Diciendo esto, le entregó los papeles y el bolígrafo.—Me voy entonces.Jorge solo pudo sonreír y decir —Bien. Hasta luego.—Sí, vamos profesor, esa cafetería está justo cerca de donde vivimos, hay una cruzando la calle.La misma a la que había ido cuando habló con Jorge la última vez....—¡Llegó el café!Roberto, Jenny y Boris aparecieron al instante.—¡Gracias profesor, gracias Lucía!—¡Qué pena hacer que ustedes dos, tan ocupados, hayan tenido que ir!Roberto insertó la pajilla y dio un gran sorbo —¡Qué delicia~!—¿Es para tanto? —preguntó Jenny.Boris tomó el suyo y el de Lisa, agradeciendo a Daniel y Lucía con una sonrisa.Luego fue corriendo hasta Lisa.—Lisa, aquí está el tuyo.—Ah.Al enterarse de que Lucía había ido con Daniel a comprar café para todos, sintió que se le revolvía el estómago y perdió el apetito por completo.Y para colmo, Boris no dejaba de molestarla——Lisa, ¿por qué no lo pruebas?—La crema se va a derretir y no va a saber bien.—Mira, te pongo la pajilla.L
—¿Lisa? —Boris la llamó otra vez.—¿...Qué pasa?—¿Estabas contactando a una inmobiliaria para alquilar un departamento?Con el corazón acelerado y temiendo más preguntas de Boris, respondió agresivamente:—¿Por qué tantas preguntas? ¡No es asunto tuyo!Boris se entristeció, aunque no lo demostró:—Soy tu novio, por supuesto que me preocupo por ti.—Busqué un novio, no un padre.—Si crees que soy muy pesado, entonces... ¿debería hablar menos?Él fue cauteloso, temiendo molestarla nuevamente.Al ver que Boris no insistió con el tema del alquiler, Lisa se relajó discretamente y suavizó su tono.—Dame... —extendió su mano.—¿Qué cosa?—El café que tienes en la mano, ¿no me lo trajiste?—¡Ah, sí! Casi lo olvido... —Boris sonrió....Después de otra semana en el laboratorio, dos grupos de datos estaban listos. Por fin el ritmo no era tan intenso. El sábado, Lucía se tomó un día libre.—Señorita Mendoza, tanto tiempo sin verla, ¿ya casi ni me reconoce?Paula detuvo su Ferrari descapotable ju
Al mencionar aquella noche de borrachera, Paula se rascó la nariz con cierta vergüenza.—Todo por culpa de mi madre, que insistió en que fuera a una supuesta 'fiesta juvenil' cuando en realidad era una cita arreglada.Los jóvenes eran como mercancía expuesta en un mostrador, listos para ser elegidos.Victoria era perfecta en todo, excepto por su excesiva preocupación.Que si las diferencias sociales, que si era imposible ser feliz así, que la experiencia demostraba que al final todo se reduce a la base económica, y bla, bla, bla...Paula estaba harta.Después de regresar aquella vez, había llegado a un acuerdo con Victoria: podía ser alguien de su mismo nivel social, pero ella elegiría a la persona.A cambio, Victoria no podría organizar más citas arregladas ni reuniones sin su consentimiento.—¿Elegir tú misma? —preguntó Lucía.—Sí, mientras la familia tenga buena posición, mi madre lo aceptará. Es fácil, ¡solo tengo que buscar dentro del círculo!—¿En serio vas a buscar?Lucía parpad
Los tres salieron del restaurante.—Daniel, eres demasiado popular. Todos esos veteranos te rodeaban como si fueras una estrella del pop con sus fans —comentó Paula.—¿Estrella del pop?—Sí, ya sabes, un ídolo.Daniel rio suavemente.—Es solo por interés, no tiene nada que ver con ser un ídolo.Paula olfateó el aire.—¿Bebiste? ¿Manejaste?—Bebí un poco. No manejé.—Perfecto entonces, suban. Los llevaré a ti y a Luci.El auto de Paula llegó hasta la entrada del callejón, sin poder entrar más.Lucía y Daniel se bajaron allí y caminaron juntos hacia adentro.La noche estaba clara, con pocas estrellas y una brisa agradable.En el callejón silencioso, ocasionalmente se escuchaba el suave maullido de algún gato.Daniel tropezó con una bolsa de basura y, debido al alcohol, perdió un poco el equilibrio.—¿Estás bien?—Disculpa, bebí más de la cuenta esta noche.Temiendo que el olor a alcohol la molestara, Daniel aumentó intencionalmente la distancia entre ellos. Ese "disculpa" sonó especialme
Por primera vez, Lucía sintió una especie de admiración. Aún no sabía que esa compleja emoción se llamaba... Atracción por alguien superior....Mientras tanto, después de dejar a ambos, Paula se dirigió al bar. Todo iba tranquilo hasta que al llegar a la entrada del bar, cuando se disponía a estacionarse...¡BAM! Un Maserati apareció por el costado trasero y le dio justo en la cola del auto.Paula se enfureció. Azotó la puerta y fue directo al frente del otro auto.—¡¿Acaso no sabes manejar?! ¡¿No puedes soltar el acelerador o qué?! ¡¿Cómo vas a esta velocidad en esta zona?! ¡Y ni siquiera miras! ¡Mi auto ni siquiera había terminado de estacionarse, ¿estás ciego o qué?! ¡¿Cómo pudiste chocarme?!La puerta del conductor del Maserati se abrió y un hombre bajó sonriendo.—Vaya, pero mira quién es. No es nada, no es nada, no te alteres tanto.Manuel se acercó a Paula con una sonrisa despreocupada.—Vaya, pero si es usted, señor Castro...Ella arrastró las palabras con evidente sarcasmo.M
La mujer se marchó, haciendo resonar sus tacones altos. Manuel soltó una risita burlona, despreciando todo lo que ella había dicho. ¿El sufrimiento del amor?¡Bah! —Pura palabrería.Apenas se había ido la mujer cuando salió del bar una joven. Llevaba una minifalda que dejaba ver sus largas piernas, el cabello rizado suelto y un maquillaje impecable —parecía una muñeca de colección.—Manuel... —se le acercó coquetamente, pensando que él no la rechazaría, pero en un instante Manuel se hizo a un lado.Con un movimiento rápido, rodeó la cintura de Paula y la atrajo hacia sí.Paula, que había estado observando toda la escena entretenida, se quedó atónita.—Lo siento, llegaste tarde —le dijo Manuel a la chica, mirándola directamente.La joven se mordió el labio y le lanzó una mirada resentida a Paula antes de alejarse de mala gana.—¿Me estás usando de escudo? —Paula se cruzó de brazos y rio con sarcasmo—. ¿Y cuándo piensas quitar tu asquerosa mano?Manuel, que originalmente pensaba soltarla
—Sus conexiones son mucho más amplias que las de los Rivas.Paula lo observó durante unos segundos con una mirada extraña mientras él alardeaba con aire de superioridad.—¿Estás seguro de que quieres hacer negocios conmigo?—Por supuesto. ¿Qué es esa mirada? ¿A quién estás menospreciando?Paula lo examinó de arriba abajo, y luego de abajo arriba.Los Castro ni hablar —una de las ocho familias más poderosas de Puerto Celeste, varios niveles por encima de los Rivas.Y Manuel... ni siquiera se defendía cuando una mujer le daba una bofetada, lo que demostraba control emocional y cierta caballerosidad.Aunque fuera un mujeriego con muchos escándalos, tampoco es que ella quisiera casarse con él, además...¡Ella también era igual de libertina!¡Perfecto! ¡Que cada quien haga lo suyo!Si se encontraban en una discoteca, hasta podrían divertirse juntos.Y lo más importante: este hombre sabía cortar relaciones de raíz. Será un sinvergüenza, pero eso también significaba que sabía empezar y termin
—¡¿Dónde están los guardias de seguridad?! ¡Deténganlos...!En medio del caos, Celia dejó de fingir modales y gritó a todo pulmón——¿¡Dónde está Mercedes!? ¿¡Quién es Mercedes!? ¡Que salga esa desgraciada!Celia y su hijo Fidel habían llegado a Puerto Celeste hace dos días. Lo primero que hicieron fue visitar a Sofía, que seguía hospitalizada, y después...Se instalaron en la habitación del hospital.Celia: —¿Hotel? ¿Acaso los hoteles son gratis? Esta habitación está perfecta, espaciosa y luminosa, ¡y lo mejor es que no hay que pagar!—Pero solo hay una cama, tú y Fidel...—¿Y eso qué importa? ¿Desde cuándo una madre y su hijo se preocupan por esas cosas?Fidel, mientras se limpiaba los dientes después del almuerzo, asintió: —¡Exacto! Mamá y yo siempre dormimos juntos en casa, así solo usamos un aire acondicionado, ¡ahorramos dinero!Al no poder convencerlos, Celia y Fidel se quedaron en la habitación.Según las normas del hospital, las habitaciones VIP incluían una cama para acompañan