La limosina se detuvo frente al Paradise Hotel, una edificación que conservaba su estilo antiguo de cinco pisos y varios acres de extensión.Fabrizio tomó la manija de la puerta y fue el primero en bajar. Una vez fuera se dio la vuelta y le tendió una mano a Cloe. Ella bajó con toda elegancia. Sin lugar a dudas, estaba hermosa. Traía puesto un vestido largo de color dorado que la hacía ver más radiante de lo usual. Fabrizio se había sentido tan tentado a desnudarla al verla con él y no salir nunca de su habitación de hotel.Su mente se llenó de todas las posibilidades en las que podría haberla tomado.Cloe se sonrojó, pero le dio una sonrisa confidente como si supiera lo que estaba pasando por su mente. —Señor De Luca, es bueno verlo por aquí otra vez. —La voz de Sergio lo regresaron a la realidad.Acomodó la mano de Cloe en su brazo y miró al hombre.—Sergio —saludó—. Te presento a mi novia, Cloe Morelli.—Señorita —dijo el hombre tendiéndole la mano a Cloe—. Es un gusto conocerl
Cloe se apoyó en el borde del lavamanos y se levantó con cuidado. Después de vomitar todo lo que estaba en su estómago, se sentía sin fuerzas.—¿Estás bien? —preguntó Fabrizio por tercera vez desde el otro lado de la puerta. Su voz dejaba en claro que estaba preocupado.—Sí, salgo en un momento.El espejo le devolvió su imagen pálida. Encendió el grifo y se lavó el rostro antes de cepillarse los dientes. De tan solo sentir el sabor desagradable en su boca, sentía que podía comenzar a vomitar de nuevo.Terminó y abrió la puerta solo para encontrar a Fabrizio parado justo allí. Al verla, él se acercó y colocó una mano en su cintura.—Llamaré a un doctor —dijo él ayudándola a llegar a la cama.—No es necesario, estoy segura que fue algo que comí anoche.—¿Estás segura? Te ves pálida.—Sí, se me pasará en un momento. De hecho, ya me siento mucho mejor.Fabrizio arqueó una ceja como si no la creyera.—Es enserio —insistió.—Bueno, pero permanecerás en cama hasta que te veas mejor —ordenó F
Fabrizio estaba preocupado por Cloe, estaba pálida y se veía frágil. Odiaba verla así y cada segundo que el médico se tardaba en llegar se sentía más ansioso.—Estoy bien —dijo Cloe apretando su mano y dándole una sonrisa.—Lo creeré en cuanto el doctor lo diga.Después de verla vomitar por segundo día consecutivo, sabía que algo estaba mal con ella, solo esperaba que no fuera nada de gravedad.Acarició el rostro de Cloe con ternura. —Fabrizio, yo…Lo que Cloe fuera a decir se vio interrumpido por un par de golpes en la puerta.—Adelante —dijo poniéndose de pie de un brinco y mirando a la puerta.La ama de llaves entró seguida de un hombre de edad.—El doctor está aquí —anunció ella y se hizo a un lado para dejar pasar a un hombre de mediana edad, luego se marchó. —Señor Morelli, buenos días —saludó el hombre con una sonrisa y se acercó para darle la mano—. Señorita —dijo después con un asentimiento a Cloe.—Doctor, buenos días —saludó ella con una sonrisa. Se veía mucho mejor que
Cloe tomó a Fabrizio de la mano y prácticamente lo arrastró hasta la cama. En la otra mano llevaba la prueba de embarazo envuelto en un poco de papel, lo dejó en el velador y luego hizo que Fabrizio se sentara en la cama.—El tiempo no pasará más rápido estando de pie —comentó mientras se acomodaba a horcajadas sobre él. Entrelazó los dedos detrás de su nuca—. Entonces, ¿cómo te sientes?Esa era una pregunta ridícula si tenía en cuenta las acciones y expresiones de Fabrizio desde que la posibilidad de un embarazo se había mencionado. Claro que al principio había lucido algo confundido y le había tomado un tiempo reaccionar, pero, en cuanto lo hizo, actuó como un hombre más que encantado con la noticia.Ni siquiera entendía porque se había sentido nerviosa sobre su reacción.—No sé cómo ponerlo en palabras. Emocionado, feliz, nervioso —Fabrizio soltó una larga exhalación—. Sé que hasta que la prueba no lo confirme es solo una posibilidad, pero eso no ha evitado que comience a pensar en
Fabrizio podía sentir el nerviosismo de Cloe. Su postura era tensa y en los últimos diez minutos se había llevado la mano hasta el cabello más de una vez para acomodárselo detrás de la oreja, pese a que lo traía sujeto en una cola.—Todo saldrá bien —dijo apretando la mano que sujetaba y le dio una sonrisa.Conocía lo suficiente a sus padres para saber que estarían emocionados con la noticia.—Lo sé, pero no puedo evitar sentirme algo ansiosa.Se inclinó y depositó un beso en su frente. Cloe acomodó la cabeza en su hombro y así continuaron el resto del viaje. Pasaron al menos unos veinte minutos más antes de que llegaran a la playa.El conductor estacionó el auto junto al de los demás y se bajó para abrirle la puerta.Fabrizio bajó y se volvió para tenderle la mano a Cloe. La sujetó con firmeza y juntos se dirigieron hacia sus hermanos y primos que estaban jugando un partido de vóley unos metros más allá.En todo momento se aseguró de mantener a Cloe vigilada.—¿No tienes frio? —pregu
Cloe aceleró el paso para alcanzar a su padre. Él ya le llevaba algo de ventaja cuando salió de la casa y, aunque no iba demasiado rápido, sus pasos eran largos. Pensó en llamarlo, pero eso solo iba a atraer la atención del resto y lo menos que necesitaba en ese momento era que su familia se enterara de lo sucedido, se los iba a decir —había aprendido la lección sobre ocultar las cosas— pero no en ese momento. Su padre caminó por al menos otros cien metros y luego se detuvo cerca de la orilla del mar. Cloe se detuvo a su lado y por unos segundos se quedó en silencio mientras pensaba en lo que le iba a decir. Nunca había visto tanto dolor en los ojos de su padre como en esa noche mientras descubría que le había ocultado cosas. —Papá —dijo cuándo tiempo pasó y él no se giró a mirarla. —Recuerdo cada verano que pasamos aquí mientras crecías. —Su padre sonrió—. Corrías de un lado a otro haciendo de las tuyas. Cloe pensó en lo mismo. Su padre yendo detrás de ella y uniéndose a sus j
Fabrizio marcó el número de su madre, tenía que dejarle algunas cosas en claro y también averiguar quién le había contado lo del acuerdo con Cloe.—Sabía que llamarías en algún momento —dijo ella en cuanto contestó, no se escuchaba nada contenta—. No puedo creer que hicieras algo como eso. Me invitaste a tu casa y me presentaste a esa mujer, incluso la pusiste por encima de mí, y al final resultó ser una farsa.—Te la presenté porque ella es importante para mí y quería que la conocieras.—No necesitas continuar mintiendo. Entiendo que tu padre a veces puede ser demasiado severo y que pareces empeñado en agradarle, pero esto es otro nivel.—Mi padre no tiene nada que ver con esto.—Ambos sabemos que solo la elegiste porque era lo más conveniente, pero no creo que te habrías fijado en ella de ser de otra manera. Es tan… simple.—Mamá, amo a Cloe y, si quieres continuar siendo parte de mi vida, espero no volver a escuchar algo como eso.—Pero…—Pero nada —cortó—. Y lo que sea que te dije
—¿Estás bien? —preguntó Cloe. Tenía la mejilla apoyada en la espalda de Fabrizio. Se había comenzado a preocupar por él cuando comenzó a tardar en aparecer. Era obvio que había hecho bien en ir a buscarlo, él parecía bastante tenso. Fabrizio se dio la vuelta aun en sus brazos y también la abrazó. —Ahora lo estoy —dijo él mirándola a los ojos—. Fue Amanda la que le dijo a mi madre sobre nuestro acuerdo, al parecer ella nos escuchó hablando aquella noche en el restaurante.—Sabía que algo iba mal cuando me dirigió la palabra.Cloe ni siquiera pensaba perder el tiempo molestándose con ella, era Marena quién le preocupaba. Quería llevarse bien con ella porque era la madre de Fabrizio, pero no parecía que alguna vez fuera a ser posible.—No le agrado a tu madre ¿verdad?—Ese es su problema, eres una mujer increíble y yo no pienso renunciar a ti.—Es bueno saberlo porque estaba pensando en usar un par de esposas para retenerte en mi cama.Fabrizio sonrió de lado.—No puedo decir que eso