentamente masticaba y de mi mente no p
—¡No, no, no! No tu, ángel.Fiorella hacia presión sobre su vientre pese a su estado de gravedad, su vientre comenzó a sangrar imparablemente haciendo que sus manos se cubrieran de sangre y entonces comenzó a perder el equilibrio. De nuevo la sostuve y comencé a llorar desesperado, cargado de impotencia. Coloqué una mano sobre las de ellas desesperado haciendo presión también en un vano intento. Ella lloraba desconsolada.—Theo...el bebé.—No hables mi amor, pronto saldremos de aquí, todo estará bien —giré mi rostro en busca de Ernest, él estaba recostado sobre la pared cerca a la ventana con el móvil pegado a su oído, se le veía mal y su pierna no paraba de sangrar —¡Ernest, necesitamos sacarla de aquí ya! —le pedí a gritos.—Enviaron un helicóptero... en diez minutos estarán aquí.Asentí temblando o tal vez era mi amor quien lo hacía, la cargué hasta recostarla en la cama, con una mano volví a presionar la herida y con la otra acariciaba sus mejillas tratando de limpiar sus lágrima
—¿No quieres comer algo? —insistió por tercera vez mi hermano. Negué.—Solo quiero estar con ella.—Bien.***Abrí la puerta con el corazón latiendo aceleradamente, Miranda se encontraba allí leyéndole un libro, sentada cerca a la cama, se levantó y me sonrió para abandonar la habitación. Las manos me temblaban sin parar y apreté estas para tratar de controlarlas. Avancé cuidadosamente paso a paso, me costaba tragar.Mi hermosa mujer estaba tranquila, con esos ojitos marrones cerrados que tanto amaba, sus pestañas se veían más largas que nunca y su cabello estaba recogido de medio lado. Tenía una vía que le suministraba el medicamento gota a gota, le acaricié una de sus mejillas notando que ya había recuperado un poco de color, me acerqué para besar por algunos segundos su frente. Ocupé la silla en la que había estado Miranda y le sostuve su mano derecha.—Hola mi amor. Te necesito tanto...han sido casi cuatro semanas en las que no he podido respirar sin ti, han sido los días más terr
Nos habíamos mudado a un pent-house suficientemente cómodo cerca del edificio donde vivían mis padres. Mi familia nos visitaba regularmente, trataban de ayudarnos en lo posible, a su manera porque también querían darnos espacio.Decidí trabajar un par de horas desde una oficina en casa, y uno que otro día desde la sede en Boston, lo hacía porque pese a todo necesitaba despejar la mente o el mismo psiquiatra que ahora trataba a mi mujer lo haría conmigo.Nicholas se quedó a cargo de la sede en Alemania, confiábamos plenamente en él y Sojhar lo ayudaba en lo que podía mientras estuvimos en España, luego que regresaron de su luna de miel sintieron mucho al enterarse de lo sucedido y no nos dejaron ni un solo día solos.Noté el fax que envió Ernest en la máquina de este pero no tuve ganas de leerlo. Subí a la recámara puesto que era hora de la cena y de nuevo intentaba persuadir a mi amor para que comiera.Ingresé a la alcoba y allí estaba, sentada sobre el alfeizar de la ventana con su
—Momento Kodak —sonrió con ternura, Fiore. Miranda terminó su abrazo de apoyo, y le habló a su hija.—He tenido incontables momentos de esos gracias a ti hija.Fiorella se aproximó hasta nosotros recién duchada, aunque se secó gran parte de su cabellera, algunos cabellos lucían algo húmedos.—¿Ya desayunaron? —preguntó estirándose un poco.—Solo café, esperábamos por la bella durmiente —le respondí, guiñándole un ojo. Miranda se fue a la cocina para verificar que el desayuno estuviera listo.—Oye. Hoy debías ir a la oficina. ¿Por qué no te has ido a trabajar? Son más de las ocho —dijo en tono serio —Si es por lo de anoche, estoy bien, en serio, no es necesario que te quedes a cuidarme —expresó decaída, la jalé hasta mi para besar su frente. —No es por ese motivo que estoy en casa. ¿Acaso no puedo tomarme un día de flojera junto a mi mujer?—¿Hoy es día de flojera? Creí que eran los domingos.Le tomé el mentón y la besé, adoraba su boca, la forma de esta y la manera como ella se deja
Cuando ella, mi luz de amor, mi Fiorella quedó embarazada tuve otra percepción de lo que implicaba convertirme en el padre de un ser y de un ángel tan puro como lo sería su madre, ella quien con las pulsaciones de sus latidos en cada beso que me regala era lo mejor de mi vida.Cuando nos dieron la inesperada y repentina noticia no tuve la mejor reacción que se supone un padre debería tener al enterarse de tan extraordinario y nuevo acontecimiento, no lo hice entonces porque mi estado de vulnerabilidad por ella con nuestro hijo en su vientre aumentaba el doble de riesgo para ellos, y ese temor opacó por completo la felicidad del momento tras enterarnos de la buena nueva porqué tuve un mal palpito con nuestro pequeño, en ese momento si las cosas hubiesen sido de otra manera habría gritado como loco de felicidad extrema y absoluta, pero el miedo por unos segundos detuvo la dicha de la majestuosa noticia, para mi desgracia, estuve en lo cierto, mi pesadilla se hizo realidad el día que
—Familia, los reunimos esta noche porque queríamos compartirles una gran noticia. Como todos saben, hace un poco más de dos meses, tuvimos una lamentable pérdida, vivimos la peor pesadilla de nuestras vidas como pareja, nos separaron forzosamente por varias semanas, semanas que para Fiorella y para mí nos marcaron el corazón, ella perdió a nuestro bebé y yo casi la pierdo a ella, me habría vuelto loco y hoy no estaría aquí con ustedes si ella no estuviera respirando a mi lado. La vida nos da unas lecciones tremendamente fuertes, a unos más que otros, aun así no debemos decaer, aun así debemos continuar luchando por encontrar la felicidad, no perder ni un ápice de esperanza. Cometí errores, sufrí las consecuencias de estos y pagué con creces, por eso me siento profundamente bendecido y estoy agradecido con la vida, por ella —me giré a verla, me miraba con esos ojos marrones saturados de lágrimas —y por ella siempre buscaré las mil maneras de verla sonreír, por eso cuando cayó en esos
Dentro de cuatro días partiríamos a Bélgica. Nuestros padres ya se encontraban allá, agilizando algunos inconvenientes y detalles del lugar en vista de que el bosque azul es resguardado como un gran tesoro, obtener los permisos para realizar la ceremonia allí nos había costado, pero gracias a que mi padre tiene numerosas amistades logramos que nos concedieran al menos dos horas. Ansiaba ver el rostro de Fiorella cuando se diera cuenta del lugar que escogí para terminar de sellar nuestra relación como esposos.Eran un poco mas de mediodía, y nos preparábamos para salir, queríamos darle un paseo a nuestro hijo y el día se encontraba soleado con un clima agradable. Decidimos ir al Boston Common, un parque bastante amplio en el centro de Boston. Conducía por las calles de la ciudad que me vio nacer, con mi familia acompañándome. Andrew, sentado en la parte trasera resguardado en su silla jugaba con un pequeño coche de peluche en sus manos. Fiorella, no dejaba de mirarme, le di una rápida