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Archi cayó entre sus brazos, Lana apenas lo sostuvo, mientras gritaba. Aaron corrió a detener a Braulio, le disparó, pero no pudo herirlo, intentó ir tras él, pero Lana lo impidió. —¡Llama a una ambulancia! Aaron obedeció al instante. Cuando Larissa salió y vio tal escena, casi enloqueció, gritaba, chillaba, Lana no permitía que Archi hablara, intentando contener la sangre que brotaba de torso, la ambulancia no tardó en llegar, pronto fue llevado al hospital, y fueron con él. —¡¿Quién lo hizo, Lana?! —¡Fue Braulio! Yo lo vi. Larissa sintió rabia, y lloró, se sintió tan culpable. Lana la abrazó. —¿Por qué haría algo así? Ese miserable es un desgraciado, pero, ¿Por qué haría algo así? —¡Por qué está loco! Está obsesionado, siempre me molesta, yo, ¡Es mi culpa! Aaron la abrazó. —No, no digas eso, ese tipo pagará lo que ha hecho. De pronto llegaron personas del ejército, Lana tuvo miedo. —¿Qué quieren aquí? —exclamó Aaron con furia. —Venimos a custodiar a Archibald Randle, sa
Larissa gritó asustada, Aaron fue a abrazarla, le quitó la pistola, no importaba la rabia que sintiera, la abrazó con fuerza, ella era todo lo que importaba. Alex miró el cuerpo de Mauro, estaba muerto. —¡Pobre! Es mi culpa. Aaron siseó. —Nada es tu culpa, vamos, debemos ir con Archi. Llevemos el cuerpo para su funeral. Alex miró a Larissa con dolor, luego lanzó el cuerpo de Braulio hasta un pozo en el monte, sería poco probable que encontraran su cuerpo, sin que antes fuera víctima de la rapiña, y eso querían, que fuera irreconocible, nadie lo buscaría, a nadie le importaba ese rufián. Larissa fue con Aaron, sintió que el monstruo había muerto. —Perdonadme por ocultártelo. Él me hizo sentir tanto miedo, que pensé que estaba sola, pensé que debía temerlo, debí hablar. Aaron se detuvo y acunó su rostro —No eres culpable de nada, no dejes que ese monstruo siga lastimándote, eres valiente, ahora ese maldito no volverá nunca, y tú y Archi serán felices juntos. Ella lo abrazó, vol
Anne no pudo dormir ni un poco, Felipe tampoco, pero no miraba sus ojos, de pronto, escucharon la voz de dos hombres llegar hasta ellos. —Ya es hora —dijeron, abrieron la celda, y los obligaron a salir, Anne tuvo mucho miedo Cuando sintió que todo iba muy en serio, que dañarían a Felipe, dijo: —¡Hablen a Suárez, díganle que quiero verlo! —exclamó Uno de los hombres llevó a Anne con él, Felipe empujó a los hombres, y tomó a Anne, hasta que sintió el frío fierro contra su nuca —¡¿Qué vas a hacer?! —No importa si no me amas, porque yo te amo, y no quiero verte morir, supongo que ahora lo sabes, soy la mujer que más te ama. Anne fue llevada con ese hombre, mientras Felipe era llevado al patio central, gritando que esperara, que no hiciera locuras, pero ella no lo escuchó. Anne fue llevada ante ese hombre, ver su cara, ver su aspecto, ella lo odiaba, desde que se atrevió a pedir su mano ante su padre. —Querida, Anne, volvemos a encontrarnos. —Está bien, haré lo que sea, pero, ¡No
Lana estaba sentada en la sala de espera. Aaron y Alex se alejaron un momento de ella. Lana intentaba rezar, cuando ese hombre se sentó a su lado, Terry la miró con ojos desesperados. —Lana, debemos irnos —dijo tomando su mano, ella se alejó de él. —¿Qué haces, Terry? Debes irte, no te quedó claro que no te quiero a mi lado. —Escúchame, no puedes quedarte con Aaron, él solo es un mentiroso, un abusador que te ha tenido siempre engañada. —¡¿De qué demonios hablas?! —exclamó furiosa —Te mintió, ¿Te dijo que se divorciaron? Fue una mentira, te hizo firmar nada, porque quería quedarse con su amante, es un falso, Lana, ¿Eso es el amor para ti? —Aléjate, Terry, no creo en ti. —Él te mintió, y cuando sepas la verdad, deberás volver a mí, por las buenas o por las malas. —¡Yo nunca, nunca volveré a ti! Terry la miró con rabia, se levantó y se alejó de ella. Aaron volvió con Lana, se veía preocupado —Lana. —¿Es cierto que no estamos divorciados? Aaron se quedó perplejo de que lo s
Aaron tenía en su mano una pistola, apuntando, Lana estaba tras él, temiendo lo peor. De pronto escucharon disparos. Aaron haló a Lana llevándola a un lado de la carretera, entre el monte y árboles para esconderse. Corrieron tanto como pudieron. Suárez quiso alcanzarlos, cuando dos de sus guardias murieron ante sus ojos entonces, supo que esos hombres los rebasaban en números, y dio orden de retirada. Subieron a sus autos y se fueron. Aaron lo vio todo, observó aquel vehículo militar, cuando vio llegar a otro auto y era Felipe, decidió salir junto a Lana. Se dieron la mano. —¡Creí que te perdíamos, Aaron! —Estoy aquí, es mi esposa, Lana. Amor él es el infante Felipe. —Felipe, nada más, mucho gusto. Anne salió del auto y los saludó. —Anne Farré —dijo presentándose —Bueno, vamos, los llevaremos a la casa de seguridad. Subieron al auto y manejaron. —¿Vamos a donde está el ejército? —Sí, así es. El general Farré y Alex nos alcanzarán. Aaron asintió. Terry miró el video de
Archi tenía ojos abiertos, le habían retirado el respirador, pero aun su recuperación era larga. Larissa estaba a su lado. —Te amo… —dijo con la voz ronca. —Yo te amo más. Larissa escuchó que tocaron la puerta, al salir, vio a Pía, se veía abrumada. —¿Qué ocurrió? —exclamó al verla tan asustada —¡La casa de Damiana se quemó! ¡Oh, mi niña! ¡Damasina murió! Larissa abrió ojos enormes, las lágrimas cayeron por sus ojos. —¡Dios mío! No puede ser, no puede ser —exclamó llorando, Pía la abrazó a ella —Lo siento tanto. Aaron recibió ese mensaje, era de Alex, cuando tomó la llamada, tuvo temor, pero habló con él —¿Qué pasa? ¿Todo está bien? —¡Aaron! Tengo una mala noticia. Aaron sintió miedo —¿Es sobre Archi y Larissa? —No, es sobre Damiana. —¿Damasina? ¿Qué le pasa? Habla ya. —¡Lo siento mucho! La casa donde vivía se quemó, ella estaba adentro, por desgracia, ella falleció. Aaron abrió ojos enormes, bajó el móvil, sintió que las lágrimas caían por su rostro. Tal vez, Damiana
Larissa se encargó del trámite para cremar los restos de Damiana y luego llevó sus cenizas hasta la capilla donde estaba la tumba de su madre —Ay, Damiana, ojalá hubiese podido hacer algo por ti, pero, tú decidiste vivir tu vida, espero que descanses y encuentre tu paz del otro lado, adiós, hermana. Larissa volvió al hospital, el doctor le dijo que Archi estaba mejorando y que en una semana, si seguía con ese ritmo de recuperación, podría ser viable que pasara a una habitación estable. Para Larissa fue como sentir una esperanza en su interior. Fue a verlo y Archi tenía un mejor semblante. —¿Cómo te sientes? —Mejor, mi señorita, y si tú estás aquí, estoy bien. Ella sonrió —Te amo, pronto, cuando salgas de aquí, nos casaremos, seremos más felices. Él sonrió —Ahora debo comprar un nuevo anillo, ya verás, haremos la mejor familia para nuestro bebé. La puerta se abrió y Doria estaba ahí. Los ojos de Archi se llenaron de rabia al verla. —Hijo. —Vete, no quiero verte, no quiero ve
Un mes después. Larissa y Archi llegaron a casa, Archi se veía mejor, recuperado, pero aún estaba algo adolorido. Lana lo abrazó suavemente, evitando lastimarlo. —¿Cómo te sientes, hermano? —Mejor, estoy mejorando. Fueron a comer, Pía preparar una deliciosa comida para todos. —Bueno, ¿Cuándo será la boda? Archi sonrió —Yo me casaría mañana mismo, pero, creo que esperaremos a que el padre autorice la boda por la iglesia. —Hablaré con el padre, y le pediré que sea lo más pronto posible —dijo Aaron. Salieron al jardín y se detuvieron, Archi tomó la mano de Larissa —Hay algo que debemos decirles. Larissa se tensó —¿Qué pasa? —exclamó Aaron —Estamos esperando un bebé, queríamos que fueran parte de esta gran felicidad. Aaron abrió ojos muy grandes, luego comenzó a reír, abrazó a Larissa. —¡Estoy tan feliz! Siento como si, ahora sí, las cosas fueran a su lugar, como si ahora todo fuera perfecto. —Ahora solo podemos ser felices, hermano, por siempre. Aaron besó la frente de L