Mis pies volvieron a tocar el suelo, levanté la mirada y empujé a Draven lejos de mí.
—¿Sabes el susto que me he llevado por tu culpa? Casi me muero imbécil —me llevé la mano al pecho.
—¿Cómo se te ocurre venir aquí sola? Te puede matar ese hombre.
—¿Cómo sabías que estaba aquí?
—Vámonos —lo miré con el ceño fruncido.
Comenzó a caminar y yo fui detrás de él.
—¿Cómo sabías que estaba aquí? —Volví a preguntar, pero como era de suponer no obtuve respuesta de su parte.
Llegamos a su casa y él entró. No me atreví a poner un pie dentro, él se giró y elevó las cejas.
—¿No vas a entrar?
—¿Vas a responder mi pregunta?
—Pues adiós.
Di un suspiro y comencé a cam
La puerta se abrió de un portazo, escuché las pisadas en el pasillo, comencé a hiperventilar. Mire hacia la ventana y hacia la puerta una y otra vez. Los pasos cada vez se escuchaban más de cerca. Un golpe. Dos golpes. Quejidos. Mi mente comenzaba a dar vueltas, un humo extraño comenzó a salir del techo, di unos pasos hacia delante y antes de caer desmayada vi a Draven. Draven. Ese humo que Brisen ingirió no era nada bueno, si no me equivocaba tendría serios problemas con el paso del tiempo. No sabía que era esa habitación, pero no era normal. Ya estando en mi casa esperé a que Brisen despertara. Tendríamos que acabar con esto cuanto antes y sacarla del pueblo. —Draven —la voz de mi madre me hizo girar la cabeza —. No está bien lo que estás haciendo —suspiré —. Debes decir
—¿Qué haremos ahora? —Susurré cerrando los ojos al sentir sus labios sobre mi cuello.—¿Qué quieres hacer? —Subió los besos hasta mis labios.—Acabar con todo esto —tragué saliva.—Yo quiero hacer otra cosa —nos miramos a los ojos.—¿El qué? —Mordí mi labio.Pasó su mano de cintura hacia mi culo y lo apretó para luego acercarme a él.—Estar contigo en la cama por mucho tiempo, dándote todo el placer que tu desees —me levantó haciendo que enrollara mis piernas
Mi mirada estaba fija en la ventana de la habitación de Brisen, ella estaba sentada en su cama mientras miraba hacia la puerta de su habitación, sabía que estaba sintiendo algo en su casa, tal vez ese hombre, no estaba seguro de que era lo que la muda estaba viendo, sintiendo o escuchando pero lo que si sabía es que no era nada bueno.Ese “algo” me lo decía y nunca se equivocaba.Caminé hacia su casa miré a la derecha.—¡Eh, tú!—La voz de un hombre me hizo girarme sobre mi eje,—Buenas tardes—murmuré.—¿Quien eres? nunca te había visto por el
—No, por ti, tu sangre ahora no me importa mucho—esbocé una sonrisa.Ahora mismo tenía mi corazón muy acelerado, él lo estaba escuchando y eso hacia que se acelerara aún más.—¿Te pone nerviosa qué te diga esas cosas?—Rodé los ojos y negué.—Venias a beber ¿no? Pues bebe y vete—sonrió burlón.—¿Podemos repetir lo de la otra vez?—Elevé las cejas.—¿Qué es lo de la otra vez? Ahora no sé a que te refieres—me hice la desentendida y él bufó.—Puedo hacer que hagas memoria—sonreí falsamente y negué.—Muy amable, pero no—ambos reímos.Draven se fue a sentar al sofá, me giré un poco y lo miré cruzada de brazos, él me est
Draven.Esperaba con ansias la respuesta de Brisen, me había dejado en leído y las esperanzas de que me contestara eran nulas, no la había visto salir de su casa, las luces apagadas y solo había movimiento en su habitación.Sentí unas manos en mis hombros, me giré y vi a Adze.—Todo se solucionará hermano, dale su espacio, ten paciencia—negué.—Adze necesito sangre y ella no me la dará—escuché su risilla.—¿Estás seguro de que es por la sangre?Lo miré ceñudo y bufé. Odiaba cuando mi hermano hacía suposiciones ilógicas.—Piénsalo—dijo para después irse.Lo miré y luego desvié la mirada hacia la ventana de Brisen.No, Brisen no me podía gustar, no podía estar enamorado de
23 de agosto de 2015Aún no comprendo por qué sigo creyendo en las palabras de Draven. Desde hace dos meses siempre me pone escusas para todo, solo lo veo cuando tiene que beber sangre.Aiello, Adze y el otro chico suelen venir a hablar conmigo, bueno... Ellos vienen, se sientan en el sofá y hablan entre ellos.Un ruido muy grande se escucha en la parte de arriba, los chicos y yo nos miramos.—¿Tienes un perro? —Negué.—Hay una habitación rara en la planta de arriba del todo, me enteré de eso hace unos meses, cuando me lo dijo Draven, no me atrevo a entrar porque suelta un gas tóxico —ellos se levantaron mirándome ceñudos.—¿Una habitación rara?—Si, era una habitación de un bebé.Subimos las escaleras y vimos las que subían a la habitación.—Subo yo —Aiello comenzó a subir las escaleras.
—Aún sigo sin entender por qué apareció una carta con tu nombre —lo miré y él se separó de mí.—¿Qué ponía en la carta aparte de mi nombre? —Lo miré ceñuda.—¿Cómo sabes que ponía algo más?—Me lo intuyo.—Ya —murmuré sin creérmelo.—¿Crees que la escribí yo? —Me encogí de hombros. El sonrió —que ciega eres.—¿Por qué dices eso?—No te has dado cuenta de nada —lo miré sin entender.A veces Draven era así, indescifrable, cuando querías entenderle algo tenias que preguntarle directamente y muchísimas de las veces ni siquiera respondía claramente la pregunta, tenias que ir tú encajando las piezas del puzle para saber la respuesta.&mda
—No estás ahora como para hablar de eso, vámonos —volvió a coger mi muñeca.Nos acercamos a su casa y subimos hasta su habitación.Nos sentamos en la cama y ambos quedamos en silencio.Draven.Cuando iba a hablar Brisen se había tumbado en la cama y se había quedado dormida. Suspiré llevándome las manos a la cabeza.Mi teléfono comenzó a sonar, me levanté y lo cogí de la mesita, era Marco.Marco.Si tanto te gusta esa chica no sé por qué no la comes la boca y acabas con este jueguito que me pone nervioso.Yo.¿De qué hablas tú ahora?Marco.Llevo unos minutos viendo c&o