Cloe terminó de revisar los resultados finales de su investigación y sonrió satisfecha. Después de meses trabajando sin parar por fin había terminado. La parte más emocionante de lo que hacía, era encontrar las respuestas a todas sus interrogantes. Siempre encontraba difícil detenerse cuando comenzaba con algo.Se levantó y fue en busca de su tutora. Ella estaba en su propia investigación.—Bien hecho —la felicitó su tutora después de leer su informe—. Nunca dudé de que lo lograrías. —Ella colocó el archivo a un lado antes de continuar—. ¿Pensaste en mi oferta? Solo te falta un semestre para acabar y nos gustaría contar contigo. Por supuesto, como te mencioné podemos brindarte los recursos necesarios para que hagas tu especialidad en nanotecnología.Gabriella era la directora del departamento de tecnología de Investigaciones Sorsa, la empresa estaba destinada a la creación de tecnología destinada a ser utilizada distintos ámbitos como la medicina y equipamiento militar.Cloe siempre h
Cloe esperó que Maurizio fuera el primero en hablar, después de todo, era él quien la había buscado. Maurizio estaba mirando el departamento con bastante atención y ella se preguntó qué es lo que estaba pasando por su mente.—Escuché que estás estudiando física —dijo él por fin mirándola.Inclinó la cabeza hacia un costado algo confundida. Para nada era lo que esperaba escuchar, pero decidió seguirle la corriente por el momento. —Así es, estoy en mi último año.—Debes ser bastante inteligente, física suena como algo de otro mundo para mí.Asintió, sin saber que decir.Maurizio miró de Fabrizio a ella y luego el brazo que él tenía sobre sus hombros.—¿Desde cuándo están juntos? —cuestionó él.Perdió la paciencia al verlo intentar actuar como si se tratara de una visita casual entre dos conocidos.—Maurizio, ¿por qué estás aquí?Él soltó un suspiro.—Escucharte llamarme por mi nombre es raro.—¿De qué otra manera debería llamarte? Hasta el día de hoy, no te conocía. En parte porque yo
—Vine a conocer Cloe y a pedirle que me dé una oportunidad de conocerla —respondió Maurizio. Se veía algo inseguro y no era de sorprender cuando Leonardo lo miraba como si solo estuviera esperando un motivo para desaparecerlo.Fabrizio no creía que Leonardo fuera a hacer algo delante de Cloe. Él siempre pondría a Cloe primero los sentimientos de su hija y quizás era el único motivo por el que se estaba conteniendo con Maurizio. —¿Por qué no toman asiento y hablamos de esto? —ofreció solo por si acaso el padre de Cloe cambiaba de opinión y decidía abalanzarse sobre Maurizio. Leonardo y Natalia asintieron y se acomodaron en uno de los sofás. Maurizio, por su parte, volvió a su lugar.—Siempre fuiste demasiado imprudente —dijo Natalia mirando a Maurizio—. Tu aparición repentina aquí, me dice que no has cambiado en eso.—No estaba seguro si me dejarían ver a Cloe o si siquiera responderían si trataba ponerme en contacto con ustedes.—Y decidiste que era mejor buscarla —comentó Leonardo
Cloe abrió los ojos y vio a Fabrizio aun durmiendo. Debía ser la primera vez que se despertaba antes que él.—¿Qué está pasando por esa cabecita tuya? —preguntó él abriendo un solo ojo.—Lo sexy que te ves a primera hora del día.Fabrizio soltó una carcajada y terminó de abrir los ojos. Se acercó a ella y depositó un corto beso en sus labios.—Tú también te ves perfecta.Durante algunos minutos los dos se quedaron retozando en la cama.—Deberíamos levantarnos —dijo ella después de mirar la hora.Era tan tentador quedarse en cama todo el día… bueno al menos hasta que sus estómagos comenzaran a quejarse, pero tenía clases dentro de un par de horas y al ser semanas finales antes de vacaciones, era mejor no faltar.Fabrizio soltó un suspiro y asintió.—Deberíamos ducharnos juntos para ahorrar agua y tiempo —sugirió él.—Ambos sabemos que terminaremos tardando más.Fabrizio se levantó e intentó sujetarla cuando pasó cerca de él, pero ella lo evadió mientras se reía.—Buen intento —dijo gui
Fabrizio terminó su llamada con una sonrisa en el rostro. Al fin tenía todo listo y esperaba que todo saliera conforme a sus planes.Si bien era cierto, tenía que ir a Madrid para cerrar el asunto de Daniel, esperaba poder acabar con eso sin demora para poder llevar a Cloe a todos los sitios que había planeado. Quería darle unas vacaciones memorables. Los dos necesitaban un poco de tiempo para relajarse, en especial Cloe. No era hasta el día anterior que había entendido que ella aún se encontraba muy afectada por su accidente. Al verla tan vulnerable se había sentido como un tonto por no darse cuenta antes.Un par de golpes en la puerta lo sacaron de sus pensamientos. Se dio la vuelta al mismo tiempo que la puerta se abría mostrando a Cloe. Ella corrió hacia él con una enorme sonrisa en el rostro y brincó a sus brazos.Fabrizio resistió el impacto y la sujetó de las nalgas.—Asumo que te fue muy bien.—Puro sobresalientes —dijo ella con orgullo.A él no le sorprendió ni un poco, es má
Cloe miró el lugar en el que se había reunido con Maurizio. Era algo pequeño, pero no por eso menos agradable. El color de las paredes era de un tono melón que transmitían una sensación de paz al igual que la música que sonaba de fondo. Era la primera vez que estaba en aquella pastelería y sabía que iba a volver. Parecía el lugar perfecto para relajarse un rato mientras leías un libro o te sumergías en tus pensamientos. —No estaba seguro si te gustaría el lugar —dijo Maurizio, sonaba algo inseguro—. Vine aquí hace unos días y pensé que sería un buen sitio para encontrarnos. —Es lindo, me agrada. —Es bueno saberlo. —¿Qué van a ordenar? —preguntó una mujer parándose frente a su mesa con una libreta en mano. —Un café negro para mí —dijo Maurizio. Cloe le dio una repasada al menú, aunque ya sabía lo que iba a pedir. —Un helado de… —Menta con chispas de chocolate —terminó por ella Maurizio. —Está bien —la mujer anotó en su libre ta y al terminar les dio una sonrisa—. Vuelvo en un
La limosina se detuvo frente al Paradise Hotel, una edificación que conservaba su estilo antiguo de cinco pisos y varios acres de extensión.Fabrizio tomó la manija de la puerta y fue el primero en bajar. Una vez fuera se dio la vuelta y le tendió una mano a Cloe. Ella bajó con toda elegancia. Sin lugar a dudas, estaba hermosa. Traía puesto un vestido largo de color dorado que la hacía ver más radiante de lo usual. Fabrizio se había sentido tan tentado a desnudarla al verla con él y no salir nunca de su habitación de hotel.Su mente se llenó de todas las posibilidades en las que podría haberla tomado.Cloe se sonrojó, pero le dio una sonrisa confidente como si supiera lo que estaba pasando por su mente. —Señor De Luca, es bueno verlo por aquí otra vez. —La voz de Sergio lo regresaron a la realidad.Acomodó la mano de Cloe en su brazo y miró al hombre.—Sergio —saludó—. Te presento a mi novia, Cloe Morelli.—Señorita —dijo el hombre tendiéndole la mano a Cloe—. Es un gusto conocerl
Cloe se apoyó en el borde del lavamanos y se levantó con cuidado. Después de vomitar todo lo que estaba en su estómago, se sentía sin fuerzas.—¿Estás bien? —preguntó Fabrizio por tercera vez desde el otro lado de la puerta. Su voz dejaba en claro que estaba preocupado.—Sí, salgo en un momento.El espejo le devolvió su imagen pálida. Encendió el grifo y se lavó el rostro antes de cepillarse los dientes. De tan solo sentir el sabor desagradable en su boca, sentía que podía comenzar a vomitar de nuevo.Terminó y abrió la puerta solo para encontrar a Fabrizio parado justo allí. Al verla, él se acercó y colocó una mano en su cintura.—Llamaré a un doctor —dijo él ayudándola a llegar a la cama.—No es necesario, estoy segura que fue algo que comí anoche.—¿Estás segura? Te ves pálida.—Sí, se me pasará en un momento. De hecho, ya me siento mucho mejor.Fabrizio arqueó una ceja como si no la creyera.—Es enserio —insistió.—Bueno, pero permanecerás en cama hasta que te veas mejor —ordenó F