3.

Mamá me gritó mucho esa mañana porque extravié mi uniforme nuevo. Le dije que lo lavé porque ella no lo lavó lo suficientemente bien y que como en nuestra casa por la ubicación, poco le pega el sol al patio, lo saqué al techo, escalé y lo colgué ahí hace varias horas, pero ya no estaba. Papá lo encontró a unas calles y por eso, llegaría a la hora exacta en que empezaban las clases: 06:30am y no diez minutos antes como siempre me hacían llegar.

Corrí, hoy no huiría porque se lo prometí a Alex. Lo dejaría para la primera prueba nada más, en especial la de matemáticas, de esa prueba planeo huir sin piedad. Entré al aula al mismo tiempo que la profesora, quién era una mujer muy vieja, tanto que se parecía a la abuela Lilia y eso es mucho decir. Su clase fue más aburrida que la sacramental del domingo por la mañana. Mi familia es mormona como comenté anteriormente, papá es obispo en nuestro vecindario y mamá es maestra en la sociedad de socorro (una clase para las mujeres mayores de dieciocho- hasta que se mueran) y yo solo asisto porque ellos me obligan, no puedo concentrarme en la clase de hombres jóvenes y mucha de las cosas que dicen me disgustan. Además, me obligan a repartir la santa cena en la sacramental y la camisa blanca con la corbata me hacen parecer más mequetrefe de lo que soy, m****a. Siempre me pongo a dibujar en clases para poder soportarlas, a excepción de cuando mi abuelo paterno me manda a leer algo en el libro de mormón o cuando el hermano torres me hace una pregunta y finjo dolor de estómago para no responder. Nunca sé que responder.

Hace cuatro domingos, el consejero del obispo (de papá), me asignó un discurso. Papá lo hizo por mí, debía hablar de la palabra de sabiduría, pero cuando pasé al frente delante de todos en la sacramental, entré en pánico y empecé a balbucear, entonces hui y me escondí dentro de la pila bautismal, donde la hermana Toledo, secó mis lágrimas y llamó a mi hermano que había asistido ese domingo, solo va una o dos veces al mes, yo siempre, me obligan.

Sé que ya tengo dieciséis, pero aún no he podido dejar de llorar, soy tan tonto que me caigo mal casi siempre, excepto cuando dibujo porque lo hago muy bien, creo que es lo único que me sale bien porque no logro ni siquiera atar bien los nudos de mis zapatos y el nudo de la corbata de los domingos debe hacerlo el viejo por mí. Soy malo atando todo en general. Siempre dibujo, todos los días, casi siempre dibujo a Alex, antes dibujaba robots de batalla, pero luego a estos les puse ojos verdes, luego hice un robot de pelo negro y más tarde, dibujé a un chico de 1,75cm que me saludaba amistosamente cada vez que llegaba a mi casa.

Al principio, me escondía cuando me saludaba, pero luego, aprendí a dejar de tener tantos nervios y podía darle la mano, luego podía sonreírle y ahora, me atrevía a hablarle sin miedo. Por eso hoy me acerqué a él en el descanso y vi que todos en su mesa voltearon a verme. Vi a mi hermano, a Andrea (su novia oficial) y a una amiga de ella. Junto a Alex, estaban los hermanos que Hugo decía que eran mellizos, pero que ahora que me senté lo suficientemente cerca de ellos como para mirarlos bien, noté que no lo eran. Eran gemelos casi idénticos, a excepción de que Mateo usaba aretes, se depilaba las cejas y paraba su cabello con gel de peinar y Rubén, mantenía su cabello lacio normal, usaba aretes también, pero normales, solo un par, no como Mateo que tenía como veinticinco aretes en todo el rostro. De hecho, noté que no eran feos, no sé cómo no noté esto antes si a la gente simpática la veo más rápido porque es más agradable a la vista. Por esto no me miro, no me gusta mi rostro, me incomoda verme. No me gustan mis ojeras y mi cabello siempre está largo, ¡crece como tres centímetros al día! Es horrible tener que cortarlo tan seguido, por esto dejé de hacerlo y al viejo esto le enoja, pero jamás me haría el corte de cabello de Hugo, parecería ahora sí el exconvicto que aún no soy, pero que pronto seré.

-¿Ya desayunaste? -Preguntó Alex, estaba sentado junto a él y Rubén, mi hermano estaba justo en frente con el resto.

-No aún.

-Niño tonto, no debes olvidar comer bien, el desayuno es la comida más importante del día.

-Mamá hizo ensalada de frutas, eso me hizo sentir muy triste.

-Tú eres tan tú. -Comentó entre risas.

-No entiendo.

-Te traeré algo, espérame aquí. ¿Hay algo que quieras en especial?

-Batido de chocolate… -Respondí nervioso, pensé que se reiría de mí, pero solo sonrió y asintió. Lo vi levantarse, lo observé alejarse y solo dejé de mirarlo cuando de reojo miré a mi hermano y me miraba fijamente, no sabía interpretar su expresión.

-¿Desde cuándo andas con Alex?

-Está en una clase conmigo.

-¿Seguro que es solo eso? -Me miró enarcando una ceja, ¿por qué se ve molesto de repente? ¿qué le hice?

-Sos un hermano celoso. -Comentó Rubén.

-Tú cállate, voy a investigar este asunto a profundidad.

Un par de minutos después, regresó con un batido de chocolate y un plato con arepas y huevos. No sé por qué hacía esto por mí.

-Espero no dejes nada.

-Es mucha comida. -Mentí, puedo comer muchísimo más, pero no quería que supiera que era un asqueroso adicto a la comida grasosa.

-Debes comer bien, estás muy delgado.

-Y hasta te trae desayuno. -Comentó Hugo echando chispas por los ojos. Alex lo miró desconcertado y escuchaba las risas de todos. -¿Qué carajos Alex? ¿me vas a hacer patearte a las nueve y treinta dos de la mañana?

-¿Qué? ¿cuál es tu problema? -Escuché la risa de Alex, podía mirarlo sonreír por horas, jamás me cansaría, amo la sonrisa de Alex, amo todo de Alex.

-¡Te estaré vigilando! -Su novia le comentó algo y terminé mi desayuno, lo comí todo, aunque me llenó demasiado como nunca, pero no dejé solo fue porque Alex lo compró para mí, no podía dejar nada. -¿Qué tal las clases de hoy Samuel?

-No preguntes eso. -Alex me miró extraño.

-¿Por qué? -Preguntó él esta vez.

-No lo sé, no presté atención. -Admití, Hugo me aventó un pan en el rostro y me lo comí, le saqué la lengua y el me enseñó el dedo del medio.

-Pues prestarás atención al menos en la clase que comparto contigo, ya Hugo me amenazó, debo hacerte estudiar o volverás a reprobar.

-Está bien. -Contesté sin hacer ningún gesto, pero estaba feliz. Eso quiere decir que Alex estaría supervisándome, me gustaba eso aun sabiendo que eso significaba tener que estudiar.

-¿Ya conocías a Rubén y a Mateo? -Alex me señaló a los hermanos.

-Hugo me los presentó antes. -De igual forma se volvieron a presentar de nuevo por si dudaba de sus nombres, sonrieron al extenderme la mano, noté que eran muy cordiales al igual que… Alex. Pensé que él era así solo conmigo, pero ahora veo que ellos son así con la gente en general. No sé por qué me sentí especial.

-No sé cómo no te vi antes cuando fui a tu casa. -Comentó la amiga de la novia de Hugo. -Eres tierno, que lindo. -Escuché a todos reírse, pero no pude contestar nada. Sabía que no era tierno o no lo sé, menos lindo, eso sí que no. No lo soy, estoy tan cerca de ser lindo como lo está la sierra nevada del estrecho de Bering. Creo que mido lo mismo que mi madre, es decir, soy pequeño como ella, aunque soy más delgado y pálido, no como Hugo que es muy alto al igual que Alex e incluso, los gemelos. Hugo tiene el cabello castaño de mamá y yo el cabello claro de papá, aunque de resto nos parecemos mucho, aunque el sí es atractivo, yo no. Estoy consciente de eso desde que estaba en kínder. Por eso cuando le dije a Mathías que me gustaba me rechazó y cuando le dije a Jero en séptimo que era lindo, rompió mi nariz y nunca volví a decirle esto a nadie, no valía la pena. Nadie querría salir conmigo y no solo por feo, sino porque sí, soy un maldito fenómeno y no “especial” como Hugo me hace creer.

Me prohibí fijarme en alguien de nuevo, no merecía el esfuerzo ni el dolor de ser rechazado, pero cuando vi esos ojos verdes ese sábado por la noche en que comían pizza en mi sala, no lo pude evitar. Creo que Alex me gustó desde la primera vez que lo vi, es así de simple, no puedo decir lo contrario. Quiero acercarme más a él, aunque sé bien que nada podrá suceder. Hugo me dijo que a Alex le gustaban las chicas y lo he visto en más de una ocasión besar a una, incluso mis padres han conocido a varias de sus novias anteriores, pero yo no pretendo ser su novio. Puedo no saber que es intuir o tener falta de sentido común como dice mi abuelo, pero lo único de que sí estoy seguro es de que, Alex jamás, jamás se fijará en mí. No es posible, no soy suficiente para él, por eso quiero hacerme cercano a él, al menos con eso me bastaría, es más de lo que podría desear.

-No lo soy. -Contesté. -Soy más feo que cagar con hambre. -Contesté, escuché las risas de todos y me quedé perplejo, no sé por qué reían.

-Samuel. -Hugo me miró fijamente, de nuevo esa mirada. -Cállate.

-¿Por qué debería callarme?

-Hazlo o te obligo. No digas nada si dirás estupideces.

-Hugo, estás avergonzándome.

-Entonces cállate. -Me enojé y me puse de pie, agarré mi morral, no podía seguir ahí después de que Hugo me hubiese avergonzado de esa forma. -Siéntate Samuel.

-Tengo cosas que hacer. -Comenté y fui hasta la cancha.

Era verdad, debía todos los deberes de ayer, no hice nada, pero salí solo porque estaba realmente enojado.

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