Cuando entró en la limusina iba casi dormida, no sintió el trayecto largo, juraba que se había dormido. Su esposo, Dante estaba tan fuerte y despierto como siempre.
Llegaron al departamento de Dante, era uno de los más lujosos que había visto, sus muebles eran de lujo, todos de moda, incómodos, se sentía mejor si hubiera un aspecto más hogareño, pero era mucho pedir.
Dejó los zapatos en la entrada sin importarle el orden. Estaba muy cansada. De repente se tambaleo y Dante la sostuvo de la cintura.
Lo vio ahí de pie con ella, se veía tan guapo, como ese día en la modista, tan apasionado, tan diferente al frío empresario que era.
Y sin pensarlo dos veces lo besó, el respondió con pasión, con candor. El bajo las manos hasta su espalda baja y la atrajo más hacia él, quer&ia
Era un nuevo día y Cristina no se detuvo a pensar en la pelea con su reciente esposo, si bien él no quería un matrimonio verdadero ya se adaptaría a él, y la situación. Por lo mientras tenía que llamar a Libi y pedirle que le explicará todo, así como tambien pedirle que trajera a dorita a la nueva casa, los padres de Dante habían visto a sus hermanos y habían mantenido sus reservas hacia con ellos, por supuesto, no los aceptarían solo así hasta que las pruebas de ADN falsas les fueran mostradas, todo aquello era un fastidio.Marcó el número de su mejor amiga mientras desayunaba. La juvenil voz de ella la saludó con cierta emoción.—Buenos días señora Spencer – le dijo Libi entre risitas. — ¿en qué puedo ayudarla? ——Cristina, llámame solo C
De pronto la conversación tomó un rumbo que ella no se imaginó.—Cristina, querida sé que esta joven, pero ¿tú y mi hijo no piensan tener mas hijos pronto? – preguntó Bernarda sonriendo. Cristina se quedó de piedra.—No lo hemos hablado, creo que aún es muy pronto, Charlie, como ya pudo ver, necesita un tratamiento, y Teodora es aún muy pequeña – dijo ella sonrojándose.—Yo no lo creo – terció Diana. – Vi a sus hijos, se parecen a él debo admitir, pero Dante querrá mas hijos, además, los suyos serán los herederos, así que querrá tener todos los que pueda — dijo con algo de celos y enojo, sus hijos no eran herederos.—Realmente mis nietos son encantadores, aunque mi esposo no se sentirá en paz hasta tener esas
El sueño que tenía la impulsaba a recargarse en el respaldo del auto, afortunadamente tenía la tecnología para que ella pudiera dormir mientras que el conductor, su marido, manejaba hasta donde tenían que ir, que no era muy lejos, a solo dos horas de la ciudad. Lo que le llevaba a pensar ¿Por qué tenían que levantarse tan temprano? La villa iba a estar ahí, el entusiasmo de verla de pronto se le olvido, se había esfumado, porque esa villa no resolvería su vida, eso desearía, pero no lo haría.Vio a Dante tan despierto y frío como siempre, era tan increíble que hubiera encontrado tiempo para ir a la villa, ella había planeado ir sola en un auto rentado o algo así. Nunca se hubiera imaginado que una tarde llegara y le dijera que empacara para dos días, irían a la villa porque él tenía libre ese fin de semana. Al momento
Cuando despertó escuchó la televisión encendida, vio la cabeza de Cristina recargada en el sofá, se sentó y se acercó a ella cuando notó que tenía los ojos llorosos. Se sentó a su lado e iba a preguntarle que sucedía cuando vio el reportaje de la televisión. Era de niños de la calle, niños de África y cosas por el estilo, suspiro e iba a pagar la televisión cuando ella hablo.—Quiero terminar de verlo – le dijo.—Estas llorando – dijo el como si fuera obvia la razón del por qué apagaba el aparato.—Esta interesante.—¿sabes que los reportajes son falsos? – preguntó el.—¡no lo son! Mira a esos niños, están en los huesos – dijo ella seria – no puede ser falso.&nbs
Su celular había sonado hace cinco minutos de nuevo, pero no contesto, no tenía ganas, estaba demasiado enfadada para hacerlo. Los pies le dolían así que se quitó los zapatos altos y camino descalza por la calle, no había traído dinero para un taxi, pero tampoco tenía ganas de tomarlo y llegar a esa fría casa, quería caminar de bajo de la noche… olvidarse de todo y de la vergüenza de esa noche, de todos modos, para lo que le improbaría a él su vergüenza.Vio las oscuras calles iluminadas por la tenue luz que daba la luna, que extraño, se sentía tan vacía, tenía dinero, una casa, un esposo atractivo y rico, pero…no tenía amor. Su familia estaba muerta y…nadie la apreciaba lo suficiente, ahora mismo Dante debería estar en el salón, hablando con sus importantes invitados sin notar su ausencia… &ie
Una remodelación de una pequeña casa era agotadora, no se había dado cuenta de eso hasta que comenzó con el proyecto. Tenía el dinero, pero el tiempo y la energía le eran insuficientes, iba continuamente a una institución de obras benéficas, y después se dedicaba a ver los planos con el arquitecto que se encargaba de la remodelación. Esa tarde venía de una larga junta con las mujeres del comité de obras, estaban planeando una fiesta para los desamparados de la ciudad, las ideas no eran lo suficientemente buenas para llevarlas acabo, nunca pensó que pudiera ser tan agotador el formar parte de algo así.Llegó a la oficina del arquitecto con diez minutos de retraso, la secretaria al verla la detuvo.Señora Spencer, su cita era hace diez minutos, el arquitecto…No pasa nada – dijo el arquitecto desde l
Todo su cuerpo estaba adormecido, incluso le costaba trabajo mantener sus ojos abiertos, las caricias que Dante le brindaba en su espalda eran tan suaves y placenteras que pronto se quedaría dormida. Pero no quería quedarse dormida, no aún. Cuando despertaba el volvía a ser frío y eso ella no lo quería, no aún.—Quiero ir contigo la próxima vez que veas al arquitecto – le dijo el en un murmuro.—No es necesario, entiendo lo suficiente de…—No se trata de eso, no le he visto, quiero ver quien es – dijo serio. Cristina se preguntó por qué tanta protección——Bueno, como quieras – le dijo ya casi dormida.Por la mañana Cristina sintió el espacio vació de su esposo, ya no le extraño ni mucho menos, solo se levantó e inte
Despertó con un dolor en el frente muy intenso, se llevó la mano a la frente y sintió los puntos, además sentía la mano pesada, poco después vio que traía suero, era obvio. Estaba en un hospital. Su mirada poco a poco se fue haciendo más y más clara, entonces noto las paredes crema, las flores en el mueble de un lado, y en frente, en el sofá, estaba Dante hablando por teléfono, y parecía tranquilo.Se sentó con algo de dificultad, encontraba incomodas las almohadas, iba a acomodarlas cuando las manos de Dante lo hicieron por ella. Le vio azorada y sin saber que decir. ¿perdón por desmayarme? Eso no sonaría lógico…—¿Así están bien? – preguntó después de acomodar las almohadas.—Si, gracias – dijo Cristina – lamento haber…