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—¡Oh, vamos, general, cálmese! Se puede enfermar —dijo al verlo actuando de ese modo. —¡Te di mi confianza! ¿Es así como me pagas? ¡Seduciendo a mi hija! —Padre, por favor, ¡Yo lo amo! Pablo miró a su hija con tristeza. —¿Y tú, Alex Donovan? Dime, ¿Amas a Jazmín? Alex tragó saliva, miró a Jazmín tan triste, tan pálida. —¡Basta, Pablo Farré! Deja de actuar como un maniaco —dijo Clara entrando y haciendo una suave reverencia al rey. —¡Contesta, Alex! ¿Amas a mi hija o no? ¿La amas tanto para casarte con ella, como iba a hacerlo el duque? Alex sintió la mano de Jazmín sobre la suya, su mirada azul era una súplica, recordó las palabras de Clara, ayer. —Sí, yo… quiero casarme con Jazmín y hacerla feliz. Jazmín le miró sorprendida, una sonrisa se formó en sus labios. Pablo estaba impactado de sus palabras, pero supo que no había nada más que hacer, no podría oponerse a la felicidad de su hija. Matías le enseñó a Anne unos rosales preciosos, ella los admiró, luego Matías señaló un
Alex Donovan y Pablo Farré conversaban en el despacho privado. —Juro que tengo buenas intenciones, general. —Jazmín es mi pequeña niña, Alex, he sufrido mucho con Anne, pero no toleraré más que dañen a mis hijas. Aceptaré que te cases con ella, solo porque ella te ama, pero, si tú o Felipe rompen el corazón de mis hijas, juro que será lo último que hagan en la vida. —No le haré daño. —Más te vale —sentenció Pablo. El hombre caminó a ver a Jazmín sentada en la banca del jardín, se acercó con lentitud, pero notó que estaba molesta, con razón, se sentó a su lado. —Cuando eras pequeña, siempre fuiste rebelde, supe que eras especial, pero, no quiero que sufras, menos con un hombre que no te ama, Jazmín, no quiero que pierdas tu sonrisa, ni tu energía por un hombre que piensa en otra. Jazmín miró a su papá con ternura, tomó su mano. —Confía en mí, papá, seré feliz. —¿Y si no logras que te ame? Conozco a Alex, es buen hombre, pero, cuando el corazón pertenece a alguien… Ella siseó.
Anne recibió aquel mensaje de Daniel, lo leyó lentamente, titubeó«Anne, te veo en el hotel Nápoles en media hora, hay una suite a tu nombre, por favor, debemos hablar»No sabía que responder, primero no respondió nada.—¿Anne? ¿Estás bien?Anne detestó la voz de esa mujer, alguna vez fue una mujer a quien admiraba, pero ahora, Ana Fantori le parecía una arpía hipócrita, aunque fuera la misma reina.—Estoy bien —dijo con desdén.—Las invitadas te ven muy seria, se están preguntando si esto es por voluntad, deberías…—Y tú tal vez deberías guardar silencio, no olvido todo lo que me hiciste.—Anne, ten cuidado.—¿Cuidado con qué? No te temo, no eres nadie para mí, aconsejaste mal a Felipe, y mira lo que hiciste, viniste con una carta, ¿Por qué no le dijiste que mejor diera la cara? O mejor aún, que me dejara siquiera una hora antes, tal vez no hubiese perdido mi tiempo esperando en el altar.Ana Fantori bajó la mirada.—Han pasado tres años, Anne.—Tal vez deberías pasearte en un altar y
Anne reaccionó a tiempo, cuando dejó de ser víctima de sus sensaciones, el rencor volvió a golpearla, se alejó, empujándolo con fuerza y abofeteó su rostro con fuerza. Él la miró impactado, no podía creerlo, Felipe sintió angustia. —¿Qué te crees? ¿Con qué derecho me besas? Y para que lo sepas bien, Felipe, un minuto de mi nuevo amor, vale más que todo el tiempo que he estado contigo. Anne lo empujó, dejándolo ahí, Felipe no fue capaz de ir tras ella, se sintió vencido. Anne caminó sin rumbo, hasta poder pensar, estaba confusa, llorosa, sabía que odiaba a Felipe por el pasado, pero no podía entregarse a Daniel, no de esa forma en que él quería. «A veces ni yo misma me reconozco. Estoy tan herida, nadie puede entenderme. Si ahora mismo me entregará a Daniel, sería como entregarle algo vacío, porque no lo amo. No puedo fingir lo que no siento, mi corazón se cerró hace tanto tiempo, cuando padecí por él. Felipe es como una sombra ante mi libertad, sin importar cuánto quiera olvida
Leonel se acercó a la pareja, los miró tan feliz.—¡Los felicito! Les deseo lo mejor de la vida.Anne le miró con rabia.—¡Qué hipócrita! Guarda tus felicitaciones, no las necesitamos, los tres sabemos que esto es una farsa.Anne dio la vuelta y los dejó ahí. Leonel se quedó perplejo.—Pensé que estaba todo bien.Felipe sonrió irónico. —¿De verdad creíste que obligando a Anne a casarse conmigo borraría el daño que le hice? No, Leonel, ella nunca la olvidará, ella me odia, pero como lo dijiste alguna vez, es mi castigo, viviré con su odio.Felipe se alejó y Leonel se sintió triste por el destino de su hermano.Anne caminó por un pasillo y fue seguida por Matías.—¡Mami!Ella lo miró con dulzura, tuvo un nudo en la garganta al verlo, lo cargó en sus brazos.—¿Qué pasa? ¿Te has estado divirtiendo?El pequeño asintió.—Mami, ¿Por qué no iré con ustedes?Ana Fantori se acercó y Anne la miró con duda.—Mati, a la luna de miel no puede ir un bebé, pero te quedarás conmigo y tío rey, estaremo
Anne y Felipe llegaron a la isla de Palma.Se quedaron en un lujoso resort, era un hermoso lugar.Anne entró en la habitación y miró alrededor—¿Y tu habitación?Él la miró con duda.—La prensa ha estado entrometiéndose y...—¡Pues dormirás en el sofá!Él la miró sonriente y asintió—Si es lo que quieres.Anne caminó al baño con su maleta y se quitó aquel vestido blanco, una vez lista se vistió.Estaba dispuesta a jugar con los nervios de ese hombre.Felipe estaba sentado en la cama, cuando la vio salir.—Bueno, me largo.Cuando la vio salir se quedó sin aliento.—¿A dónde vas?—Al bar a divertirme, no pienso quedarme contigo, pero, tú, disfruta, duérmete un rato —dijo burlona.Felipe negó con fastidio, admiró lo hermosa que se veía en aquel vestido y la vio irse.Anne llegó al bar, se sentó en una mesa y bebió un cóctel, miró alrededor, miró el anillo en su dedo《 Me casé con él, con mi peor enemigo. Y pensar que alguna vez soñé que era mi mayor deseo, ahora es como un castigo, saber
Cuando Anne despertó, lo primero que vio fue su mano, entrelazada a otra mano.《 Esa mano es tan grande comparada a la mía 》 pensóDe pronto, aquella afirmación sonó tan descabellada que le dio un miedo infinito.Anne alzó la manta y pudo ver su pecho desnudo, aquel brazo abrazándola y temió lo peor.Todo lo que recordaba era haber dejado a Felipe en aquel bar. Temió haber cometido una locura, cuando se giró a mirar, lo encontró a él a su lado.《¡Felipe! ¿Qué hice? 》 pensó.Cuando se dio cuenta de que él estaba por despertar, se hizo la dormida.Felipe abrió los ojos y la miró a su lado, observó su hermosa silueta y besó su mejilla con dulzura.—Anne, me duele tanto que me odies, y sé que tienes todos los motivos para hacerlo, soportaré tu rabia y rencor, nada me importa, porque te amo, solo quiero hacerte feliz.Él se alejó, levantándose de la cama y yendo al cuarto de baño.Anne se quedó ahí, congelada, con ojos bien abiertos y con sus palabras haciendo eco en sus sentimientos.Alex
Amy miraba a Felipe recostado en la cama, se veía vulnerable, tenía los ojos cerrados estaba durmiendo. Lo habían sacado del agua consciente, pero sí se dio un duro golpe, nada de cuidado. Ella se sentía culpable, sabía que era por pelear tanto, se sentó a un lado en la cama, y admiró su rostro, se veía aún pálido, quiso tocarlo y no se atrevió, casi tocaba su piel, cuando devolvió su mano, se sintió incapaz, había en su corazón una barrera de rencor. Lágrimas calientes surcaron su rostro, pensó en todo lo que pudo pasar, tal vez, si no hubiesen tenido tan buena suerte, Felipe pudo haber muerto, ahora el pequeño Matías estaría solo, y todo por el odio que ardía en su corazón. Cuando alzó la vista, Felipe la miraba, se sorprendió al verlo, y su mano detuvo el avance de esas lágrimas. —¿Lloras por mí? —¡Cómo si fuera la primera vez! —exclamó irónica, él sonrió con dulzura —Estoy bien, y no es tu culpa, solo fue un tonto accidente. Ella negó, las lágrimas corrían por su cara, como