Cuanto más considerado era Dave, más confundida se sentía Bianca. Se preguntaba si él seguiría siendo tan atento si supiera lo que le había ocurrido aquella noche. ¿Cómo podría enfrentarlo entonces?

Su encanto, su amabilidad natural, su cuidado gentil… todo se sentía como arenas movedizas en una playa inmensa, atrapándola poco a poco sin que se diera cuenta.

Solo ahora comprendía cuán profundamente estaba enredada en estos sentimientos.

Apretó los puños, recordándose una y otra vez que solo eran amigos. Sabía que debía alejarse de estas emociones antes de caer completamente por él.

—Señor Evans, parece que tiene talento para cuidar de los demás. ¿Así es como suele ser con todas las mujeres? —preguntó Bianca, tratando de imitar el tono casual que él había usado antes.

Para Dave, esto era algo nuevo. No solía cuidar de nadie de esta manera.

Lejos de molestarse, simplemente sonrió y la miró a los ojos.

—Si te dijera que sí, ¿te pondrías celosa?

Bianca se sorprendió por su respuesta.

‘¡Ma