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Larissa se encargó del trámite para cremar los restos de Damiana y luego llevó sus cenizas hasta la capilla donde estaba la tumba de su madre —Ay, Damiana, ojalá hubiese podido hacer algo por ti, pero, tú decidiste vivir tu vida, espero que descanses y encuentre tu paz del otro lado, adiós, hermana. Larissa volvió al hospital, el doctor le dijo que Archi estaba mejorando y que en una semana, si seguía con ese ritmo de recuperación, podría ser viable que pasara a una habitación estable. Para Larissa fue como sentir una esperanza en su interior. Fue a verlo y Archi tenía un mejor semblante. —¿Cómo te sientes? —Mejor, mi señorita, y si tú estás aquí, estoy bien. Ella sonrió —Te amo, pronto, cuando salgas de aquí, nos casaremos, seremos más felices. Él sonrió —Ahora debo comprar un nuevo anillo, ya verás, haremos la mejor familia para nuestro bebé. La puerta se abrió y Doria estaba ahí. Los ojos de Archi se llenaron de rabia al verla. —Hijo. —Vete, no quiero verte, no quiero ve
Un mes después. Larissa y Archi llegaron a casa, Archi se veía mejor, recuperado, pero aún estaba algo adolorido. Lana lo abrazó suavemente, evitando lastimarlo. —¿Cómo te sientes, hermano? —Mejor, estoy mejorando. Fueron a comer, Pía preparar una deliciosa comida para todos. —Bueno, ¿Cuándo será la boda? Archi sonrió —Yo me casaría mañana mismo, pero, creo que esperaremos a que el padre autorice la boda por la iglesia. —Hablaré con el padre, y le pediré que sea lo más pronto posible —dijo Aaron. Salieron al jardín y se detuvieron, Archi tomó la mano de Larissa —Hay algo que debemos decirles. Larissa se tensó —¿Qué pasa? —exclamó Aaron —Estamos esperando un bebé, queríamos que fueran parte de esta gran felicidad. Aaron abrió ojos muy grandes, luego comenzó a reír, abrazó a Larissa. —¡Estoy tan feliz! Siento como si, ahora sí, las cosas fueran a su lugar, como si ahora todo fuera perfecto. —Ahora solo podemos ser felices, hermano, por siempre. Aaron besó la frente de L
Luego de salir de la comisaría, Aaron quiso volver a casa, pero decidieron quedarse a dormir en un hotel, una lluvia repentina apareció. Luego de la cena, fueron a dormir, fue un día largo, la luz se fue, encendieron unas velas. —Tal parece que esta noche seguirá siendo larga —dijo Aaron Ella asintió, se acercó a él. —Lamento que ese hombre haya intentado lastimarnos, hasta su final, yo lo traje a nosotros, nunca pensé que pudiera ser esa clase de humano. Aaron negó. —Olvídalo, amor, es el pasado, ahora está enterrado, ven aquí —dijo dándole la mano y atrayéndola a la cama, donde él estaba sentado—. Siento como si hubiese pasado un largo tiempo, pero a tu lado, podría ser un instante la eternidad, por eso tengo que decir, que te amo demasiado. —Yo también te amo, Aaron, soy feliz, porque estamos juntos y bien. Aaron besó sus labios, y al mismo tiempo, sus manos ávidas de deseo, comenzaron a quitarle el vestido, sin encontrar resistencia. —¿Recuerdas la primera vez que hicimos
—Larissa Greene, ¿Aceptas por esposo a Archibald Randle para amarlo, honrarlo, y cuidarlo en la salud y en la enfermedad por todos los días de tu vida? —Sí, acepto. —Archibald Randle, ¿Aceptas por esposa a Larissa Greene, para amarla, honrarla, y cuidarla en la salud y en la enfermedad por todos los días de tu vida? —Claro que acepto. —Por el poder que Dios me ha dado, los declaro marido y mujer, que nadie separe lo que Dios ha unido. El novio puede besar a la novia. Archi acunó el rostro de su amada esposa, y besó sus labios con dulzura, luego escucharon la algarabía de los aplausos. Salieron de la iglesia, tomados de la mano, y la gente fue tras ellos, luego recibieron, abrazos, y felicitaciones. No pudieron ver a Doria, que los miraba de lejos, escondida entre los autos, mirando con tristeza como no podía ser parte de su felicidad; cada semana, Lana le enviaba dinero y surtía su despensa, pero no volvió a visitarla. Lana y Archi concluyeron que, a veces, una forma de amarse a
Enamorando a mi esposa Anne Farré fue plantada en el altar el día de su boda, su prometido dejó una carta pidiendo perdón, y huyendo para hacerse cargo del bebé de su exnovia.Rota y humillada, Anne debe curarse las heridas y volverse una mujer fuerte para no ser el hazmerreír de la sociedad. Luego de tres años, el padre de Anne se ve envuelto en un escándalo de fraude que solo puede ser calmado por el rey Leonel, pero la familia real tiene sus propios líos y a cambio de salvar al padre de Anne de la cárcel, ella deberá estar dispuesta a casarse con el mismo hombre que rompió su corazón en el pasado, y aceptarlo con su pequeño hijo.Anne, que se ha vuelto una mujer dura, acepta, pero está segura de que hará la vida de Felipe un infierno, como él hizo con la suya.Felipe no podrá creer que la mujer ante él no es la dulce y obediente Anne, sino una rebelde que lo desprecia, y le tiene preparadas muchas malas pasadas. ¿Podrá un hombre equivocado reconquistar a la mujer que más lo amó?
La iglesia estaba repleta de invitados, ella permaneció en el auto, la prensa estaba detrás del portón de aquella iglesia. Anne sentía que sus manos temblaban, algo no estaba bien, algo que ella podía sentir. Bajó del auto y caminó hasta el altar. Cuando la vieron, la marcha nupcial resonó, pero fue callada al instante, fue como una alerta. Ella se acercó a Leonel, parecía tan asustado y ansioso. —¡¿Qué es lo que está pasando, su majestad? ¿Dónde está Felipe? El hombre actuó como si tuviera cara de póquer y pudiera fingir emociones. —Debe estar por llegar —dijo, ambos caminaron hasta el altar, cuando la llamada resonó en el teléfono del hombre, respondió solo diciendo un par de palabras que golpearon sus oídos con fuerza; —¿Cómo dices? ¡Maldición! —colgó la llamada y la miró fijamente, ella vio algo en sus ojos, sintió un escalofrío. —¿Qué sucede, majestad? ¿Me lo dirá? —¡Oh, Anne! Lo siento tanto, él… no vendrá. Sus palabras fueron como si su corazón hubiese sido golpeado p
Anne llegó a casa, se sentía destrozada, apenas pudo subir la escalera. —¡Hermana! —exclamó Jazmín —Gracias por su ayuda, ahora quiero estar sola —dijo Anne y siguió su camino. Jazmín hundió la mirada, viendo su semblante tan triste. —Dejémosla sola, debe tener su momento —dijo la duquesa Clara de Alvarado Anne entró a su habitación, caminó lentamente, recordó que hace horas estuvo ahí, arreglándose con tal emoción, lo que creía que era el mejor día de su vida, era el peor. Miró al gran espejo, caminó hacia él, sus manos eran un puño, sentía su pulso, sentía como temblaba, cada vez que miraba su reflejo, sentía que no se reconocía, las lágrimas luchaban por no caer por su rostro, hasta que al fin cayeron. «POV Anne Es triste como las personas que amas, son las únicas que tienen el poder de destrozarte. Escucho el susurro del viento, anuncia el invierno, pero también me grita, ¡Qué eras mi gran amor, Felipe! Se murió el corazón, ¿Quién diría que una ilusión es capaz de romperte
Tres años después. Anne llegó a su empresa, era un edificio en el centro de Mayrit, una floristería, podían comprar ahí hermosos ramos de rosas. No solo surtía al menudeo, hace años compró una propiedad en Los lagos, donde tenía un gran campo para sembrar rosas y venderlas, ahora su negocio tenía tal fama que, para los mejores eventos, compraban sus arreglos florales. Daniel Higareda la vio llegar, era su mejor amigo, pero todos sabían que estaba enamorado de ella, él no le era indiferente, se saludaron de beso en la mejilla, él le trajo un té y se sentó frente a ella. —¿Qué tal el viaje a Mónaco? Mi padre dijo que los vio por allá a ti, y a Héctor. Daniel escondió sus manos nerviosas, y sonrió. —No fue tan agradable, todo muy costoso, ya sabes, llevamos dinero, pero no para parecer de la realeza. Anne sonrió ante sus palabras. —Lo importante es que te hayas divertido. Daniel tomó su mano con rapidez. —Sin ti, es imposible divertirme. Anne sintió que sus mejillas enrojecieron