Mientras tanto, Peter estaba ocupado en el trabajo cuando su teléfono vibró.

Recibió un mensaje anónimo con una foto adjunta. En la imagen, Stacey aparecía saliendo del consultorio de ginecología.

El texto decía que Stacey había estado en el hospital recogiendo medicamentos para un aborto.

Peter sintió un escalofrío recorrer su espalda.

Su rostro se endureció con ira y, sin pensarlo dos veces, salió de la oficina y condujo directamente a casa.

Stacey estaba en casa, convencida de que Peter seguiría en el trabajo todo el día.

Era el momento perfecto para terminar con el embarazo.

Si alguien preguntaba, podría fingir que se había caído por las escaleras.

Nadie lo descubriría.

Sin el bebé, nadie podría probar que lo había engañado.

Sacó la caja con las pastillas y estaba a punto de tomarlas cuando escuchó el sonido de la cerradura girando.

Sus ojos se abrieron con horror.

¿Peter ya estaba en casa?

Con manos temblorosas, escondió rápidamente la caja debajo del cojín del sofá y se sentó, f