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—Larissa Greene, ¿Aceptas por esposo a Archibald Randle para amarlo, honrarlo, y cuidarlo en la salud y en la enfermedad por todos los días de tu vida? —Sí, acepto. —Archibald Randle, ¿Aceptas por esposa a Larissa Greene, para amarla, honrarla, y cuidarla en la salud y en la enfermedad por todos los días de tu vida? —Claro que acepto. —Por el poder que Dios me ha dado, los declaro marido y mujer, que nadie separe lo que Dios ha unido. El novio puede besar a la novia. Archi acunó el rostro de su amada esposa, y besó sus labios con dulzura, luego escucharon la algarabía de los aplausos. Salieron de la iglesia, tomados de la mano, y la gente fue tras ellos, luego recibieron, abrazos, y felicitaciones. No pudieron ver a Doria, que los miraba de lejos, escondida entre los autos, mirando con tristeza como no podía ser parte de su felicidad; cada semana, Lana le enviaba dinero y surtía su despensa, pero no volvió a visitarla. Lana y Archi concluyeron que, a veces, una forma de amarse a
Enamorando a mi esposa Anne Farré fue plantada en el altar el día de su boda, su prometido dejó una carta pidiendo perdón, y huyendo para hacerse cargo del bebé de su exnovia.Rota y humillada, Anne debe curarse las heridas y volverse una mujer fuerte para no ser el hazmerreír de la sociedad. Luego de tres años, el padre de Anne se ve envuelto en un escándalo de fraude que solo puede ser calmado por el rey Leonel, pero la familia real tiene sus propios líos y a cambio de salvar al padre de Anne de la cárcel, ella deberá estar dispuesta a casarse con el mismo hombre que rompió su corazón en el pasado, y aceptarlo con su pequeño hijo.Anne, que se ha vuelto una mujer dura, acepta, pero está segura de que hará la vida de Felipe un infierno, como él hizo con la suya.Felipe no podrá creer que la mujer ante él no es la dulce y obediente Anne, sino una rebelde que lo desprecia, y le tiene preparadas muchas malas pasadas. ¿Podrá un hombre equivocado reconquistar a la mujer que más lo amó?
La iglesia estaba repleta de invitados, ella permaneció en el auto, la prensa estaba detrás del portón de aquella iglesia. Anne sentía que sus manos temblaban, algo no estaba bien, algo que ella podía sentir. Bajó del auto y caminó hasta el altar. Cuando la vieron, la marcha nupcial resonó, pero fue callada al instante, fue como una alerta. Ella se acercó a Leonel, parecía tan asustado y ansioso. —¡¿Qué es lo que está pasando, su majestad? ¿Dónde está Felipe? El hombre actuó como si tuviera cara de póquer y pudiera fingir emociones. —Debe estar por llegar —dijo, ambos caminaron hasta el altar, cuando la llamada resonó en el teléfono del hombre, respondió solo diciendo un par de palabras que golpearon sus oídos con fuerza; —¿Cómo dices? ¡Maldición! —colgó la llamada y la miró fijamente, ella vio algo en sus ojos, sintió un escalofrío. —¿Qué sucede, majestad? ¿Me lo dirá? —¡Oh, Anne! Lo siento tanto, él… no vendrá. Sus palabras fueron como si su corazón hubiese sido golpeado p
Anne llegó a casa, se sentía destrozada, apenas pudo subir la escalera. —¡Hermana! —exclamó Jazmín —Gracias por su ayuda, ahora quiero estar sola —dijo Anne y siguió su camino. Jazmín hundió la mirada, viendo su semblante tan triste. —Dejémosla sola, debe tener su momento —dijo la duquesa Clara de Alvarado Anne entró a su habitación, caminó lentamente, recordó que hace horas estuvo ahí, arreglándose con tal emoción, lo que creía que era el mejor día de su vida, era el peor. Miró al gran espejo, caminó hacia él, sus manos eran un puño, sentía su pulso, sentía como temblaba, cada vez que miraba su reflejo, sentía que no se reconocía, las lágrimas luchaban por no caer por su rostro, hasta que al fin cayeron. «POV Anne Es triste como las personas que amas, son las únicas que tienen el poder de destrozarte. Escucho el susurro del viento, anuncia el invierno, pero también me grita, ¡Qué eras mi gran amor, Felipe! Se murió el corazón, ¿Quién diría que una ilusión es capaz de romperte
Tres años después. Anne llegó a su empresa, era un edificio en el centro de Mayrit, una floristería, podían comprar ahí hermosos ramos de rosas. No solo surtía al menudeo, hace años compró una propiedad en Los lagos, donde tenía un gran campo para sembrar rosas y venderlas, ahora su negocio tenía tal fama que, para los mejores eventos, compraban sus arreglos florales. Daniel Higareda la vio llegar, era su mejor amigo, pero todos sabían que estaba enamorado de ella, él no le era indiferente, se saludaron de beso en la mejilla, él le trajo un té y se sentó frente a ella. —¿Qué tal el viaje a Mónaco? Mi padre dijo que los vio por allá a ti, y a Héctor. Daniel escondió sus manos nerviosas, y sonrió. —No fue tan agradable, todo muy costoso, ya sabes, llevamos dinero, pero no para parecer de la realeza. Anne sonrió ante sus palabras. —Lo importante es que te hayas divertido. Daniel tomó su mano con rapidez. —Sin ti, es imposible divertirme. Anne sintió que sus mejillas enrojecieron
Anne corrió hasta la estación militar, estaba desesperada. —Señor, soy Anne Farré. —Anne, ven conmigo. Anne miró a Lito Morales, y fue con él, entraron a una oficina, ella estaba ansiosa. —Lito, ¡Todo es un malentendido! Mi padre jamás pudo ser un defraudador, tú lo conoces, un estafador no es quien ayuda a ganar una guerra. Lito tenía la mirada triste, parecía tan decepcionado. Tomó una Tablet, y reprodujo un video, que Anne vio, sus ojos se abrieron tan grandes, se volvieron cristalinos; en el video su padre estaba en la oficina de pago de un casino de Mónaco, y pagaba con un cheque. —No entiendo, ¿Qué es…? —El general Farré viajó a Mónaco para recibir de un artista local un donativo para la fundación de veteranos, estaría conviviendo en la carrera de caballos, y volvería, pero, él fue a un casino en Monte Carlo, y… pagó con ese cheque. —¡¿Qué?! —exclamó Anne tan desesperada. —No es lo peor, Anne, es que, el cheque estaba en blanco, y al portador, se suponía que el artista
Felipe corría por los pasillos del hospital, aquel era uno privado y el más caro del país. Afuera estaban rodeados de paparazzis y prensa rosa que buscaban una nota. Felipe encontró a Leonel y al verlo él se levantó —¡¿Cómo está papá?! —Tuvo una embolia, él no está bien, Felipe. Felipe sintió que se quedaba sin aliento, que un miedo sacudía su cuerpo. —¿Cómo fue? Leonel alzó la vista y miró sus ojos, está vez hubo algo de rabia al verlo. —¡Fue tu culpa! Peleábamos por ti. Felipe abrió ojos grandes que luego se volvieron tristes. —Yo… jamás quise esto… —Papá y mamá te aman, anhelan tu regreso y yo, solo quiero que sigas en el exilio. Felipe bajó la mirada. —Apenas Papá este bien, me iré, no te daré problemas. Leonel sonrió con sarcasmo. —Hay dos problemas, Felipe, no sé si Papá se recupere, y no creo en tu palabra. —¿Puedo verlo? Leonel le señaló el camino y fue con él. Anne salió de la sala, su padre iba a permanecer ahí, miró a Lito —¿Y si consigo el dinero? ¿Mi pad
Felipe entró en la habitación, miró a su padre, tocó su mano y sintió tanto dolor. «Es por mi culpa, perdóname, padre», pensó al verlo así, tan frágil, conectado a esos cables, escuchando como su corazón latía, como le daban oxígeno, su padre ya era grande, y él también envejecía, el tiempo no perdonaba. Felipe recordó sus errores, y sintió dolor por todos ello, cuando quiso ser mejor no pudo hacerlo. Filiberto abrió los ojos y miró a Felipe, su mueca fue de sorpresa y sonrió con ojos llorosos. —Fe… Felipe, ¿Eres tú? —dudó, creyendo que era un sueño. Su voz era débil, no parecía estar bien. Leonel los miraba a unos pasos, con ojos tristes. —Sí, padre, estoy aquí, volví por ti, tienes que recuperarte. —Hijo… —Filiberto intentaba mover su mano, intentaba llamar a Leonel, hasta que el hombre se rindió y se acercó—. Por favor… perdona a tu hermano… déjalo volver conmigo. Leonel le miró con dolor, luego cuando vio a Felipe y recordó los viejos momentos malos y sintió odio contra su