Varios minutos habían pasado, y aunque Naia deseaba saltar sobre el cuello de Curtis e incluso volcar el auto para terminar todo de una vez, aún debían alejarse más y más, tanto que le fuera posible regresar a buscar a Leo.Apretaba el bulto de tela contra su pecho como si a través de aquella acción le pudiese dar esa calidez a su hijo. Las lágrimas nunca dejaron de salir, pero ella ya no se molestó en limpiarlas. Sentía que era una mala madre por dejar a Leo, pero por lo menos la única satisfacción que le quedaba es que él viviría.— ¿Ese mocoso ya no está llorando?Naia se sobresaltó.—Duerme —mintió.—Bien, así es mejor, detesto su llanto, siempre me hace doler la cabeza, es una maldit4 molestia.Naía casi enterró sus dientes superiores contra su labio inferior conteniéndose, pero al final no pudo callar, ya se habían alejado demasiado, incluso si se diera cuenta de su mentira él no se devolvería, por lo cual decidió hablar.—La única molestia eres tú, no mi hijo.Curtis la observó
— ¡Estamos cerca! —afirmó el copiloto del helicóptero.—No logro entender muy bien qué es lo que está sucediendo, pero debe confiar en que la encontraremos —afirmó George al ver la angustia que se traslucía en la mirada azulada.Matthew no respondió. Su corazón se sentía angustiado por lo que estuviera sucediendo con Naia y Leo, pero su cerebro no dejaba de dar vueltas a un imposible que justo en este instante se estaba convirtiendo en una gran posibilidad.—Estamos sobrevolando el área que marca el GPS —anunció el piloto.Con sólo hacer una llamada tuvieron listo su helicóptero privado, el cual poco utilizaba, pero que en este preciso instante le había permitido alcanzar una larga distancia en menos tiempo. Recordaba el temor en los ojos de Naia cuando hablaba de aquel hombre, incluso se culpaba por no haber insistido antes en investigarlo y en haberlos protegido como lo necesitaban.Además, jamás pensó que aquel sujeto los ubicara y fuera tras ellos, pero desde luego su mente jamás
Naia cayó en la inconsciencia y de inmediato la trasladaron al hospital más cercano. Sin embargo, Matthew quedó en tierra viendo cómo se alejaba la mujer que por alguna jugada del destino se había convertido en la madre de su hijo y en el amor de su vida en un orden no convencional.Observó cómo los policías esposaban a Curtis para luego subirlo en el helicóptero y llevarlo a detención. Corrió hacia el automóvil siendo el único vehículo a su disposición, para su fortuna las llaves estaban en su lugar y sin dar más espera encendió el auto para conducirlo por el camino contrario por el cual había transitado. Por celular se comunicó con Steve informándole de lo que había confirmado y de hablar con las autoridades para denunciar la desaparición de su hijo.Por primera vez dejó a su amigo sin habla, estaba tan conmocionado como él por todo lo que estaba sucediendo. Atrás había quedado el sueño y el cansancio para cumplir las órdenes de Matthew.Varios minutos después, Matthew llegó a la ga
Curtis reía mientras ella sentía una angustia infinita, mientras Leo lloraba, pero por más que miraba hacia un lado y otro no lo hallaba.— ¡Leo! —gritaba su nombre con desesperación, mientras las lágrimas resbalaban por sus mejillas.—Acabaré con él y luego te ataré en el sótano, ya no podrás volver a escapar. Serás mía para siempre.Aquella voz aterradora le provocaba más desespero, mientras su hijo no paraba de llorar.— ¡Leo en dónde estás! —exclamaba sin saber de dónde provenía su delicada voz.De pronto estaba de nuevo en la estación de buses, pero por más que tenía la intensión de huir no podía abordar el autobús porque no tenía a su hijo consigo.Aquel sentimiento de desasosiego la invadió por completo y fue reemplazado por el terror cuando por fin pudo ver a Leo, pero estaba en los brazos de Curtis. Él apuntaba su pistola hacia su pequeña cabeza, desenvainando el gatillo para luego disparar.— ¡No! —gritó hasta sentir que la garganta dolía y el corazón latía demasiado rápido.
Un golpe en la puerta los interrumpió. Luego ingresó el médico a cargo.—Veo que la paciente ya despertó.—Hace un momento —afirmó Matthew.— ¿Cómo se siente? Si presenta dolor...—No estoy llorando por el dolor, sino por la felicidad. Acabo de recibir un regalo, el mejor regalo del mundo —expresó con los ojos húmedos, pero una sonrisa esplendida.—Ya veo, pero quién le informó, ¿una de las enfermeras?El médico estaba un poco sorprendido.—No, fue Matthew, él acaba de decírmelo.— ¿Entonces fue usted? Vaya, en este caso no son los padres los primeros en enterarse.Matthew no estaba comprendiendo el rumbo de la conversación.—Por favor, explique de qué está hablando, porque no creo que sea sobre lo mismo.Desde luego el médico a cargo de Naia no estaba al tanto de la situación con Leo y él.—Del embarazo de la señora Naia Ortega, suponía que no lo sabían, pero al parecer sí.— ¿Qué dijo? —preguntó Matthew.— ¡Embarazo! —exclamó Naia tocando su vientre.—Sí, la señora tiene alrededor d
Naia dormía plácidamente, ya había pasado una semana desde que había sido hospitalizada, y aunque el médico había dicho que sólo permanecería durante dos días, esos se convirtieron rápidamente en siete. Pero no fue por sugerencia médica, sino por seguir las indicaciones de Matthew quien deseaba que Naia recibiera cuidado profesional las veinticuatro horas. Además, eso le daba tiempo de poner sus manos sobre situaciones y asuntos que requerían de su intervención.La diferencia es que ahora Leo dormía en una cuna al lado de su madre, y un pequeño se desarrollaba plenamente dentro de su vientre. Matthew observaba la escena sin dar crédito a que tanto hubiese sucedido en tan poco tiempo. Ahí estaba él, quien había expresado no tener intenciones de ser padre, resguardando el sueño de sus pequeños y el de su hermosa mujer.Ella aún tenía moretones que no habían desaparecido y que ensombrecían algunas zonas de su piel. Él tuvo que contenerse cuando la ayudó a bañarse por primera vez, al ver
Al salir del hospital, Naia esperó regresar al apartamento, por lo cual se sorprendió cuando el automóvil ingresó en la mansión del abuelo de Matthew.— ¿Qué hacemos aquí? —preguntó ella.—Vamos a permanecer una pequeña temporada.— ¿Por qué? ¿Y el apartamento?—No considero que ese lugar sea seguro.—Pero Curtis ya no es una amenaza, ¿verdad?—No lo es, él está bajo detención, y ya ha iniciado su juicio, pronto recibirá su condena. Pero no quiero que regreses a ese lugar, no quiero que algo te recuerde lo que viviste ahí a causa de ese hombre —afirmó Matthew.Ella meneó la cabeza. No lo creía necesario, además, los golpes recibidos ahí habían sido menos que los que había recibido antes en Detroit, creía que era una medida un tanto exagerada, pero calló. Matthew estaba demostrando su lado más sobreprotector.Ambos descendieron del auto, Naia con Leo en los brazos, pero un par de pasos después Matthew fue quien cargó al niño.—No te sobre esfuerces.Naia elevó su ceja, volvió a menear
Naia salió de los tribunales de justicia, en donde acababa de relatar su experiencia traumática mientras convivió con Curtis, además de los acontecimientos ocurridos un mes atrás cuando la raptó junto a su hijo del apartamento. Aquel relato logró que muchas personas la observaran con lástima, que otros miraran con odio a Curtis y a Ashley, pero en especial que Matthew intentara mantener la compostura para no saltar sobre aquel hombre.Ella pudo notarlo, pero lo más extraño sucedió cuando el juez preguntó sobre su actual relación sentimental y ella expresó que estaba comprometida con el papá de su hijo y que tenía dos meses de embarazo de su segundo bebé. Al parecer estas noticias no las conocía la rubia, porque al escucharlas gritó histérica y se lanzó al suelo sin importarle que pudiera lastimar su barriga de embarazada, la cual ya era visible. Algo más que Naia pudo notar es que esa mujer estaba sola, nadie de su familia la acompañaba, sólo uno de los abogados intentó controlarla.