Acurrucada en un rincón del sofá, Bianca sintió una punzada en el pecho ante sus palabras. Frunció el ceño levemente y preguntó:

—Entonces, ¿por qué no volviste a casa antes?

—Porque te hice enojar y tuve miedo de regresar. —Dave la miró fijamente, su voz seria—. ¿Me extrañaste?

Su mirada intensa hizo que el corazón de Bianca latiera más rápido y sus mejillas se sonrojaran.

Por un momento, se sintió como una esposa que esperaba a su esposo después de una discusión.

Pensando que solo la estaba molestando, Bianca le dio una pequeña patada en la pierna en protesta.

—¡Deja de bromear! ¿Extrañarte? ¡Ni en sueños!

Pero en cuanto intentó retirar su pie, Dave lo atrapó con firmeza.

—¿Todavía te duele el tobillo?

Bianca sintió su rostro arder cuando Dave tocó su pie. Rápidamente lo apartó y lo escondió bajo la manta.

Negó con la cabeza y respondió:

—El medicamento que usé anoche ayudó mucho. Solo ha pasado una noche, pero ya no siento dolor.

Dave sonrió con complicidad. Luego miró su teléfono