Sin embargo, la reacción de Hilario empeoró aún más la furia de Guillermo. Apuntó a Hilario con el dedo tembloroso y lo reprendió con una voz ronca llena de ira, gritando:—Si hubiera sabido cómo eras, ¡nunca habría permitido que Eliana se casara contigo!¿No se casó con él?Hilario sintió un apretón en el pecho mientras el dolor se intensificaba.—Lo siento…La indignación en el corazón de Guillermo se apoderó de él, y su rostro se deformó por la ira.—Hilario Lucero, mataste a mi hija. ¡Vas a pagar por esto!Teresa, al ver la tristeza y el dolor en el rostro del padre de Eliana, quiso acercarse y decirle algo. Pero Marc, que estaba a su lado, le hizo un gesto con la cabeza y la detuvo.Finalmente, Teresa reprimió su impulso y bajó la mirada.¿Sería eso correcto, para ayudar a Eliana a alejarse de aquí a costa del dolor de todos aquellos que la amaban?***En la UCI, una mujer vestida con elegancia, de unos cuarenta años, entró con gracia en el pabellón de Deva y se detuvo junto a su
Hilario llegó a la morgue del hospital. Desde lejos, Javier lo vio caminar con cara seria y sintió un sudor frío detrás de su espalda.—Es mi culpa por dejar que robaran el cuerpo de la señora. Javier avanzó temblorosamente sin atreverse a mirar a su jefe. Hilario estaba tan enojado que agarró el cuello de Javier y dijo con voz fría:—¿Quién lo llevó? —pero antes de que Javier pudiera responder, volvió a preguntó—. ¿Fue Marc González?Javier se quedó atónito por un rato y asintío afirmativamente con la cabeza. Solo entonces Hilario lo soltó. Javier estuvo a punto de caerse y se apoyó contra la pared.Hilario se cegó de ira y no pudo reprimirla: «¡Maldito Marc González!» Se dio la vuelta para ir hacia arriba. Tan pronto como giró la escalera, lo detuvo una mujer. Era Teresa Montes. Hilario frunció el ceño mientras miraba a la mujer que le bloqueaba el camino.—¡Aparta!—¡No! —Teresa miró al hombre pálido con grandes lentes oscuros y no pudo evitar sorprenderse. Ella nunca habría imagin
—Eliana es mi esposa. No tienes ningún derecho para arreglar su cadáver. La mirada de Hilario hacia Marc fue cada vez más severa.—¿La amas? No me importa. Ella fue mi esposa hasta que murió. ¡Soy el único que puede decidir dónde está enterrada!dría decidir dónde enterrarla! Marc lo miró con frialdad, volvió a mirar la sonrisa grabada en la lápida y se burló:—Es su último deseo antes de morir. ¿Todavía no quieres obedecerlo?Estas palabras, instantáneamente, relajaron el ambiente nervioso entre los dos hombres.La foto en la lápida era de Eliana sonriendo. Su cara estaba llena de alegría y sus ojos brillaban con felicidad, lo que le hirió profundamente: «A partir de ahora, nunca la volveré a ver. Nadie me esperará en casa. Si hubiera sido consciente de mis sentimientos al principio, nada de esto habría sucedido.»Marc, que estaba a su lado, tuvo que hacer un esfuerzo para no carcajearse al verlo tan triste. «¡Lo mereces», pensó y salió del cementerio burlándose de él.Después de que
A pesar de que la mujer llevaba un sombrero bajo y gafas oscuras, los periodistas que esperaban a la salida reconocieron su identidad a primera vista. Era Lucy, una pintora famosa. Tan pronto como Lucy salió de la salida, los reporteros se agolparon y le acercaron micrófonos.—Lucy, ¿por qué has regresado?— Lucy, ¿cuánto tiempo te quedarás esta vez?Pero Eliana bajó la visera y guardó silencio.Su asistente, Julia López, dio un paso adelante, frente a una multitud de periodistas y fanes, y dijo sonriendo:—Lucy ya está muy cansada después de un viaje largo. Todos los periodistas y fanes que quieran saber más, ¡esperen la próxima conferencia de prensa!Mientras hablaba Julia, Eliana subió al coche y se marchó con toda rapidez.Sentada en el asiento trasero, Eliana observó los paisajes fuera de la ventana. Sus pensamientos eran complejos. Ella nunca había imaginado que después de tantas cosas dolorosas, volvería a esta ciudad. Pero esta vez, estaba muy decidida a no comentar los mismos
En el Grupo Dolores, Rosa se quedó delante de la oficina de Deva y llamó a la puerta.—Venga. —era una voz jovencísima, pero con un poco de cansancio. —¿Presidenta?La voz de Rosa devolvió a Deva. Había sucedido muchas cosas a lo largo de los años. Guillermo enfermó tras la muerte de su hija y toda la empresa volvió a estar en crisis.Justo en este momento difícil, Hilario tomó la iniciativa. Él compró el Grupo Dolores y nombró a Deva como presidenta interina. Después de asumir sus funciones, Deva empezó a organizar su propio equipo. Pues Rosa se convirtió en directora general para planificarla los horarios. —¿Presidenta? —Rosa la llamó otra vez.—¿Tienes algo que decirme? —pero Deva estaba distraída.—Presidenta, ya está lista la venta de remate de mañana. Hemos invitado al famoso pintor Lucy para este evento y habrá mucha prensa presente...Antes de que Rosa terminara de decir sus palabras, Deva le interrumpió con un gesto.—Sí, lo sé.Cegada por resentimiento y ansias de amor, ell
Sonriendo, Eliana giró la cabeza al otro lado. Sin embargo, Hilario parecía haber sido atrapado en el sitio donde estaba sentado, completamente inmóvil. Como no tenía demasiado interés por los cuadros, solo acudió a esta subasta por invitación de Deva. Pero nunca había imaginado que podría encontrarse con Eliana aquí. Deva, que estaba a su lado, vio a Hilario paralizado y también miró hacia el escenario con sospecha. Al mirar a Elinan, su sonrisa se heló. Tenía tanto miedo que casi cayó el bolso en la mano: «¿No murió en la operación? ¿Cómo puede ser la pintora invitada? ¿Quiere vengarse de mí? Tranquilo, tranquilo... Estoy en público.» Dentro de un rato, Eliana presentó apasionadamente sobre el dibujo y lo miró casi como una madre.—Esta pintura muestra claramente la profundidad de amor entre madre e hijo.Nunca volvería a ver a su madre y su hijo debido a Deva. Luchando por contener las lágrimas, ella regresó a su asiento.Al mismo tiempo, la voz de la presentadora resonó en todo
—¿No es suficiente para ti? Ella solo sonrió y dijo con mucha calma:—Ha exagerado, señor Lucero. Es que creo que solo aquellos que saben apreciar pueden comprar mi pintura.Eliana había cambiado mucho durante cuatro años. Mirándose, ninguno de ellos tenía la intención de dar un paso atrás. Ante esta situación, los invitados naturalmente hablaron de ellos, y uno dijo en voz alta:—Es muy arrogante y ávida esta pintora. ¡No le bastan 50 millones!Estas palabras lo hicieron a Hilario muy infeliz. Los demás sintieron el malestar de él y pararon de discutir.Reinaba en el salón un silencio absoluto. Los presentes se miraron unos a otros. Nadie sabía si lo que habían dicho, había sido oído por Hilario, y si lo recordaría. Eliana no se dio cuenta de la atmósfera rara, sino que miró hacia Hilario, con una expresión tranquila. —Cuando llegué aquí, vi a una mujer pidiendo limosna. Ella había perdido a su hijo, así que quiero regalarle este cuadro.«¿Aún se le quedan los recuerdos del pasado?
Después de salir, Eliana amasó su frente y quería acabar pronto el banquete. —¡Eliana! —de repente, oyó una voz familiar. Ella detuvo un poco y continuó caminando hacia el salón del banquete. Pero en este momento, Hilario la alcanzó y tocó directamente su muñeca.—Eliana, ¿dónde has estado durante estos cuatro años?Eliana giró y dijo con frialdad:—Señor Lucero, no soy la mujer que busca. —No, ¡eres Eliana! —Hilario le tomó la muñeca con fuerza: «¿Por qué no has vuelto?» —Señor, me duele mucho —Eliana respondió muy tranquilamente—. Soy Lucy. No conozco a ninguna Eliana.Al ver su negación, Hilario se molestó y, sin pensarlo, la empujó contra la pared como antes. La piedra de mármol fría golpeó con fuerza el hombro de Eliana, que no pudo evitar gemir. Hilario se acercó a ella y la miró con frialdad.—Eliana, ¿me tomas por tonto?Un poco sorprendido, los recuerdos tristes volvieron a la mente. Tres años de matrimonio roto la habían dejado exhausta. Levantó la cabeza mientras miraba f