Tener todo

—¡¿acaso estás loca?! — exclama y pregunta furiosa su amiga.

—Libi, por favor…—

—¡por favor!, ¡estás loca! — sigue gritando al ambas estar sentadas en la sala de la casa de su amiga, soportando la gran escena que su amiga está provocando y asusta a su hermana

—Vas a seguir asustando a Dora — lo menciona tranquilamente al abrazar a su hermana que tiembla entre sus brazos.

—Lo siento…— susurra algo tranquila Libi, aunque bien sabe que no ha terminado de dar su opinión al respecto de lo que el jefe le propuso a Cristina el día de ayer, y esta se haya tardado TODO un día en decírselo.

—Compréndeme… son diez mil dólares…— murmura sin ánimo alguno, si no se encontrara en esa situación no hubiera aceptado ese trabajo de aquel jefe.

—Pero Cristina…—

—No te preocupes por mi Libi, él dijo que solo es cuestión de trabajo nada más — concluye al recordar esas palabras que le dieron ánimos de aceptar, no habrá segundas intenciones.

—Pero… ¡él es un rompe corazones! — exclama furiosa al recordar cuantas mujeres a lo largo de sus dos años ha tenido que enviar un arreglo florar, joyería y una nota que dice “fue hermoso mientras duro. Dante Spencer”.

Ese hombre solamente se valía de ese aire magnifico que lo rodeaba y esa belleza para atrapar a las mujeres las usaba y después botaba con un bonito arreglo.

—No te preocupes Libi, es solo la mitad de una noche y como sabía que no estarías tan tranquila, le dije al señor Spencer que me recogiera en tu departamento de la misma forma en que me dejara aquí, ¿estas satisfecha? — concluye con esa pregunta y al mismo tiempo haciendo una sonrisa.

—Eso me parece mejor — murmura mientras sonríe así se encontraría más tranquila, Clarisse y Cristina son como sus hermanas y el deber de toda hermana es proteger.

—¿entonces me ayudaras a arreglarme? — pregunta sonriente al mostrarle con una mano la caja rectangular blanca que esa misma tarde su jefe se encargó de dársela, al ella misma informarle la dirección donde debe de pasar a recogerla.

—¡vamos a ponerte como una princesa! — exclama entusiasmada al tomar la caja y ambas reírse y bien se une la risa de Dora.

—Recuerda todo lo que te he dicho —

Cristina escucha a su amiga atentamente desde que hace unos segundos acabo con el último toque en sus labios.

—Claro, recuerdo que si mis labios les faltan brillo solo le pongo lo que me has puesto en el bolso, todo lo tengo anotado aquí — concluye al señalar su frente.

—Dora no creo que te espere despierta, pero yo si — Libi se lo informa al apreciar su obra maestra, un vestido de noche color azul marino que lleva un corte delicado, pareciera hecho y moldeado al cuerpo de Cristina, las zapatillas que alzan un poco su estatura amarradas con suaves listones delgados dándoles un toque elegante y aquel collar, pulsera y aretes que de plata que hacen resaltar el brillo de la piel de su amiga; el cabello lo ha dejado suelto, pero cepillado de una forma que en las puntas se hacen suaves caireles naturales.

—Te ves hermosa…— se lo hace saber al contemplarla y tomar entre sus brazos a Rin que también observa atenta a su hermana mayor.

—¿no estoy mal verdad? — pregunta nerviosa al presionar entre sus dientes su labio inferior.

—No estas mal, diría que es todo lo contrario, estas radiante pero…—

Libi no continúa ya que el timbre interrumpe su frase, captando la atención de las tres mujeres del lugar.

—Creo que cenicienta debe de irse — lo dice en broma hacia su amiga mientras camina con solo unos cinco pasos para abrir la puerta del departamento.

—Buenas noches Libi — saluda educadamente aquel hombre que quita el respiro con una sola mirada y mucho más al estar con smoking.

—Buenas… noches… señor… Spencer — balbucea al recorrer con su mirada café a su jefe, recordando que es la primera vez que lo ve de esa forma.

—¿estará lista Cristina? — pregunta al mostrar una sonrisa.

—Si…— susurra al girar su rostro y ver a su amiga.

—Estoy lista — anuncia al caminar con elegancia hacia la salida.

Se queda contemplando a la mujer enfrente suyo y sin quererlo su mente la compara con la mujer de esos dos días y pareciera que fuera otra persona, con ese aire de seguridad a comparación de la Cristina Lennox que conocía, es realmente hermosa debajo de los casi harapos que usa por ropa.

¿se habrá equivocado de puerta?

—Creo que no queremos llegar tarde — menciona al ofrecer su brazo una vez que salió de aquel trance.

—Si…—

—La traeré en cuanto termine la cena — se lo hace saber a Libi la cual carga al bebé de su acompañante, es asombroso el parecido de ambas más en los ojos marrones.

—Gracias señor Spencer — agradece sinceramente.

—Ahora vamos, que nos esperan —

Camina a lado de su jefe, sintiéndose cenicienta como Libi lo había mencionado antes, pareciera que su imaginación aquella palabra no la tomo de broma, porque su príncipe estaba elegantemente vestido para el baile y la llevaba a ella a disfrutar de él.

¡oh vamos Cristina, despierta! Se dice a si misma.

Hubiera imaginado que los espera el chofer del señor Spencer, pero pareciera que este no tiene alguno ya que a la vista se distingue un convertible muy lujoso, podría definirse a su parecer, muy caro, demasiado caro para una persona normal, de color rojo como si con aquello destacara que el piloto es multimillonario y guapo.

—Por favor…— lo dice al tiempo que abre la puerta del copiloto para su acompañante ayudándola a subir al carro al tomar una de sus manos, sintiendo la suavidad y dulzura que emana.

Se mantiene callada a la espera del conductor de aquel vehículo lujoso, solamente en las revistas había podido apreciar este tipo de carros, donde los anunció destacaban “¿quieres este auto de sueño?, manda un mensaje de texto al número…”, los recuerda muy bien por que Clarisse era muy dada a mandar esos tipos de mensajes.

Algún día me sacare uno de esos o bien podré estar dentro de alguno con un hombre de ensueño. Pensaba para sus adentros.

¿si tan solo Clarisse supiera?, aunque lo supiera estuviera segura que primera no le creería, como dice ella “hasta no ver no creer”, y si viera se lanzaría a los brazos de Dante sin pensarlo gritando “ráptame precioso”.

Sonríe un poco al recordar la actitud liberal de Clarisse.

—¿de qué ríes? — pregunta curioso al ver de reojo a su acompañante, desde que salieron del departamento de Libi, Cristina se ha mantenido muy callada.

—Recordaba algo…— murmura al sonrojarse un poco.

—¿y se puede compartir? — pregunta sonriente con un aire de humor, al seguir si vista situada en el camino.

—No creo que le interese — menciona apenada porque su jefe se haya dado cuenta de que sus pensamientos estaban en otro lado o más bien en otra persona.

—¿Por qué no me pones a prueba? — responde con esa pregunta.

—Bueno…— susurra débilmente al apretar con sus manos el mango de su bolso del mismo color que el vestido.

Espera con paciencia las palabras de Cristina, pero puede notarla algo nerviosa y para él es la primera vez que una mujer a su lado se encuentra tan callada, normalmente las mujeres a su alrededor hablan demasiado que parecen pericos que uno no puede callar; principalmente hablan de moda, hombres, coches, restaurantes de lujos, hoteles y artistas del medio donde se rodean; pero con Cristina… todo parece tan diferente, que no sabe de qué tema tratar.

—Aparte de Libi, tengo otra amiga — comienza a hablar de forma suave sin apartar la vista del tablero del carro— ella es muy liberal — murmura, pero lo suficiente para que su acompañante la escuche— y estaba recordando cuando veía este tipo de carros que solía decir que tendría uno con un hombre irresistible a su lado — concluye sonrojada sin alzar su rostro por vergüenza hacia el jefe.

Por su parte suelta una fuerte carcajada al saber cuál es la amiga de la que habla Cristina, la chica que está a su otro lado aparte de Libi en la fotografía, así que su amiga es de esos pensamientos…

Al escuchar la risa de su jefe alza el rostro y lo observa sorprendida y al mismo tiempo admirando sus facciones relajadas y distintas al jefe que conoce, ese frío y distante que desea mandar a todo mundo o bien aquel hombre que coquetea con las mujeres al que ahora mismo está riéndose de su comentario, todo tan distinto.

—¿y no estas interesada tu por un coche así? — pregunta curioso al saber que sus palabras tienen otra intención, por ejemplo el de hombre irresistible.

—¡oh no!, prefiero un coche que cumpla las funciones básicas — responde Cristina inocentemente sin entender la doble intención en las palabras de Dante.

“Funciones básicas”. Medita Dante sobre aquellas palabras tan sinceras pronunciadas por aquella mujer.

Ya pronto le demostrará a Cristina que las funciones básicas no están en la vida de Dante Spencer y bien que puede disfrutar de las funciones completas.

¿para qué pedir lo esencial si puedes tener TODO?

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