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—¡No estoy embarazada, Terry! Solo lo dije para evitar que mi hermano te lastimara —dijo Damiana —Tu maldito hermano morirá, no descansaré hasta hacerlo pagar por todo lo malo que me ha hecho —exclamó Archi esperaba que llegara el amanecer, para por fin irse, Franco lo miraba incrédulo, no podía creer que se fuera. —No debes abandonar la aldea, afuera es más peligroso, Archi. —Nada me importa, Franco, te agradezco, no vas a convencerme, debo ver a Larissa, debo ver a la mujer que amo, o de lo contrario la perderé para siempre, y no me alcanzara la vida para arrepentirme. Franco asintió. —Siendo así, te deseo muy buena suerte, espero que llegues a tiempo, y que ella vuelva a tu lado —dijo Franco, dándole una palmada en el hombro, alentándolo. Archi sonrió. —¿Sabes qué? Iré por ella, la traeré conmigo, sé que es peligroso, pero ella es valiente, yo también. Franco sonrió. —Cuando vuelvas la guerra habrá acabado, hijo, seremos los triunfadores. Archi le dio la mano y se dieron
El juez llegó, y también lo hizo Alex. El juez pidió toda la papelería, y Damiana trajo todo. Terry tenía una pinta de derrotado y ansioso, Aaron se sentía feliz, creía que eso sería suficiente para alejar a Terry de Lana, algo presentía que ese hombre no estaba ahí por Damiana, ni el supuesto bebé, sino que venía por su mujer, y eso estaba enloqueciéndolo, quería poner una barrera, y ese sería el matrimonio. —No es exactamente la boda con la que Damiana sueña ni merece —dijo Terry con frustración —No te preocupes, Terrance, las mujeres cuando aman no le importa casarse entre oro o lodo, claro, cuando de verdad hay amor, nada importa —espetó Aaron irónico, Terry pudo notar sus celos, eso lo hizo sentir más importante «Este malnacido sabe que Lana me ama, sabe que a pesar de todo, su corazón es mío, por eso quiere separarnos. Debes saberlo, Aaron Greene, incluso si firmo esa acta de matrimonio, incluso si Damiana estuviera embarazada, no hay poder en esta tierra que me aleje de mi L
—¡Archi! ¿Qué haces aquí? —exclamó retrocediendo. Archi hizo un gesto de dolor, la herida seguía latente, pero soportaría todo por ella, miró sus ojos, había una tristeza profunda. —Larissa, dime que no es cierto, que todo fue un malentendido, ¡Dime que no vas a casarte con otro! Menos con Alex Donovan, Ella levantó la mirada, intentó que las lágrimas no cayeran por su rostro, se aferró a su orgullo, creyendo que era todo lo que tenía. —Sí, Archi, es cierto, me casaré con Alex Donovan en poco tiempo. Archi sintió como si ella estuviera quemando su corazón, un nudo estaba en su garganta. —¡¿Por qué?! —exclamó mordiendo esas palabras con rabia —¿Por qué? ¡No seas cínico! ¡Te vi! Sí, te vi a ti y a esa mujer, en esa cama, ella es tu amante, y claro, yo también lo fui, ¿Eso buscabas? ¿Cierto? ¡Te conté lo que me dolía, lo usaste contra mí! —dijo llorando, ya no podía negar lo que tanto le dolía. —¡No! ¡Nunca lo haría! Larissa, ¡Yo no te engañé! Yo te amo. Larissa sintió una opresi
Braulio sentía un odio en su ser, estaba furioso, bebió todo su trago casi al instante, y cuando giró su mirada, vio a Mauro Randle, apostando como siempre, el hombre hizo un gesto de rabia, Braulio supo que había perdido. Se acercó a él, lentamente, sin que lo esperara, luego lo tomó del cuello, robándole el oxígeno. —¡¿Cómo vas a pagar tu deuda, jovencito?! ¿Acaso tienes plata? Mauro luchaba por liberarse, todos se burlaban de Mauro, pero nadie se atrevía a ayudarlo, luego de que Braulio trabajara en el gobierno, nadie se atrevía a hacerle nada, era intocable para todo el pueblo, excepto para el señor Greene. Braulio lo soltó, haciéndolo caer al suelo. —¡A ver, hombre! Paga tu deuda. Mauro se arrastró hacia atrás, estaba asustado, tembloroso, sabía que no tenía un centavo, temió lo peor. —¿No tienes dinero? Braulio sacó de su bolsillo un fajo de billetes y se los dio al tipo, que quedó conforme. —¡Levántate! Ven conmigo, o te juro que te enviaré a matar. Mauro se levantó y
—¡Archibald, no lo hagas, por favor! —exclamó Lana Larissa lo miraba tan sorprendida, sentía que temblaba, intentó caminar hacia él, pero Alex tomó su mano con fuerza, deteniéndola, ella miró a Archi con miedo, no quería que se lastimara, menos estar en un mundo donde él no estuviera, sintió su corazón encogerse. —¡Maldito loco, lárgate! —exclamó —¡Archi, por favor, no cometas una locura! —exclamó Larissa con los ojos cubiertos de llanto —Larissa, por favor… —Archi la miró con los ojos decepcionados, pensando como podía ser capaz de estar ahí, al lado de otro hombre a punto de casarse, cuando él la amaba con toda la fuera de su corazón—. ¡Ven conmigo! —¡No! Se acabó —sentenció ella. Archi asintió, mordía sus labios con dolor, luego apuntó a su propia cabeza, para sorpresa de todos, estaba desesperado, ya no pensaba con lógica, buscaba cualquier cosa que hacer, solo para evitar perder a la mujer que amaba con locura y pasión. Larissa abrió ojos bien grandes y Lana cubrió su boca,
—¡Larissa! ¿Acaso no ves cuánto te amo? Morirá o mataría por ti —dijo Alex, sus ojos cubiertos de lágrimas. Archi sentía rabia, celos inmensos, pero también sintió lástima por Alex, él sabía lo que era amar, y ser alejado del amor de su vida, podía comprender lo que ese hombre padecía porque la mujer que amaba, no lo quisiera a su lado. Larissa hundió la mirada —¡Alex! —exclamó ella con las lágrimas corriendo por su rostro —¡Él te engañó! —gritó con rabia —¡No lo hice! Juro que no lo hice, de verdad, Alex, no lo hice —aseveró Archi —¿Quién puede creer en ti? Sabemos que solo eres un tramposo. Archi bajó la mirada con tristeza de su mala reputación. —Yo creo en él. Archi iba a morir por esto, cualquier otro se hubiese ido, por favor, Alex, déjame ir, no puedo amarte, al amor no se le obliga, perdóname si te hice sentir que si podría amarte, era mi despecho, lamento haberte herido. Alex sintió que las lágrimas cubrían su rostro. —Él no te va a hacer feliz, ni te amara como yo t
«¿Dónde estás, Lana? ¡Oh, Dios mío! Por favor, solo quiero que ella esté bien, no importa mi vida, no importa nada, si esto es mi culpa, si alguien debe pagar, lo haré con mi propia vida, pero ella no, por favor, que nadie le haga daño, ¡No lo permitas! Sin Lana no hay vida, sin Lana no tengo nada» Aaron estaba atado a una silla de manos, pies, la boca cubierta con cinta. En total oscuridad. No sabía cuánto tiempo había pasado, ni dónde estaba, no sabía nada de Lana. Esos hombres lo subieron a un auto diferente, y no volvió a verla, al bajar lo golpearon, se desmayó, pero recuperó el conocimiento, ahora solo anhelaba saber de ella, ¿Dónde estaba Lana? La puerta se abrió, vio a dos hombres entrar, encendieron la luz, y Aaron tuvo que adaptarse, cuando por fin pudo distinguir esas figuras ante él, eran Suárez y algún empleado de él. —Peor, miren nada más, ¡El mismísimo señor Greene! Nunca creí verlo así, siento tan arrogante y engreído, ¿Qué dice? —exclamó porque Aaron quería hablar,
Archi encontró a Franco y se abrazaron, le alegró verlo sano. —No pudimos hacer nada, Archi. ÉL lo lamentó, ayudaron a la gente, Larissa lloraba al ver tantos heridos, él tomó su mano. —Lo siento tanto, mi señorita, lamento que tengas que ver esto. —Si te hubieras quedado aquí, si no hubieses ido por mí, tal vez… Él siseó y besó sus labios. —Te amo, Larissa, siempre hubiese ido por ti. Ella sintió que su beso la revivía, que quería no detenerlo jamás, pero en ese momento debían ayudar. Archi fue a su propia cabaña, debía llamar a Aaron, Larissa lo siguió y miraron a Rocío, estaba siendo atendida, estaba herida de gravedad. Los ojos de Archi se abrieron angustiados al verla, se acercó —Está agonizando. Larissa se acercó también, la mujer abrió los ojos y vio a Archi. —¡Archi…! Pronto miró a Larissa, Rocío alzó su mano y Archi tomó su mano —Yo… —No hables, estás mal, por favor, no te canses. —Me voy, necesito decirlo, yo… no te engañó, señorita, yo… Larissa la miró con o