¿Qué crees que hará Amy? ¿Será que Hannah podrá hacer algo más? ¿Qué crees que hará Keith ahora?
Cuando Jonathan comenzó a leer los mensajes de Tosha supo que ya no había nada que hacer que era hora de volver a la ciudad y hablar con Amy así que llamó a Jeff para contarle lo que sucedía. —Amigo debo volver no se si Amy aceptará que vuelva a la casa. —De seguro lo hará, ella no ha dejado de amarte incluso aun pensando que tenías otra. —Yo me siento bien. —Lo que ahora sigue para ti es que mantengas este cambio en el estilo de vida que tienes y algo de acción te va a ayudar ya han pasado varios meses de la última cirugía, es más, hasta sería recomendable y ya sabes a que me refiero. —Es bueno saber eso —dijo con una sonrisa Jonathan. Y acordó con Jeff seguir haciéndose exámenes y para estar seguro de que todo estaría bajo control, llamó a su personal para que se retiraran y comenzó a preparar las cosas para salir de vuelta a la ciudad en un par de horas. En su mente pasaban mil ideas y preguntas, como vería nuevamente a los ojos a Amy era la más importante, despué
Mientras tanto en la ciudad todos conectados a través de mensajes en grupo trataban de encontrar a Amy y también a Jonathan, Jeff y Cathy se habían ido a tomar un café que más bien se transformó en cena, Carlo y Jason los esperaban en la casa pensando que tal vez uno de ellos llegaría ahí primero, aunque Jason ya no hallaba que más comer de los nervios, Tosha por su parte enviaba textos como loca preguntando y respondiendo. “¿Estás seguro de que Jonathan llegaría esta noche a la ciudad?” —fue el mensaje de Tosha para Jeff. “Eso fue lo que me dijo cuando hablé con él, pero ahora él tampoco responde las llamadas” —respondió Jeff. “¿Conoces a algún vecino para saber si aún sigue en Los Hamptons?” —Preguntó Tosha. Jeff recordó que hacía un mes le había ayudado a una vecina con una emergencia médica y le llamó, al parecer la señora acostumbraba a sentarse junto a la ventana de su casa y le contó que hace unas horas vio a una mujer golpear la puerta de su vecino como loca después
Esa noche Amy y Jonathan ordenaron la comida de un buen restaurante donde trabajaba el chef que cocinaba para él prácticamente todos los días desde que se había mudado a la mansión. Amy se dio cuenta con la orden que Jonathan tenía ahora una alimentación bastante especial y diferente a cualquier cosa que acostumbraba, pero decidió comer lo mismo que él, se puso algo de ropa cómoda y se sentaron juntos esa noche frente a la piscina era hora de conversar. —Amor te pido por favor que me escuches y entiendas mis motivos —fueron las palabras de Jonathan mientras la tomaba de la mano. Amy sólo asentó con la cabeza, sabía en su corazón que era hora de escuchar, pero conocer en ese momento toda la lucha que enfrentó Jonathan durante más de un año completamente solo estaba siendo un golpe muy duro para ella. Era difícil poder entender y no sentirse culpable por no saber darse cuenta en su momento lo que él estaba viviendo y sus lágrimas esa noche eran una mezcla extraña de cul
Después de la rápida conversación telefónica que Keith tuvo con César, salió rápidamente a su departamento, esta vez no descansaría hasta vengarse de Amy y hacerla suya, aunque para eso saber dónde se encontraba era lo más importante. Por lo que acababa de escuchar de seguro estaba con Jonathan, pero en sus planes él debería estar muerto o por lo menos le debería quedar muy poco, aunque por el tono en la voz de César le dejaba mucho que pensar. Su departamento estaba vacío y sólo encontró una nota de la señora de la limpieza diciéndole que no volvería sus palabras exactas fueron “Usted es un loco, búsquese a alguien más, no lo quiero volver a ver en mi vida” Toda la sala estaba desordenada, vasos de licor a media por todos lados, hasta ropa sucia sobre los muebles, parecía que ese lugar hubiese sido testigo de una fiesta con orgia incluida la noche anterior, miró a su alrededor y por primera vez se dio cuenta de lo mal que se veía todo, tiró las llaves y el celular en el sofá y c
Esa noche Liz caminó libre, se sintió mejor que nunca y después de sentarse en un parque a mirar el atardecer tomó su teléfono nuevamente. —Hola Kim. —Hola Liz ¿Cómo estás? —escuchó la dulce y agradable voz de su amiga y psicóloga al otro lado del teléfono. —Estoy bien, mejor que nunca diría yo, me siento libre o mejor dicho liberada, sólo llamo para despedirme mañana por la noche me voy a la Florida. —Será bueno para ti un cambio, cualquier cosa que necesites sabes que aquí tienes amigos que te aprecian. —Lo sé, ha sido con tu ayuda estos meses que he podido despertar y salir de esa relación tóxica que no me hacía bien y de pasada le di una ayudita a Arthur. —¿Ayuda? —Ya lo sabrás, te envío un fuerte abrazo, mañana pasaré por la oficina de Amy. —Supe por Esteban que no está ahí todavía. —Le dejaré una carta entonces con Cathy mira que fue gracias a ella que te conocí y también quiero agradecerle. Después de esa conversación Liz se sintió cada vez mejor, esta vez ese cabello
Esa mañana Liz se presentó en la oficina Cathy y Tosha casi no la reconocieron a primera vista con su nueva imagen, durante un buen rato hablaron y Liz les contó buena parte de su historia después sacó de su bolso una carta que le pidió le entregaran a Amy cuando la vieran. —Esta carta tal vez responda más de alguna pregunta que Amy pueda tener —les dijo antes de irse. Las tres se abrazaron fuerte y sintieron ese sabor agridulce, por un lado, se daban cuenta de que Liz era una buena chica que simplemente había sido abusada, pero por otro tal vez la distancia y un nuevo comienzo le ayudaría a encontrar la felicidad. Un par de horas más tarde Esteban pasó a la oficina como cada mañana a darle a Tosha su beso del medio día y esta vez también para contarle que sus padres llegarían en una semana de Los Angeles para conocerla y se encontró con la historia de Liz. Pero cuando Tosha se enteró de que sus suegros vendrían comenzó a ponerse nerviosa lo que le causaba mucha gracia a Es
Jonathan y Amy llegaban a la mansión llenos de bolsas y cajas que deberían organizar con todo lo que se pudieron imaginar podrían necesitar desde cunas, juguetes y comida para perros y gatos. Mientras trataban de poner las cosas en su lugar Jonathan no perdía el tiempo y cada vez que podía acorralaba a Amy donde fuera para besarla o darle mas de alguna caricia que les subía la temperatura a los dos. Esa enorme misión para ellos solos se estaba transformando en una tremenda tentación a cada instante y justo cuando estaban dejando de lado las instrucciones para armarle un árbol a los gatitos porque Jonathan comenzó a besar el cuello de Amy mientras abría los botones de su blusa con total confianza. —Amor si haces eso sabes que no me puedo resistir —dijo Amy mientras cerraba los ojos y sentía como las manos de Jonathan la recorrían y ya estaban encontrando el camino bajo ese brasier. —¿Te quieres resistir? —le preguntó Jonathan susurrándole al oído mientras iba cayendo lentamente sobr
Amy y Jonathan subieron a la habitación y guardaron rápidamente algo de ropa, las medicinas que Jonathan debía seguir tomando y los celulares que esta vez ya no pudieron dejar apagados, se subieron rápidamente en un carro que Jonathan tenía guardado en el garaje dejando el carro de Amy en el jardín de la casa. Llegaron en menos de 10 minutos al pequeño departamento que ella había rentado durante ese tiempo y del que aún no había tenido oportunidad de entregar las llaves, decidieron seguir al pie de la letra las indicaciones de Arthur. Entraron los bolsos sin saber cuánto tiempo estarían en ese lugar sabiendo que su hermosa casa en esos momentos era el blanco de Robert. Ambos se sentaron en el sofá que no era tan grande como el de la mansión, pero lo más importante es que estaban juntos. —Tranquila amor, ya veras que muy pronto volveremos a nuestra casa yo no voy a permitir que nadie nos separe y te voy a proteger con mi vida si es necesario —le dijo Jonathan mientras la abrazaba vi