’Está sucio... por mi culpa. Debe haber estado cuidándome las 24 horas en estos días. ¡Lo sucio que está es solo una señal de cuánto me ama!'.

Bai Tingxin finalmente se quitó el abrigo y los pantalones antes de acostarse en la cama del hospital de Qin Lianyi.

Qin Lianyi miró al hombre que estaba acostado a su lado. "Está bien, date prisa y duérmete. Tuviste que pasar por unos días difíciles, cariño".

Su voz sonaba como la mejor canción de cuna para él, y lentamente cerró los ojos.

Tal vez había estado demasiado cansado estos días, por lo que se durmió casi tan pronto como cerró los ojos. Incluso empezó a roncar.

Qin Lianyi miró al hombre a su lado con ojos llorosos. Se acercó con dificultad, puso sus labios en su frente y lo besó suavemente.

"Tingxin, nunca me separaré de ti", murmuró Qin Lianyi.

Cuando Ling Yiran fue al hospital a visitar a Qin Lianyi al día siguiente, vio que su mejor amiga se había despertado y estaba comiendo avena. No había comido durante días porque estaba