Capítulo 107
A medida que avanzaba la tarde, Lucía se vio abrumada por la cantidad de rosas que recibía, superando todas las expectativas.

Paula, boquiabierta, murmuró:

— Vaya, esto no salió para nada como pensé.

Lucía, con una mezcla de sorpresa y pánico, susurró:

— ¡Ay, Dios mío! ¡Esto se me está yendo de las manos!

Mientras tanto, Mateo, observando desde la multitud, se quedó completamente atónito, incapaz de ocultar su asombro y quizás un toque de celos.

Sofía, mirando las pocas rosas en sus manos, tenía los ojos enrojecidos de rabia. ¿Acaso toda esta gente estaba ciega? Ni siquiera llevaba puesto el bikini negro de antes, se había cambiado a un traje de baño común, ¡se veía horrible! Y aun así, Mateo no podía apartar los ojos de Lucía. Ella llevaba un sombrero de ala ancha tejido, con una cinta clara atada en un lazo alrededor. Aunque era un estilo muy simple, en ella se veía elegante y distinguido. En cuanto apareció, atrajo las miradas de todos los hombres. Sin embargo, ella parecía no darse
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