Cloe abrió los ojos y vio a Fabrizio aun durmiendo. Debía ser la primera vez que se despertaba antes que él.—¿Qué está pasando por esa cabecita tuya? —preguntó él abriendo un solo ojo.—Lo sexy que te ves a primera hora del día.Fabrizio soltó una carcajada y terminó de abrir los ojos. Se acercó a ella y depositó un corto beso en sus labios.—Tú también te ves perfecta.Durante algunos minutos los dos se quedaron retozando en la cama.—Deberíamos levantarnos —dijo ella después de mirar la hora.Era tan tentador quedarse en cama todo el día… bueno al menos hasta que sus estómagos comenzaran a quejarse, pero tenía clases dentro de un par de horas y al ser semanas finales antes de vacaciones, era mejor no faltar.Fabrizio soltó un suspiro y asintió.—Deberíamos ducharnos juntos para ahorrar agua y tiempo —sugirió él.—Ambos sabemos que terminaremos tardando más.Fabrizio se levantó e intentó sujetarla cuando pasó cerca de él, pero ella lo evadió mientras se reía.—Buen intento —dijo gui
Fabrizio terminó su llamada con una sonrisa en el rostro. Al fin tenía todo listo y esperaba que todo saliera conforme a sus planes.Si bien era cierto, tenía que ir a Madrid para cerrar el asunto de Daniel, esperaba poder acabar con eso sin demora para poder llevar a Cloe a todos los sitios que había planeado. Quería darle unas vacaciones memorables. Los dos necesitaban un poco de tiempo para relajarse, en especial Cloe. No era hasta el día anterior que había entendido que ella aún se encontraba muy afectada por su accidente. Al verla tan vulnerable se había sentido como un tonto por no darse cuenta antes.Un par de golpes en la puerta lo sacaron de sus pensamientos. Se dio la vuelta al mismo tiempo que la puerta se abría mostrando a Cloe. Ella corrió hacia él con una enorme sonrisa en el rostro y brincó a sus brazos.Fabrizio resistió el impacto y la sujetó de las nalgas.—Asumo que te fue muy bien.—Puro sobresalientes —dijo ella con orgullo.A él no le sorprendió ni un poco, es má
Cloe miró el lugar en el que se había reunido con Maurizio. Era algo pequeño, pero no por eso menos agradable. El color de las paredes era de un tono melón que transmitían una sensación de paz al igual que la música que sonaba de fondo. Era la primera vez que estaba en aquella pastelería y sabía que iba a volver. Parecía el lugar perfecto para relajarse un rato mientras leías un libro o te sumergías en tus pensamientos. —No estaba seguro si te gustaría el lugar —dijo Maurizio, sonaba algo inseguro—. Vine aquí hace unos días y pensé que sería un buen sitio para encontrarnos. —Es lindo, me agrada. —Es bueno saberlo. —¿Qué van a ordenar? —preguntó una mujer parándose frente a su mesa con una libreta en mano. —Un café negro para mí —dijo Maurizio. Cloe le dio una repasada al menú, aunque ya sabía lo que iba a pedir. —Un helado de… —Menta con chispas de chocolate —terminó por ella Maurizio. —Está bien —la mujer anotó en su libre ta y al terminar les dio una sonrisa—. Vuelvo en un
La limosina se detuvo frente al Paradise Hotel, una edificación que conservaba su estilo antiguo de cinco pisos y varios acres de extensión.Fabrizio tomó la manija de la puerta y fue el primero en bajar. Una vez fuera se dio la vuelta y le tendió una mano a Cloe. Ella bajó con toda elegancia. Sin lugar a dudas, estaba hermosa. Traía puesto un vestido largo de color dorado que la hacía ver más radiante de lo usual. Fabrizio se había sentido tan tentado a desnudarla al verla con él y no salir nunca de su habitación de hotel.Su mente se llenó de todas las posibilidades en las que podría haberla tomado.Cloe se sonrojó, pero le dio una sonrisa confidente como si supiera lo que estaba pasando por su mente. —Señor De Luca, es bueno verlo por aquí otra vez. —La voz de Sergio lo regresaron a la realidad.Acomodó la mano de Cloe en su brazo y miró al hombre.—Sergio —saludó—. Te presento a mi novia, Cloe Morelli.—Señorita —dijo el hombre tendiéndole la mano a Cloe—. Es un gusto conocerl
Cloe se apoyó en el borde del lavamanos y se levantó con cuidado. Después de vomitar todo lo que estaba en su estómago, se sentía sin fuerzas.—¿Estás bien? —preguntó Fabrizio por tercera vez desde el otro lado de la puerta. Su voz dejaba en claro que estaba preocupado.—Sí, salgo en un momento.El espejo le devolvió su imagen pálida. Encendió el grifo y se lavó el rostro antes de cepillarse los dientes. De tan solo sentir el sabor desagradable en su boca, sentía que podía comenzar a vomitar de nuevo.Terminó y abrió la puerta solo para encontrar a Fabrizio parado justo allí. Al verla, él se acercó y colocó una mano en su cintura.—Llamaré a un doctor —dijo él ayudándola a llegar a la cama.—No es necesario, estoy segura que fue algo que comí anoche.—¿Estás segura? Te ves pálida.—Sí, se me pasará en un momento. De hecho, ya me siento mucho mejor.Fabrizio arqueó una ceja como si no la creyera.—Es enserio —insistió.—Bueno, pero permanecerás en cama hasta que te veas mejor —ordenó F
Fabrizio estaba preocupado por Cloe, estaba pálida y se veía frágil. Odiaba verla así y cada segundo que el médico se tardaba en llegar se sentía más ansioso.—Estoy bien —dijo Cloe apretando su mano y dándole una sonrisa.—Lo creeré en cuanto el doctor lo diga.Después de verla vomitar por segundo día consecutivo, sabía que algo estaba mal con ella, solo esperaba que no fuera nada de gravedad.Acarició el rostro de Cloe con ternura. —Fabrizio, yo…Lo que Cloe fuera a decir se vio interrumpido por un par de golpes en la puerta.—Adelante —dijo poniéndose de pie de un brinco y mirando a la puerta.La ama de llaves entró seguida de un hombre de edad.—El doctor está aquí —anunció ella y se hizo a un lado para dejar pasar a un hombre de mediana edad, luego se marchó. —Señor Morelli, buenos días —saludó el hombre con una sonrisa y se acercó para darle la mano—. Señorita —dijo después con un asentimiento a Cloe.—Doctor, buenos días —saludó ella con una sonrisa. Se veía mucho mejor que
Cloe tomó a Fabrizio de la mano y prácticamente lo arrastró hasta la cama. En la otra mano llevaba la prueba de embarazo envuelto en un poco de papel, lo dejó en el velador y luego hizo que Fabrizio se sentara en la cama.—El tiempo no pasará más rápido estando de pie —comentó mientras se acomodaba a horcajadas sobre él. Entrelazó los dedos detrás de su nuca—. Entonces, ¿cómo te sientes?Esa era una pregunta ridícula si tenía en cuenta las acciones y expresiones de Fabrizio desde que la posibilidad de un embarazo se había mencionado. Claro que al principio había lucido algo confundido y le había tomado un tiempo reaccionar, pero, en cuanto lo hizo, actuó como un hombre más que encantado con la noticia.Ni siquiera entendía porque se había sentido nerviosa sobre su reacción.—No sé cómo ponerlo en palabras. Emocionado, feliz, nervioso —Fabrizio soltó una larga exhalación—. Sé que hasta que la prueba no lo confirme es solo una posibilidad, pero eso no ha evitado que comience a pensar en
Fabrizio podía sentir el nerviosismo de Cloe. Su postura era tensa y en los últimos diez minutos se había llevado la mano hasta el cabello más de una vez para acomodárselo detrás de la oreja, pese a que lo traía sujeto en una cola.—Todo saldrá bien —dijo apretando la mano que sujetaba y le dio una sonrisa.Conocía lo suficiente a sus padres para saber que estarían emocionados con la noticia.—Lo sé, pero no puedo evitar sentirme algo ansiosa.Se inclinó y depositó un beso en su frente. Cloe acomodó la cabeza en su hombro y así continuaron el resto del viaje. Pasaron al menos unos veinte minutos más antes de que llegaran a la playa.El conductor estacionó el auto junto al de los demás y se bajó para abrirle la puerta.Fabrizio bajó y se volvió para tenderle la mano a Cloe. La sujetó con firmeza y juntos se dirigieron hacia sus hermanos y primos que estaban jugando un partido de vóley unos metros más allá.En todo momento se aseguró de mantener a Cloe vigilada.—¿No tienes frio? —pregu