4.

Caminé molesto hacia la cancha de atrás y me senté frustrado en las gradas. Odio cuando Hugo me trata como niño delante de la gente, es vergonzoso, siempre le digo que no lo haga, pero termina haciéndolo siempre. Entonces saqué mi caja de cereal de mi morral y empecé a comerlo. Noté que algunos me miraban y reían, ¿será que les da risa el elefante de la caja? Llené mi boca de estos y sentí que alguien se sentó a mi lado. Era el flaco que habló enojado en la exposición de biología. Pensé que se sentó a mi lado porque quería cereal, aunque bueno, lo hizo en parte por eso, pero lo que no sabía en ese momento, era que él se convertiría en uno de los mejores amigos que tendría en toda la vida.

-¿Puedo? -Preguntó el extraño señalando mi caja de cereal. Asentí y agarró un puñado. Él era similar a mí en estatura y en contextura, aunque medía un poco más que yo. Tiene rasgos asiáticos bastante notables, aunque puede que no sea de allá, no lo sé. Es blanco normal (no exagerado como yo) y tiene el cabello castaño oscuro, usa un corte de cabello que yo solía tener de niño, pero dejé de hacérmelo cuando escuché que se reían de mí por él. Es el típico corte que tendría un coreano o algo así, al flaco le va bien por sus rasgos, pero yo parecía ser el niño del comercial de condones que vi en redes sociales. Me veía pateable. -Pensé que me amenazarías. -Admitió.

-¿Por qué lo dices?

-Escuché el rumor de que ayer amenazaste a varios del salón con apuñalarlos.

-No quería hablar con humanos ayer. -Escuché su risa y en ese momento vi que alguien anotó un gol, eran unos chicos pequeños que jugaban.

-Suele sucederme. -Confesó. -¿Cómo te llamas?

-Samuel. -Estiré su mano y pensé en dársela, pero de inmediato cuestioné esta acción porque el flaco podría tener miles de gérmenes, entonces cubrí mi mano con la manga de mi buso y se la di. Me miró divertido, pero no reprochó. -¿Y el tuyo es?

-Chen. -Pensé que era una broma, pero no dijo nada al respecto. -Lo sé, no es común, soy tailandés.

-Es extraño que no tengas acento.

-Vivo en Barranquilla desde los cuatro, ya casi ni recuerdo Bangkok, menos mi idioma natal.

-¿Por qué eres blanco? -Pregunté y de inmediato me percaté de lo racista que sonó eso, pero estalló en risas. -Olvida que pregunté eso, lo siento.

-¿Piensas que en Tailandia todos son oscuros? -Negué con la cabeza, aunque no sé ni qué pensaba, ni sé dónde queda Tailandia. -El color prevalente sería definitivamente el trigueño, aunque es relativo, mírame. El clima influye al igual que las mezclas que ha habido, en Bangkok llega fácilmente a cuarenta grados o más en un día normal.

-Debe ser muy molesto.

-Supongo, no lo sé, no lo recuerdo.

En los días que pasaron, Chen y yo nos hicimos muy amigos, era agradable, aunque si creía que yo era solitario, era porque no conocía a Chen aún. Él no hablaba con nadie aparte de mí y es extraño porque el lleva una vida estudiando en esta escuela.

Pasaron así unos quince días en que algunas veces hablé con Alex, solo saludos porque no me podía sentar con ellos en su mesa por miedo a que Hugo me avergonzara de nuevo, pero de igual forma, tengo que conquistarlo como sea porque él se gradúa este año y una noche el año pasado le escuché decir que se iría a Cartagena cuando acabara la escuela, es decir, tengo un año antes de que él se vaya y yo pierda las posibilidades de “ser algo”, aunque sé que nunca seré su novio y menos cuando Chen y yo lo vimos después del partido de su equipo, besando con ganas a Cindy detrás de las gradas. Sé que eran novios, lo escuché hablar sobre ella miles de veces, pero siempre dolía, dolía muchísimo. Me sentí tan frustrado que volteé todos los tanques de b****a y le metí la pierna a todo el que pude cuando me metía en tumultos, derribé a unos diez chicos y tres chicas sin ser descubierto.

Recuerdo que Chen me miró extraño, pero no dijo nada. Todo iba pésimo para el mequetrefe de Samuel, hasta esta mañana en clase de inglés. Estaba sentado en el pupitre junto a Chen quién me miraba curioso. Abrió un momento la boca y luego la cerró, pero luego soltó lo que había estado esperando decir después de unos minutos.

Yo había visto a Alex entrar tarde a clases. Para mi sorpresa, el ayudaba al profesor de idiomas cuando su profesor de turno se lo permitiera, es por eso que hoy estaría en mi salón, aunque el profesor había venido, pero se había marchado un par de minutos después por una emergencia, solo dejándonos un montón de textos a traducir, que los haría Chen porque yo no, ni siquiera leo bien en español, ahora menos en inglés británico.

Lo vi pasar y como siempre, me perdí viéndolo, siempre me pasa que cuando lo veo es como si el tiempo pasara más lento al verlo caminar, pero mi respiración se tornó agitada al ver que caminaba alegre hacia mí. Creí que me daría una trombosis, incluso Chen agarró mi brazo al verme sudar frío, pero inhalé profundamente antes de derretirme y escurrirme entre las grietas del piso. Me obligué a alzar la vista cuando se detuvo frente a mí.

-Hola Samu. -Sonrió, sacudió mi cabello y nos saludó a ambos. -Te he hecho señas por varios días para que te sientes conmigo, pero te escondes detrás de tu amigo.

-Es por mi hermano, peleé con él y estoy molesto. -Mentí.

-Está bien. -Agarró mi cuaderno de inglés y escribió algo en la parte de atrás. -Esa es mi dirección, haré una fiesta el sábado por mi cumpleaños a las 20h, vayan.

-¿Estás seguro que quieres que “nosotros” asistamos a tu fiesta? -Preguntó Chen y resaltó la palabra nosotros. Sé por qué lo dice, él tiene la idea de que nosotros somos perdedores y yo no lo entiendo, no hemos perdido nada.

-Sí. -Sonó su teléfono y lo puso en su oreja. -Vayan, me enojaré si no van. -Lo vi alejarse y exhalé. Chen me miró de reojo.

-Cada vez que ves a Alex te pones más raro que de costumbre.

-¡No me digas raro!

-Lo siento, lo sé. ¿Por qué te pones así? Te pierdes viéndolo y el otro día hiciste un berrinche monumental cuando lo vimos con esa chica.

-Chen. -Me enderecé. -Alex me gusta.

-M****a. -Estalló en risas. -¿Es en serio?

-Alex me gusta tanto que me duele y quiero llorar.

-M****a, gran m****a. -Empecé a buscar el pliego de papel de mi carpeta. -¿Él lo sabe?

-¡No! Creo que ni lo imagina, pero mira. -Extendí el enorme pliego de un metro sobre el pupitre. -Tengo un plan de batalla. Lo voy a conquistar y tú me vas a ayudar.

-¿Yo? Samuel, no me involucres en tus conspiraciones perturbadoras.

-¿Quieres que te apuñale?

-Con amenazas menos me harás ayudarte.

-Chen, Chen, Chen, Chen. -Empecé a sacudirlo, me miró irritado. -No seas malo, si me ayudas , te dejo ser el padrino de mi boda.

-¿A los padrinos les pagan por serlo?

-Supongo, no lo sé.

-Te ayudaré solo si me prestas tu consola el fin de semana.

-Hecho. -Cerramos el trato con un apretón de manos.

-No puedo creer que tengas un plan armado.

-En realidad tengo tres planes: el A, B y C. -Chen me miró divertido. -Te explicaré el primero: me hago más cercano a él, rozando lo íntimo, aparentando ser la persona más dulce e inocente de este planeta… -Chen me interrumpió.

-Ya eres dulce e inocente Samuel. Creías que tener sexo era como en las telenovelas que solo se besan, se desvisten y se acuestan.

-Lo sé. -Me enteré como era en realidad el sexo el domingo cuando fui a la casa de Chen y su primo me mostró el video más horrible y perturbador de todos, no pude ni dormir al ver como en realidad se hacía, es horrible. -Oye, ¿me dejas terminar?

-Sigue.

-Me vuelvo la persona más dulce e inocente cercana a él, como un gatito rescatado en un arroyo hasta que me haga indispensable para él y me quiera. -Chen me miró extraño. -Mi segundo plan consiste en disfrazarme de mujer… -Me interrumpió.

-M****a Samuel, descarta ese. ¿Cuál es el tercero?

-Mmm lo emborracho, me acuesto con él y no como en las telenovelas… luego tendrá que hacerse cargo de mí.

-Samuel, todos tus planes son horribles. Definitivamente hay que hacer otra cosa. El sábado no te le quites de encima, sé agradable y lindo, solo eso. Nada de pelucas ni sexo sin consentimiento.

-Debes ir conmigo.

-Me deberás una en grande.

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