Eliana estaba acostada en la cama, mirando fijamente el techo blanco. Todavía no creía que Joann se hubiera suicidado: «Su muerte tiene que estar relacionada con Deva. Si fue Deva quien mató a Joann, y luego se confabuló con Daniel para mentir juntos y disfrazar la escena del crimen como si Joann se hubiera suicidado, todo tendría sentido. Deva, incluso si hubiera matado a alguien, no mostraría ningún nerviosismo ni inquietud. Después de todo, es una mujer fría, una mentirosa.»

Mientras tanto, Deva había vuelto a su casa, donde se tumbó en el sofá quejándose con Rosa:

—¡Todo era culpa de Joann! Si no se hubiera equivocado de persona, Eliana estaría muerta. ¡Joann se merecía morir por ser una perra tan estúpida!

—¿Agua o té? —preguntó Rosa.

—Té, gracias. Encontramos a dos aldeanos robustos en la isla para que fingieran ser empleados de la empresa, pero no me di cuenta de que ni siquiera podían someter a dos mujeres. ¿Puedes creerlo? ¡Confundieron a Eliana con su asistente! Y la tonta in