Su hermano estaba tan raro que apenas lo reconocía, cuando llegaron al hospital estaba tan extraño que se preguntó si todo estaba bien y cuando abrazo a su madre tan efusivamente pensó que había perdido la chaveta, pero poco a poco el frió y sereno Dante regreso, con trabajo podía ver, su hermano luchaba para no verse como un vil mortal, lo notaba en cada movimiento y cuando dio a dar un paseo por el hospital y lo encontró ahí sentado en la capilla del hospital supo que algo había sucedido.
Se sentó a su lado sin decir nada.
—Casi la pierdo – dijo su hermano con el rostro entre sus manos – casi la pierdo y no podía hacer nada, nada más de pensarlo…
—Hermano…
—Pero ya no más, la recuperaré, esta decidido.
—Nunca lo pensé
Ciertamente era de ayuda que Dante se quedará en la mansión, no lo reconocería por supuesto porque hería su orgullo de mujer pero este le ayudaba con el bebé cuanto podía y ella se alejaba cuanto creía conveniente, estar cerca de su esposo estando el cumpliendo con sus obligaciones era ciertamente peligroso, porque el se veía bastante dedicado a la familia y ella no quería dar su brazo a torcer, se divorciaría, era lo mejor, su hijo tendría a sus dos padres y una familia.Bajo a desayunar como siempre, en la cocina se encontró a su aún esposo con su impecable traje y tomando café, Dimitri más relajado con su hija en brazos y el abuelo comiendo con entusiasmo. Al verla entrar todos le sonrieron y su esposo le extendió los brazos para que le diera a su hijo y ella pudiera desayunar.—Se te hace tarde – le di
Dante acababa de llegar de trabajar, y ella de compras para su bebe. Velkan necesitaba algo de ropa y pañales y Libi le había acompañado, estaba pensando en trabajar con ella en su agencia de telefonistas, así tendría algo que hacer, y Velkan se quedaría con sus abuelos, siempre era bueno el tener su propio dinero.Subió las escaleras y al ver el cuarto de su hijo abierto iba a entrar cuando lo vio con Dante. Estaba cargándolo y este le jalaba el cabello e incluso se atrevía a pensar que ya le había manchado su caro saco de diseño y su esposo parecía ajeno a esto, simplemente seguía tarareando una canción que no alcanzaba a reconocer.¿Cómo podía dejar a este hombre? No podía hacerlo, simplemente el pensar en dejarlo, en abandonarle y seguir su vida le era doloroso, ella le amaba a pesar de todo, de su fría per
Vaya sorpresa, no le había dicho que no, si no que lo pensarían. Era un cambio agradable.Llegaron a una galería en el centro de la ciudad, había gente haciendo fila pero por alguna razón ellos entraron en cuanto llegaron. Era un lugar pequeño pero de decoración fina y bastante lujosa. Había cuadros de flores hechos con técnicas diferentes, Cristina quedo encantada con cada uno de ellos, eran hermosos, al final se enamoro de uno de ellos, no dijo nada por supuesto pero lo vio más tiempo que los demás, quería llevarse un buen recuerdo del cuadro.Discúlpame ahora vengo – dijo Dante. Cristina creyó que iría a saludar a alguien, la verdad no le presto atención.Cuando el regreso le tomo de la mano para irse de la galería así que Cristina no noto que a la pintura le pegaban una estampita de “vendida” antes de que ellos salieran de la sala.No tuvieron que tomar el auto de nuevo, el restaurante estaba una cuadra, era en un alto edificio y el restaurante era la última planta. Un hermoso res
Hija, prométeme que siempre cuidaras de tus hermanos…¡Y por supuesto que lo haría!, por lo menos hasta que su cuerpo careciera de vida, cuidaría de sus hermanos hasta ese momento.Cierra sus manos hasta convertirlas en puños, sintiendo la temperatura fría de ellas sobre su piel, eso quería decir que se encuentra nerviosa y asustada.Su mano derecha se sitúa en la manilla de la puerta que la llevara a dos destinos, el primero que la echen de aquella empresa donde ha trabajado dos años de su vida al dejar el primer año de universidad por necesidad de mantener a su mamá, hermano pequeño y aquella hermanita que estaba por venir o la última opción que la dejen en su plaza pero bien que también le concedan el prestamos que necesita por lo menos para pagar la terapia de su hermano pequeño, sus tarjetas
—¡Oh Cristina!, Teodora se la ha pasado riendo — exclama Libi emocionada al ver llegar a su amiga.—Gracias por cuidarla Libi — agradece con una media sonrisa, al sentir que de nuevo sus ojos se encuentran picándole por salir las lágrimas que no cesan.—¡Oh Chris! — exclama con pena, al abrazar a una de sus mejores amigas.—No te preocupes, verás que saldré de esta — murmura al corresponder el abrazo de su amiga.—Si deseas un lugar donde quedarte tienes las puertas de mi casa abiertas — se lo hace saber con una sonrisa.—Gracias Libi, eres un amor de persona — responde.—Eso siempre lo he sabido — responde con una risa, ocasionando una pequeña sonrisa en el rostro de su amiga.Fija su vista en la carriola ros
No entiende a su jefe, o más bien a él.Primero se va dejándole con los documentos extendidos, después se los pide y ella va a su oficina entregándoselos y este se encuentra distante y pensativo como si analizara algo, y al finalizar le pide que le pase con Cristina Lennox.¿no se supone que la tuvo en la mañana con él?Ella sabe de ante mano que Cristina no estará en su casa hasta en la noche y eso es si el bendito teléfono todavía sigue funcionando, según lo que Cristina menciono la última vez es que no lo ha pagado y no puede hacer llamada, pero recibirla no está muy segura.Cuando fue y le dijo a su jefe que Cristina no contestaba el teléfono este bufo y simplemente le ordeno “localízala y dile que regrese mañana temprano”.Conoce a su amiga y sab
—¡¿acaso estás loca?! — exclama y pregunta furiosa su amiga.—Libi, por favor…——¡por favor!, ¡estás loca! — sigue gritando al ambas estar sentadas en la sala de la casa de su amiga, soportando la gran escena que su amiga está provocando y asusta a su hermana—Vas a seguir asustando a Dora — lo menciona tranquilamente al abrazar a su hermana que tiembla entre sus brazos.—Lo siento…— susurra algo tranquila Libi, aunque bien sabe que no ha terminado de dar su opinión al respecto de lo que el jefe le propuso a Cristina el día de ayer, y esta se haya tardado TODO un día en decírselo.—Compréndeme… son diez mil dólares…— murmura sin ánimo alguno, si no se encontrara en esa situación no
—No sé de dónde saco esa bella joya señor Spencer, pero créame que todos los caballeros presentes nos encontramos envidiándolo — menciona uno de los hombres a su lado al ver desaparecer a su acompañante entre la multitud, donde se dirige como todas las damas al tocador.—Es única…— murmura al llevarse la copa de champán a los labios.—Si eso veo, ¿no cree que podrá dejarnos compartir la pista de baile con ella? — pregunta otro hombre de casi su misma edad tal vez un año mayor que él y eso es que él tiene veintiocho años.—Tal vez en otra ocasión — responde sonriente pero cortésmente.—Amigo tienes que compartirla en algún momento de la noche — escucha como alguien llama su atención con esas palabras desviando s